La reina del pop se encontraba ordenando todos sus libros de recortes en su estantería. Tenía bastantes y tenía la mañana libre, aprovecharía aquel tiempo para poder poner orden de una vez por todas a todos aquellos libros hechos por ella.
Encontró uno de cuando ella y su mejor amigo habían logrado la paz entre los trolls y bertenos. Sonrió levemente y paso una de sus manos suavemente por la tapa. Lo colocó en de las estanterías, pero al hacer esto, uno de los libros que ella no recordaba cayó al piso abierto en una página.
Alzó una ceja, ¿Cuándo había hecho eso? Tomó el libro y miró aquella página con detenimiento y confusión. En aquella página se mostraba a su mejor amigo de pequeño, el cual aún era gris.
Volteó varias páginas para volver al principio y comenzar a verlo completo. Los recortes se mostraban bastante viejos y algo desalineados, parecían hechos por un troll pequeño. ¿Ella lo había hecho cuando era tan solo una niña?
Llegó a la página del principio y se mostraba a ella de niña caminando tranquilamente por el bosque. Notó que en uno de los arbustos estaba escondido el azulado, aún gris en ese tiempo, vigilándola.
Ella se encontraba corriendo y riendo como siempre lo hacía por el bosque. No había notado que una gran araña se escondía detrás de un árbol y estaba lista para atacar y devorar a su pequeña y rosada presa.
La pequeña al voltear, encontró a la araña que era muchísimo más grande ella a varios centímetros de tu rostro, observándola.
Boquiabierta, ella comenzó a gritar con sus ojos cerrados y a correr instintivamente con muchísimo miedo. Leves lágrimas salían de sus ojos completamente asustada, deseando que hubiese algún troll por ahí cerca o al menos que su padre la ayudara.
Sintió que una cabellera oscura la tomaba de su cintura y la jalaba hasta arriba, por lo que soltó un jadeó bastante sorpresivo. Cerró sus ojos y los abrió cuando notó que estaba sobre una rama.
—Shh, vas a hacer que nos descubra.—La voz de un niño sonó y ella volteó a verlo, no era nada más ni nada menos que el troll más gruñon de la villa. Pero se supone que él la odiaba, ¿Por qué la estaba salvando?
Ambos se quedaron en silencio y lograron ver al gran insecto buscar con la mirada a la princesa de los trolls. Siguió caminando de largo y ella solo suspiró. Volteó a verlo de nuevo sonrió levemente.
—Gracias por salvarme.
—Esto no es porque me caigas bien, ¿Ok?—El niño desvió su mirada con sus brazos cruzados y negó con la cabeza lentamente.
—No sabía que tenías sentimientos.—La pequeña rió un poco.
—¿Q-qué? ¡Claro que no tengo!—El niño troll habló con molesta.
—¿Y por qué me salvaste entonces?—Habló con su incoente voz la rosada.
—¿Que querías que hiciera? ¿Que te dejara morir? Con gusto lo habría hecho, ¿Pero sabes que harían los trolls si descubrieran que yo estuve ahí y no hice ni un mínimo esfuerzo para salvar a la princesa de Villa Troll?—Alzó una ceja aún con sus brazos cruzados.
Ella aún así sonrió dulcemente, el troll que la odiaba la había salvado, ¿Quizás no la odiaba del todo?
Vio al chico bajar del árbol y ella bajó después.
—¡Deberían hacer una fiesta en tu honor por salvarme!—Exclamó positiva la pequeña de ojos rosados.
—¿¡Una fiesta?! ¡No, no, no y no!—Él negó rápidamente.—¿Quieres que los bertenos nos descubran?
—Los bertenos no regresaron desde que yo era una bebé.—Negó la pequeña de forma relajada.
El niño de color gris rodó sus ojos, algo cansado de su positivismo. Siguió caminando y decidió ignorar sus charlas y sus preguntas tontas durante casi todo el camino.
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La rosada, ya mayor de edad, cerró aquel libro recordando todo el acontecimiento pasado. Sonrió y abrazó aquellos recortes, ¿Estaban destinados a ser amigos? Miró el libro por última vez y decidió acomodarlo en una de las rapisas y seguir con los demás, pero no dejaba de pensar en lo tierno que era el azulado de pequeño intentando esconder sus sentimientos.
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