Capítulo ocho

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Luego de tomar la bebida Armin ya empezaba a sentirse algo débil y mareado, por lo que Jean ofreció a llevarlo y cuidarlo.

Eren tuvo que aceptar, obviamente, no tan convencido porque aún seguía sin caerle bien el cara de caballo.

—Eren, dudo que le pase algo, relájate —aseguró Mikasa, jalando al joven para seguir divirtiéndose en la fiesta.

Es más que evidente que aquella afirmación estaba muy lejos de lo que pasaría.

Jean manejaba hacía, supuestamente, la casa del rubio.

—¿Me habrá hecho mal el refresco? —indagó el más pequeño que parecía estar quedando dormido.

—Podría ser, nene —le dirigió una sonrisa, que fue realmente lo único que Armin pudo ver de manera clara.

Jean llegó a lo que parecía ser su casa, entrando junto a Armin.

—¿Qué demonios traes contigo esta vez, escuincla? —preguntó una mujer que se veía demacrada, con una botella de cerveza en su mano mientras veía televisión.

—Dudo mucho que te importe —pasó de ella con indiferencia.

—¡No quiero escuchar nada asqueroso, bastardo! —fue lo último que escuchó de la mujer.

—Armin... —miró al pequeño rubio que se encontraba inconsciente.

Lo echó en la cama, viéndolo durante unos minutos antes de terminar lo que había empezado.

~•~

—¡Hey, chicos! —se acercó Historia a los otros chicos que andaban en un rincón hablando.

—¿Qué ocurre?

—¡Eren! ¡Que bien que te puedo encontrar!

—¿Por qué?

—¿Dónde está Armin? —la joven trató de buscarlo en la multitud.

—Ya debió llegar a su casa, Jean lo acompañó.

—¡Imposible! Su abuelo me acaba de llamar y preguntar dónde está, ya pasó la hora de su permiso.

—¿Qué demonios? —el castaño rápidamente se paró y dirigió fuera del lugar, seguido de sus amigos.

Agarró su celular y se dio cuenta de las llamadas perdidas que tenía del abuelo de su mejor amigo, así que trató de comunicarse con el rubio.

—No contesta —bufó luego de intentarlo por quinta vez.

—¿Intentaste contactar a Jean?

—No tengo su número.

En ese momento hicieron presencia Sasha y Connie, que estaban hablando entre ellos.

—Connie, ¿tienes el número de Jean? —se le acercó la pelinegra.

—¿Para qué, Mikasa? —miró confundido mientras sacaba su celular y ponía el contacto de Jean.

—Armin todavía no llega a su casa, y su abuelo se empezó a preocupar.

—¿Pero eso no será porque todavía no llegan o algo? Además, dudo que les haya pasado algo —intervinó la joven con cola de caballo.

—No contesta, así que necesitamos hablar con Jean por lo menos —puso el número de Jean y lo llamó—. ¡Jean! ¿Dónde están? El abue...

—¿Mi-Mikasa? ¿E-Eres tú? —interumpió la voz del rubio—, te-tengo miedo...

—¿Qué ocurrió? ¿Dónde estás? —la chica se mostraba completamente preocupada, alarmando a los demás.

—N-No sé... Veo to... Oscu... N... Siento... Bien... —y se escuchó el golpe seco.

—¡Armin! ¡ARMIN!

Días de vacaciones •Eremin•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora