El efecto mariposa cap. 5/5

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—¿Estás bien? —preguntó su hermano mayor, y el más joven se agarró más fuerte la cabeza, recordando cada nuevo acontecimiento, sangrando por la nariz otra vez—. Llamaré a un médico.

—¡No! No hace falta, Seto. Estoy bien —sonrió al ver a su hermano con su típica gabardina y el deck-box colgado a su cadera.

Por lo que recordaba, todo era como siempre, el pasado triste que les tocó vivir, más a Seto que a él; la empresa de tecnología orientada a juegos; la rivalidad de su hermano con Yugi, todo normal. En definitiva no pudo hacer nada, y no lo volvería a intentar, se lo prometió.

—Seto, tú te acuerdas... —iba a preguntar sobre el suceso en el orfanato, pero decidió no hacerlo—. Nada, olvídalo.

—¿Acabas de volver de tu paseo? —preguntó Seto con una sonrisa—. Ahora tendrás que contarme sobre la tecnología que desarrollaste a mis espaldas para viajar en el tiempo.

Lo que le faltaba. Y probablemente Seto estaba pensando en un plan para retar al faraón a un duelo.

—No te lo diré. Finjamos que no pasó —el castaño se quedó quieto por un rato y luego lo abrazó.

—Está bien. Aunque no te saqué el ojo de encima todo este tiempo, nunca vi nada sospechoso. Sé que no hay tal tecnología. —Mokuba sonrió feliz y correspondió el abrazo—. Te amo.

Era la primera vez que Seto se lo decía. Tal vez tenía que olvidar el pasado y disfrutar del presente.

—También te amo —contestó y puso sus diarios el su maletín—. ¿Me acompañas a prenderle fuego a esto?
El castaño rió con ironía al descubrir que eran los diarios, aunque no tenía ningún sentido lógico.

—Bien, vamos a deshacernos de eso.

Salieron del edificio de Corporación Kaiba hacia el estacionamiento.
Estando supuestamente solos, el castaño abrió la puerta del auto y Mokuba por su parte gritó del susto al sentir una mano apretarle el brazo y algo frío y duro pegarse a su sien.

—No grites. Y tú, Seto Kaiba, dame las claves de tu nuevo satélite o le vuelo la cabeza a tu hermano.

Era increíble, el hombre que habían contratado como su secretario, le apuntaba con un arma en la cabeza.
Tal vez podía usar su poder una última vez.

—Deja a Mokuba. Yo sé las claves de memoria, puedes tenerme si quieres —contestó con una sonrisa confiada y desafiante.

—No soy tonto. Si bajo la guardia me inmovilizarás. Sé cuán hábil eres —confesó apretando el arma en la cabeza del pelinegro.

—Seto, las claves están en el libro verde en mi maletín. En la antepenúltima página —dijo Mokuba al mayor con una mirada de complicidad—. Lee en voz alta.

El castaño obedeció y empezó a leer:

"Hoy fue un día agotador y el secretario me hizo llegar esos documentos, que el estúpido de Pegasus quiere que firmemos, ni en chiste..."

—¡¿Que tonterías lees?! —se quejó el delincuente, mientras Mokuba se concentraba en la voz de su hermano mayor.

—Señor Vicepresidente

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—Señor Vicepresidente. ¿Dónde le dejo estos documentos? —preguntó el secretario de los hermanos.

—Aquí nomás. Ah, ya que estás ábreme la ventana. Quiero un poco de aire natural —ordenó el joven Mokuba.

El hombre se acercó a la ventana, abriéndola como le pidió, y se sobresaltó al sentir el aliento de su jefe en su nuca.

—Maldito traidor, solo te dolerá un poquito —susurró el joven de negra melena, empujando con fuerza al otro hombre por la ventana de un décimo piso.

Luego caminó hasta su escritorio y cayó desmayado.

Luego caminó hasta su escritorio y cayó desmayado

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—¡Mokuba! —ese grito lo hizo volver en sí.

Se limpió la nariz con el dorso de la mano y miró a su alrededor, notando que estaba en el estacionamiento privado de la corporación. A su lado su hermano con rostro preocupado.

—¿Lo hiciste otra vez? —los ojos acusadores del mayor lo hicieron asentir con molestia—. Volvamos a casa y ponemos esos diarios tuyos en la chimenea.

—¿Y si los necesito luego?

—Créeme que no. No es bueno para tu salud, ya me di cuenta.

—Como digas, pero hagamos algo juntos.

—Bien, miremos una película —propuso el castaño y juntos subieron al auto.

Ahora Mokuba no sentía culpa ni remordimiento. Viviría el presente disfrutando cada segundo con su familia. Así es la vida; no puedes vivir en el pasado ni en el futuro, o te perderás las mejores cosas.

Fin.

Fin

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𝙴𝚕 𝚎𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘 𝚖𝚊𝚛𝚒𝚙𝚘𝚜𝚊 (𝚈𝚞𝚐𝚒𝚘𝚑 𝚏𝚒𝚌)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora