Era una hermosa mañana, bueno, quizás para la mayoría. Cierta troll de cabello rosado se encontraba algo estresada.
Las gemelas, encargadas de la mayoría de los vestuarios de las fiestas, estaban teniendo problemas en elegir el color y el tipo de tela para el baile peludo. Quizás ese nombre no sea muy bonito, pero es una fiesta de noche bastante elegante.
—¡Yo digo que utilicemos amarillo pastel!—Exclamó la azulada, peleando con su hermana.
—¡Siempre decides amarillo! ¡Será mejor esta vez utilizar turquesa!—Exclamó la rosada, unida por el cabello a la contraria.—¿Podrías hacerme caso al menos una vez?—Se notaba muy molesta.
Y ahí, frente a ellas, estaba la reina del pop, mirando a ambas, ¿Qué debía hacer en esos casos? No sabía como actuar.
—Oigan, ¿No podrían simplemente utilizar ambos en un mismo vestido?—Preguntó inocente, no sabía mucho sobre moda.
Las gemelas soltaron un grito ahogado, como si Poppy hubiera dicho lo peor del mundo.
—¡No! ¡Ambos colores no combinan para nada!—Satín negó rápidamente.
—¿Cómo mezclas un color cálido con un color frío? ¡Es simple! ¡No se puede! Son como el agua y el aceite.—Seda habló, como si fuese algo obvio.
Poppy iba a hablar, pero al abrir la boca, sintió que otro troll se acercaba a ella.
—¡Poppy! ¡Poppy!—Exclamó Grandulón, llegando detrás de ella. Jadeaba del cansancio puesto que había corrido hasta llegar a ella.
—¿Que pasa, Grandulón?—Alzó una ceja la reina, algo preocupada.
—¡El señor peluche tiene problemas para dormir! Ya van dos días así.—Mostró al pequeño gusano, el cual solo hizo su típico sonido.
—Vaya, a mi me sirve tomar un zumo de moras cuando no puedo dormir.—Se encogió de hombros la troll, con una leve sonrisita.
—¡¿Qué?! Poppy, sabes muy bien que el señor peluche es alérgico a las moras.—Negó rápidamente el mas grande de todos, con un rostro de preocupación.
—U-uh. . .—La rosada abrió su boca para decir otra cosa, pero en eso, Diamantino entró a la escena junto a un trabajador de Sky Toronto.
—¡Poppy! ¿Podrías gentilmente explicarle a este troll que la Ruidomora es mía?—El troll de brillos mostró la fruta con su ceño fruncido.
—¡El señor Toronto la vio primero!—Exclamó el otro, molesto.
—¡Sky ni siquiera está aquí!—Negó Diamantino, también a gritos.
La rosada no sabía que hacer, se mostraba bastante nerviosa.
—¿Me disculpan un momento?—Habló y dibujó una leve sonrisa, alejándose del grupo para sentarse detras de uno de los grandes árboles y pensar.
Colocó sus manos en el rostro, completamente frustrada. Aún era nueva en todo esto de ser reina, ¿Qué sabía hacer ella con toda esta presión? ¿Debía ir a buscar a su padre y preguntarle?
Notó que alguien se sentó a su lado, era su mejor amigo. Quitó sus manos y se sorprendió al verlo.
—¡Ramón! Me asustaste.—Rió un poco.
—Pues noté a cierta dama estresada.—La miró de reojo con una sonrisa.—¿Sucede algo, reina Poppy?—Habló con un tono elegante, el cual le hizo dibujar una sonrisa a la de ojos rosados.
—Muchas cosas.—Suspiró ella y desvió su mirada. —El señor peluche no puede dormir, Satín y seda tienen problemas con los vestidos, Diamantino y uno de los trabajadores de Sky Toronto encontraron una Ruidomora y pelean por ella.—Volvió a verlo. —Estoy estresada, sabía que ser reina era difícil, pero no creía que tanto.—El azulado notó algo de tristeza en su voz.—No soy la reina que todos esperan.—Susurró y abrazó dus rodillas, mirando el suelo.
El azulado negó rápidamente.
—¿La reina que todos esperamos? Poppy.—La llamó y se sentó más cerca de ella.—Tú eres una de las mejores reinas que ha habido en la Villa.—Asintió.—Creaste la paz y la unión entre los bertenos y los trolls, ¿Crees que eso lo haría cualquier reina? Mantienes a todos felices y satisfechos. Si alguien tiene algún problema, ¿Quién está ahí para ayudarlo? ¡La mismísima reina Poppy!—La señaló con una gran sonrisa mientras que ella lo miraba de reojo.
—¿Tú en serio lo crees?—Alzó una ceja, levantando un poco su mirada.
—No es lo que creo yo, Poppy.—Negó con su misma sonrisa.—Es lo que todos tud súbditos vemos diariamente.
La de cabellos rosados lo miró con una leve sonrisa.
—Gracias. . .—Susurró suavemente y se acercó a él para abrazarlo.
—No es nada, siempre estaré para ayudarte.—El azulado cerró sus ojos y correspondió al abrazo.
Luego de unos minutos así, se separaron, se miraron con una sonrisa y la chica se levantó para volver con el grupo. De lejos, Ramón la miraba hablar con sus amigos. Todos comenzaban a sonreír levemente, ¿De verdad lo había logrado? Sí, había logrado llegar a un acuerdo con cada problema.
—Esa es mí reina.—Susurró para sí mismo el mejor amigo de la reina, sonriendo levemente y dándose la vuelta para caminar de nuevo y seguir con sus tareas matutinas.
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