Prólogo

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Todos en el gremio estaban entusiasmados, aquel día se iba a repartir un viaje para dos personas a una isla con todos los gastos pagados. En una bola como si fuera un bingo, estaban introducidos todos los nombres de los magos del lugar. 

—Me pregunto quienes serán los afortunados—Mirajane deseaba ir, quería tomarse unas buenas vacaciones.

—Ir de vacaciones es de hombres—Elfman estaba ilusionado.

—Juvia desearía ir con Gray-sama—dijo emocionada.

—Por dios...que no me toque a mi con ella—Gray estaba temblando con la idea.

Natsu y Lucy apoyados en la mesa, miraban al maestro mover la manivela.

—Bien, vamos a empezar—cuando la primera bola cayó, Erza la abrió.

—Uno de los afortunados es...¡Natsu Dragneel!—anunció.

Este al escucharlo dio un salto de alegría y empezó a reír a carcajadas.

—Si va Natsu yo paso de ir—dijo uno.

—Yo venderé el mio al mejor postor—dijo Gajeel—no iré con él.

Al escuchar eso, apretó los puños listos para pelear. Pero fue detenido por Erza quien le miraba y le pedía que se callase y sentase.

—Y el segundo es...—miró el papel—¡Juvia Loxar!.

Ella empezó a saltar de alegría, nunca había ganado nada y ahora tenía la posibilidad de tener un viaje con todo pagado a una isla muy popular, especialmente entre las parejas. La maga de agua se acerco un momento a Natsu.

—¿Sería tan amable de darle su boleto a Gray-sama?—preguntó con una voz macabra.

—No pienso darle a ese idiota mi boleto—contestó.

Gray por una vez estaba de acuerdo, había perdido y era su obligación como persona con honor el aceptar la derrota.

—Tu lo que pasa es que no quieres ir con Juvia—le susurro Levy.

—¡Juvia, no se pueden vender ni nada por el estilo!—regañó la pelirroja.

—Juvia quería ir con Gray-sama—empezó a llorar.

Natsu estaba feliz por poder viajar, ahora bien, se separaría nada más llegar a la isla. No quería que la maga de agua estuviera echándole en cara no haberle cedido el boleto a Gray.

El día para el viaje llegó. Y el joven estaba ya con todo listo a bordo, había pasado las maletas de equipaje y ahora estaba en su camarote. Aquel barco era enorme, a este le parecía que cada vez los fabricaban más grandes. 

—Ah, que bien, vacaciones—dijo emocionado.

Miró la cama de al lado, estaba vacía, ahí iría Juvia pero conociendo a esta, no viajaría sino era con su Gray-sama.

—En serio, ¿qué le ve?—se preguntó.

Nunca se había preocupado por un tema como el amor pero le resultaba extraño que ella insistiera tanto en alguien que no le correspondía. ¿Acaso le cegaban los sentimientos por una persona?.

—Que bobada—pensó.

En ese momento se abrió la puerta del camarote dejando ver a la maga. Juvia dejó unas maletas en un rincón y se tiró a la cama boca abajo y desanimada.

—Juvia quería venir con Gray-sama...

—Cielos...la que me espera—susurró.

—¡Todo es culpa de Natsu-san!—un ojo rojo apareció de refilón.

—No se podían vender ni nada.

—Ahora...Gray-sama estará con su rival en el amor y...—los pensamientos nublaron su mente—¡seguro que Gray-sama esta con otra!—comenzó a llorar.

No habían salido y ya estaba cansado de escuchar la palabra Gray. Natsu solo agarró la almohada y se la puso en la cabeza para tapar sus orejas. No quería escuchar nada de eso y aún no podía salir del camarote al estar toda la gente yendo y viniendo.

Al cabo de unos minutos, ya no escuchaba nada. Con cuidado, miró a su lado y vio que la maga estaba dormida mientras aún resbalaban algunas lágrimas por su rostro. Se levantó y se sentó a su lado a observarla. Con el dedo le limpió la lagrima.

—No parece tan mal desde aquí.

La mano de Juvia se deslizó y al tocar la de este, enredo sus dedos imaginando que era la mano de su amado. Le costó mucho zafarse de ella, tenía mucha fuerza, pero pudo hacerlo.

—Voy a ir a dar una vuelta por la cubierta—dijo alejándose de ella y abriendo la puerta—descansa un poco—había estado llorando y se encontraba sin fuerzas—duerme bien Juvia.

Caminando por los pasillos se fijo en que todos eran parejas ya fuesen de una edad joven o ancianos. La brisa del mar le daba en la cara penetrando sus fosas nasales con el olor a mar. Y Wendy le dio unas pastillas para evitar el mareo, de hecho, funcionaban a las un y mil maravillas.

—Veamos que nos depara este viaje—se apoyó sobre la barra de la cubierta a observar el mar mientras a lo lejos ya se podía ver aunque fuera diminuta, la isla.

Todo esto sin saber que aquel viaje le cambiaría para siempre.

Continuara.

Agua y Fuego (Navia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora