capítulo 5

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Elizabeth: No puedo respirar, Forsythe

Forsythe: Tranquila, Elizabeth. Ya llegamos. Tú mantén la calma, ¿sí?

Forsythe frenó el caballo, y bajó de él. Rápidamente tomó a Elizabeth y recargándola en su hombro, la llevó hacia dentro del consultorio del médico

Forsythe: ¡necesito ayuda de inmediato!

Elizabeth: M-me quedo sin aire F-Forsythe...

Forsythe: ¡SEÑOR STONE NECESITO AYUDA!

Un médico de tercera edad se apareció, preocupado

Stone: Forsythe, ¿qué sucede, hijo?

Forsythe: Una serpiente la mordió.

Stone miró a Elizabeth, y rápidamente comenzó a caminar hacia su sala, seguido de Forsythe

Stone: Necesito que esté tranquila y en calma, señorita. ¿cuáles son los síntomas?

Forsythe: Le sangra, y no puede respirar

Stone: ¿saben si era cascabel?

Forsythe: No lo sé, no lo creo

Stone: ¡recuéstala aquí, con cuidado y lento!

Dijo, señalando una camilla. Forsythe obedeció, y lentamente la recosto con cuidado en la blanca camilla.

Stone: ¿hace cuánto sucedió?

Dijo, preparando con rapidez sus herramientas

Forsythe: Una...media hora tal vez.

Stone se acercó a la herida, y la examinó. Notó que la piel al rededor había cambiado su tono, y que la temperatura subía.

Stone: Veneno.

Forsythe lo miró, sorprendido

Forsythe: ¿que qué?

Elizabeth: ¿moriré?

Stone: No, tranquila. Va a estar bien. ¿cómo es su nombre?

Dijo, mirándola. Elizabeth y Forsythe se miraron, sin saber qué decir

Elizabeth: Isabel

Stone: Ok Isabel, debes tranquilizarte. Respirar hondo, y lento.

Elizabeth asintió con rapidez, quedándose de a poco, sin aire.

Stone tomó un catéter, y lo colocó en el brazo de Elizabeth.

Forsythe: ¿qué está haciendo?

Stone: Te pediré que no hables, por favor.

Forsythe asintió rápidamente y Stone colocó una intravenosa en el catéter. Tomó un antídoto de su vitrina, y lo inyectó a través de la intravenosa.

Stone: Esto calmará. Va a estar bien, Isabel.

Elizabeth lo miró, y luego aisló su mirada, nerviosa.

Stone se concentró en la herida, y comenzó a limpiarla.

Elizabeth: ¡auch!

Stone no contestó, concentrado. Un caballo frenó en la puerta del consultorio, y Forsythe y Elizabeth cruzaron miradas

Forsythe: Iré a ver. Ya regreso.

Elizabeth: Espera

Forsythe la miró, mientras ella sostenía su mano, frenándolo

Elizabeth: Quédate por favor.

Forsythe: ¿y si son de ya sabe dónde?

Elizabeth: No me dejes sola por favor.

1950Donde viven las historias. Descúbrelo ahora