Capítulo trece

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—¿Aló?

—¿Estás con Reiner?

—Donde siempre, ¿te nos unirás?

—Probablemente esté de camino ahí.

—¿Pasó algo?

—Se podría decir que si.

—Te esperamos.

El más alto terminó la llamada, mirando la cara de confusión de un rubio.

—¿Viene para aquí?

—Así me comentó.

—Siempre viene cuando pasa algo —empezó a comer sus snacks.

—Porque confía en nosotros, aunque seamos unos idiotas, Reiner —se sentó a su lado para seguir jugando.

—Touché, Bertholdt.

~•~

Las chicas se habían desvelado, por lo que no estaban de buen humor en el momento que el Jaeger las despertó con tremendo sonido de trompeta.

Cómo si de un barrio persiguiendo al ladrón se tratara, Eren huía de Historia y Sasha, Mikasa estaba en la cocina media dormida e Ymir solo espera el momento perfecto para tirarle una de sus sandalias.

Cuando el castaño iba pasando por la sala, le cayó en toda la frente la chancla de Ymir, haciendo que este termine en el suelo.

Armin iba bajando adormilado cuando vio toda la escena, y no dudo ni un segundo en volver a subir.

—Armin, no me abandones —Eren actuaba de manera dramática, agarrándose el estómago, que ni siquiera había salido afectado—. No dejes morir así a tu mejor amigo —alzó la mano pidiendo ayuda.

—Buenos días a todos —pasó Levi pisando el estómago de Eren, y a su vez la mano, ya que estaba en medio del camino para la cocina—. Uy, pise caca —hizo una mueca de disgusto y siguió con su camino.

—¡PINCHE ENANO! —se paró como pudo y trató de agarrarlo, pero terminó resbalando y cayendo de nuevo.

—¿Oí una mosca o me pareció? —el mayor seguía ignorandolo.

Eren se volvió a parar para esta vez echarle un vaso de agua al primo de la pelinegra, que lo esquivo rápidamente, dando paso a una pelea entre esos dos, mientras los demás ya se reunían en el comedor.

—¿No deberían separarlos? —indagó Sasha.

—No quiero recibir golpes, buen provecho —Armin empezó a comer una tostada.

—No ando lo suficientemente despierta, por ahora yo solo los ignoraré —dijo la pelinegra.

Historia e Ymir estaban en una burbujita de amor que no sería tan fácil de romper, así que Sasha simplemente decidió ignorarlos y comer algo.

La pelea se detuvo cuando al mayor le llegó una llamada, por lo que tuvo que irse a responder.

—¿No nos pensabas llamar, enano?

—No me llames así, cuatro ojos —viró los ojos aunque su amiga no pudiera verlo.

—Si si, como sea, yo venía a preguntar si ya estás con él.

—Desde ayer, estuvimos hablando sobre muchas cosas, realmente lo extrañaba.

—Ay, el enano enamorado —empezó a reír del otro lado.

—Cierra la boca, cuatro ojos.

Cuando las risas cesaron un poco pudo escuchar la voz de su otro amigo.

—¡Hey!

—Hola, Erwin.

—Pasado o mañana ya estaré por ahí.

—¿Vendrás con la cuatro ojos?

—Eso estamos planeando, te aviso cualquier cosa.

—Bien, hasta luego.

—HAZLO SIN MIEDO AL ÉXITO, ENA... —el pelinegro cortó la llamada.

Días de vacaciones •Eremin•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora