Cansada del fracaso, del dolor, de perder siempre con las cartas que le da el Croupier en el juego del amor;
Se refugia sin sentido en una soledad que la sofoca, que la hiere y mantiene reprimidos sentimientos muy puros.
Una tarde, rendida a mis versos en la ochava de aquella esquina porteña, exclamó suavemente entre dos besos, "tengo miedo".
Alejandro D. Delgado