La guerra ya había comenzado hacia un par de semanas y las tropas de Hedeón luchaban a capa y espada para mantenerse con vida, aunque no importaba en lo absoluto si tenían que dar su vida con tal de proteger al reino de amenazas como lo eran las especies del reino Vytried. Haines se secó el sudor con el dorso de su mano ensangrentada, no podía detener la pelea aunque así lo deseara. Debía luchar hasta que el último de los silfos cayera o el rey mismo se rindiera a sus pies y suplicara piedad.
Sostuvo con firmeza la espada magistral y la blandió contra aquella especie ponzoñosa. Una sonrisa de victoria se extendió en sus labios cuando vio reflejado en sus ojos oscuros y cristalinos el terror. El silfo sabía que iba a morir, pero tenía el valor de mantenerle la lucha al príncipe de Caedonia y Serdnol solo para mostrarse un poco más fuerte de lo que realmente era.
Aunque, ciertamente, eso a Haines no le importaba para nada. Un giro hábil y un saltó inesperado le llevó a perder la cabeza al silfo. Sin más, se movió con agilidad hacia el franco derecho de Ambrose y encestó un golpe brutal al tipo que estaba a punto de atacar a su mejor amigo desde la espalda.
-Deberías estar más atento, Ambrose, casi te cortan la cabeza- Le dijo él a su amigo, mientras blandía la espada hacia un silfo de ojos verdes que había tenido la desdicha de enfrentarse a él.
Le costaba entender a Haines como es que esas especies eran tan habilidosas en el combate teniendo unos cuerpos tan flácidos y carentes de músculos, pero quizás no hacía falta músculos para ser fuertes, sino tener la mente despiadada y llena de odio hacia ellos para lograr cambatir sus enemigos.
Ambrose peleaba con una agilidad formidable, su espada no era tan poderosa como la del principe de Caedonia, pero era suficiente con su fuerza para poder usarla a su favor. Se movió hacia un grupo de guerreros silfos, acompañado de unos cuantos más de sus colegas, entonces golpeó a diestra y siniestra, luchó con ferocidad, venciendo a esas criaturas ponzoñosas como los mismos cambiaformas.
Hasta que se encontró con un inesperado enemigo. Ojos cristalinos, cabello blanco y piel tan palida como la de un muerto. No era un silfo, era una cosa peor que eso, un elfo del ultrapielago. Enemigos mortales del reino de los feéricos terrenales.
-Tanto tiempo sin verte, Ambrose ¿Aún sigues luchando por una causa perdida?- Preguntó en tono burlón. -Es una lástima, pudiste haberte unido a nosotros, pero decidiste unirte a un reino que tarde que temprano terminará cayendose a pedazos.
Ambrose apretó la espada con fuerza, odiaba a los elfos del ultrapielago, tanto como ellos odiaban a los Dirkham y elfos terrenales. Así que, antes de que él diera el primer golpe, aprovechando que estaba distraído con su estúpida agilidad para presumir sus hábiles destrezas, se fue contra él. Lo golpeó y tiñó su perfecta piel palida con su sangre roja oscura. Pero no lo mató, no pudo hacerlo ya que él le dio pelea.
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Destinos Decadentes (CDLS III)
FantasyDESTINOS DECADENTES: un reino entre sombras y tinieblas. (Crónicas de las sombras III) LIBRO NARRADO EN OMNISCIENTE. Agatha luchará contra viento y marea, enfrentando desafíos que pondrán a prueba su lealtad, determinación y valor, sin embargo, el...