14. Un despertar confuso y extraño. (PARTE 2)✓✓

13 0 0
                                    

(DOS SEMANAS DESPUÉS)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(DOS SEMANAS DESPUÉS)

—¡Es inaudito!— Exclamó Mery encolerizada. Su anillo brilló gracias a la furia que desprendía. —¿Cuando me ibas a decir todo esto? ¿Cuando ibas a decirme que te acostabas con Iben Detrox?

Mery solo necesitó ir a las catacumbas y descubrir por sus propios ojos lo que estaba ocurriendo. Cómo Agatha había supuesto, su padre no estaba listo para matar a Iben Detrox, porque ella saciaba su necesidad de sexo, su furia, cada vez que se peleaba con su esposa y, esa misma mañana, cuando Mery había decidido bajar a las catacumbas a sacar información de una de las silfides que tenían encarcelada para que sus guerreros tuviesen ventaja, lo encontró a él con Iben. Le hubiese encantado verla sufriendo, le hubiese encantado saber que esos gritos ahí abajo eran por dolor y no por placer, pero Bruck había estado complaciendola con su polla sin importar que estuviera en una celda.

No perdió ningún segundo más, se abalanzó sobre ellos, alejó a Bruck de Iben y luego, a ella le arrancó la cabeza de un solo tirón. Iben estaba débil a causa de los grilletes que anulaban sus poderes y Bruck no se atrevió a enfrentar a la furia de su esposa. Quizás enojarse por eso era hipócrita, porque ella misma había fornicado con O'Shafew y cada vez que se peleaba con su esposo deseaba indudablemente, sentir las manos grandes y celestiales de él en todo su cuerpo, o su boca, o su polla, pero no iba a decírselo a Bruck y mucho menos le iba a pedir a O'Shafew que cumpliera sus fantasías.

Porque solo eran eso, fantasías que ya nunca más volverían a ocurrir.

Bruck se acercó a ella y quiso tomar su mano, pero Mery se negó a que siquiera le rozara la piel, se giró hacia él y le demostró cuán enojada estaba. Bastó una cachetada dura y fuerte para ello, para que él comprendiera que la había lastimado demasiado.

—Me imaginé tantas cosas, quizás que ibas de caza, que matabas, o que estabas en tabernas mirando culos, pero nunca, nunca me imaginé esto— Mery hizo un ademán hacia la mujer muerta. —¿Con Iben? ¿En serio? Esa puta no era más que una espina en mi zapato y a ti no te importó al parecer.

—Cálmate...

—¡No me pidas que me calme!— Vociferó tras perder los estribos. Luego tomó un respiró y salió de la celda solo para volver a la sala del trono.

Si no se controlaba, temía que terminaría asesinando a su esposo y eso sería el fin del reino y su alianza con los Greendwed.

—Escúchame, Mery— Le pidió él, angustiado, desesperado por encontrar la manera de no perderla. —Yo...

—¡¿Tú qué?! ¿Me vas a venir con la estúpida excusa de que era por información? ¿Por tortura quizás?— Mery rio con amargura y caminó con más rapidez por el pasadizo que llevaba hacia el trono. —Vete al carajo, Bruck.

—¡Estaba harto! ¡Harto de tus peleas estúpidas! ¡De tus reclamos! Y ella era un maldito respiro en medio de todo el caos que tú provocabas.— Las palabras de Bruck resonaron fuera del pasadizo, justo en la sala del trono. Cuando abrió la entrada, ella se giró hacia él y le miró con expresión dolida.

Destinos Decadentes (CDLS III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora