¡Un nuevo día comenzaba en la Villa! Los trolls cantaban, bailaban y reían alegremente como era costumbre. La rosada dirigía todo aquel canto y baile, pero notó que cierto troll no estaba presente. Alzó una ceja preocupada, ¿Le había pasado algo?
Al terminar toda aquella sesión, la reina del pop saludó a todos, les deseó un gran día y halagó a unos cuantos habitantes. Su mirada se fijó en dirección a dónde estaba el búnker de su mejor amigo, ¿Qué le había pasado?
Llegó y tocó la compuerta, esperando alguna respuesta por parte de él.
—¡Ramón! ¿Estás ahí?—Ella preguntó.
El azulado salió por la compuerta antes nombrada con una sonrisa bastante falsa, lo cual la rosada notó.
—¡Hey, Poppy!—Él saludó, aún con esa sonrisa.—¿Qué te trae por aquí?
—Faltaste al canto matutino hoy, solo me aseguraba que estuvieras bien.—Ella habló preocupada.
—Claro que estoy bien, estoy perfectamente bien, no te preocupes.—Sonrió más.
—Pues no se nota.—Ella negó con la cabeza.—¡Vamos, Ramón! Soy tu mejor amiga.—Imploró.
El de chaleco de hojas borró su sonrisa y soltó un suspiro, bajando la mirada.
—¿Puedo hablar contigo unos segundos?—La invitó a pasar al búnker, donde tendrían privacidad para hablar del tema que inquietaba al chico.
La reina del pop no dijo ninguna palabra y asintió, pasando y subiendo al elevador junto a él. Silencio solo se escuchaba en aquel ambiente, aunque la curiosidad comía por dentro a la chica.
Al llegar a su destino, fueron al salón y se sentaron en uno de los sofás que tenía el azulado. Volteó a ver a su mejor amigo con un rostro preocupado y no evitó preguntar:
—¿Qué pasa?—Susurró.
Silencio nuevamente, él desvío su mirada entristecida y cerró sus ojos, abrazándose a sí mismo.
—Poppy, nunca voy a lograr ser como ustedes.—Soltó de repente.
—¿Como nosotros? ¿A qué te refieres?—Alzó una ceja de la pecas de brillantina.
—¡Ya sabes a lo que me refiero! N-nunca podré ser tan positiva como tú, tan deslumbrante como Diamantino, tan amable como Grandulón o tan gracioso como tu padre.—Cada palabra que decía le dolía bastante. Ella se preocupó aún más y se sentó más a su lado, completamente sorprendida.
—Entiendo a lo que te refieres.—Se puso en su lugar, pues sentía lo mismo a veces.—A veces siento que nunca seré la reina que alguna vez mi madre fue, a veces siento que no soy y nunca seré la indicada para este trabajo. ¿Y si algún día hago algo tan malo y pongo a todos en mi contra?
El chico la miró de reojo, no sabía que ella se sentía de esa forma. Estaban siendo completamente sinceros, aunque él no decía aún ni una palabra. Dejó de abrazarse, pero aún no la miraba a los ojos.
—Ramón. . .—La rosada comenzó a hablar, preparando sus palabras mientras que el chico volteaba a verla mejor.—No importa como seas, nosotros te amamos igual. Sí, puede que todos los trolls seamos muy positivos, pero no todos somos iguales. Yo no voy a pretender que seas como yo, Grandulón, Diamantino o mi padre. Te adoro por ser el troll gruñón y sobreprotector que eres y estoy segura de que todos en la Villa te quieren así.
Hizo una pausa para apoyar su mano suavemente sobre la del azulado, mirándolas con de forma retenida.
—No eres perfecto, nadie aquí lo es. Pero yo adoro tu personalidad, tu carácter y tu pasión por las cosas que te gustan.—Ella sonrió y volvió a verlo.
El chico quedó completamente boquiabierto al sentir a la rosada comenzar a hacer círculos con su pulgar sobre su mano, dándole caricias suaves y cariñosas. Sus mejillas se tornaron de un leve color carmesí apenas visible. Volvió a verla, intentando volver en sí, y aclaró su garganta.
—¿D-de verdad me quieres por ser como soy?—Preguntó conmovido.
—Todos te queremos por ser como eres, ¡Nos encanta tu forma de ser!—Exclamón, sin dejar las caricias de su mano de lado.
Él se acercó rápidamente a abrazarla con total necesidad, cosa que la rosada quedó algo sorprendida por ésta acción. Correspondió aquel abrazo y cerró sus ojos mientras que sentía como él ocultaba su rostro en su hombro.
—Gracias, Poppy.—Habló con sinceridad.—Y tú no tienes porqué sentirte poco tampoco, eres una de las mejores reinas de la Villa que he visto, que digo de dlas mejores, ¡Eres la mejor de todas las reinas!—Corrigió con una sonrisa, sin separarse del abrazo.
Se quedaron por varios segundos así, abrazándose mutuamente y sintiendo afecto corporal y sintimental por el otro.
La rosada suspiró tranquila al sentir sus palabras y lo abrazó aún más fuerte, no quería y no podía separarse de los brazos de su mejor amigo, pues él era la única persona con la que había digo realmente sincera todo este tiempo.
🌹