Todo a su alrededor se había vuelto más sombrío, como si la noche hubiese caído como un manto sobre ella, privándola de la calidez del día. Miró a su alrededor, y cada destello de luz parecía desvanecerse conforme avanzaba por el estrecho y largo pasillo. Sus pies se movían solos, sin que ella hubiese dado la orden a sus sentidos, como si una fuerza invisible la arrastrara hacia un destino desconocido. El aire se volvía más denso con cada paso, el eco de sus pisadas resonaba en la penumbra, y una sensación de anticipación la envolvía por completo.
Al fondo del pasillo, una rendija en una puerta dejaba escapar un haz de luz deslumbrante, una promesa de claridad en medio de la oscuridad. Su cuerpo se tensó involuntariamente, y con una mezcla de temor y determinación, extendió la mano hacia el pomo de la puerta. Al abrirla, la luz la envolvió, cegándola momentáneamente.
Lo que vio la dejó petrificada, no por ser algo atroz o inaudito, sino por la profunda extrañeza de la situación. Allí, descendiendo por unas escaleras majestuosas, estaba una mujer con un hermoso vestido negro adornado con delicados detalles dorados. Su cabello era de un rubio radiante, tan brillante como el de Akhasia, y sus ojos, feroces y expresivos, reflejaban una intensidad familiar. A pesar de ello, había en sus rasgos una sutil semejanza con Connus, una mezcla de características que la hacían inquietantemente parecida a ambos.
La mujer sonreía, una sonrisa que irradiaba confianza y misterio. Sus ojos se fijaron en un hombre que estaba de pie al final de las escaleras. Era un hombre desconocido para Akhasia, pero su presencia parecía tener un peso significativo en la escena. Era comprensible, pues ella aún no había nacido. Esta revelación la golpeó con fuerza, una visión del futuro que le resultaba imposible de comprender por completo.
El hombre, alto y de porte elegante, miraba a la mujer con una expresión de adoración y respeto. Vestía un traje impecable que reflejaba la misma elegancia que el vestido de la mujer. Cada detalle de su apariencia parecía meticulosamente cuidado, desde el brillo de sus zapatos hasta el nudo de su corbata.
Aunque le costó comprenderlo, al final lo hizo, supo que esa mujer que había visto sería nada más ni nada menos que su descendencia, su hija misma, pero no solo supo eso, sino que, para su mala suerte, su vida y la de ella corrían peligro, y probablemente serían desterradas a Akadem y la contención de sus poderes terminaría enloqueciendolas tarde que temprano.
Sin embargo, no estaba absolutamente segura de esa premonición, así que acudió a la sacerdotisa Eisha una vez más y esperó escuchar sus palabras sabías y certeras.
—Cuando la luna llena aparezca, la princesa dirkham, heredera de la oscuridad y el príncipe elfico, heredero del Ifharkhaw, serán separados por el deber, pero el destino los reunirá y el fruto de su amor no solo será su oscura perdición, sino, también, un arma contra el Bæçklag.— Había profetizado la sacerdotiza, acto que había causado estragos en el alma y corazón de Akhasia.
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Destinos Decadentes (CDLS III)
FantasyDESTINOS DECADENTES: un reino entre sombras y tinieblas. (Crónicas de las sombras III) LIBRO NARRADO EN OMNISCIENTE. Agatha luchará contra viento y marea, enfrentando desafíos que pondrán a prueba su lealtad, determinación y valor, sin embargo, el...