Carta

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Querida Riza, lamento haber tardado tanto en responderte, las cosas aquí han estado un poco ocupadas...

Arrugó el papel que tenía adelante suprimiendo un gruñido de frustración. La pila de cartas fallidas a su lado no paraba de crecer. Nada sonaba correcto, nada era suficiente. Por eso había tardado tanto en escribirle en primer lugar; pero cuando una carta había llegado para él, se vio prácticamente obligado a responder.

Había vivido tres años en la casa Hawkeye junto a Riza. Al principio ella se encargaba de estar lo más lejos posible de él, pero lentamente fue cediendo y terminaron convirtiéndose en buenos amigos, quizás algo más que eso. Un "quizás" que Roy no se atrevió a enfrentar hasta el día que se marchó para comenzar la academia, día en que ella lo besó. Bueno, siendo honesto consigo mismo, en ese momento no pudo hacer mucho más que devolver el beso y subirse al tren a tropezones.

Ahora, ella otra vez había dado el paso que él no se atrevía a dar. Le envió una carta, contándole cómo estaba todo con su padre (mal, como siempre habían sido las cosas con Berthold Hawkeye) y diciendo abiertamente que lo echaba de menos. Incluso terminando la carta con un "te quiero"; Roy agradecía que haya optado por esa palabra y no por otra, porque se habría desmayado al leerla.

Tenía que responder a esa carta, no podía seguir ocultándose. Y eso significaba que era momento de poner en palabras sus sentimientos por Riza Hawkeye.

-Solo hazlo, Roy. - sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de Maes Hughes. -Puedo oírte pensar desde aquí. - su vivaz amigo estaba recostado en la cama de arriba de la litera.

No respondió a lo último, pero asintió para sí mismo. Sí, si simplemente abría su corazón y le decía a Riza lo que sentía se sentiría mucho mejor. Tendría algo más que el ejército esperándolo cuando saliera de la academia. No respondió a lo último, pero asintió para sí mismo. Sí, si simplemente abría su corazón y le decía a Riza lo que sentía se sentiría mucho mejor. Tendría algo más que el ejército esperándolo cuando saliera de la academia.

Querida Riza,

Me siento muy avergonzado de que hayas sido tú la primera en escribir, pero el entrenamiento y las clases han sido bastante duras y no he tenido mucho tiempo para escribirte la carta que mereces.

Fuera de eso, todo está bastante bien. Los entrenamientos son arduos y las clases exigentes, pero sabes bien que siempre he sido bueno saliéndome con la mía en situaciones así.

Escuchó a Maes balbucear algo y detuvo su pluma. Asomando su cabeza a la cama de arriba, vio a su amigo abrazando la foto de una chica que había conocido hace poco y parecía que le gustaba mucho. Sonrió por el paralelismo de la situación. Volvió a acostarse para seguir escribiendo:

Incluso hice un muy buen amigo en una situación algo peculiar, cuando pueda verte te contaré todo.

Siguió escribiendo. Las palabras le salían a borbotones, sentía que una carga muy pesada se levantaba de sus hombros con cada trazo de la pluma. Su amigo tenía razón, expresar la extensión de sus sentimientos lo hacía sentir mejor.

Nunca se percató del "error" al final de la carta, ni siquiera cuando por fin la envió. Su subconsciente lo había traicionado, haciéndolo abrirse más de lo que él pretendía:

Necesito decirte que te extraño mucho. Tres años viviendo bajo el mismo techo lograron hacer mella en mí, ahora me haces falta. Es por eso que he decidido que estos dos años que vamos a estar separados sean los últimos de nuestra vida.

Riza, luego de que termine mi formación pienso volver por ti. No me interesa si tengo que rogarle a tu padre de rodillas que me dé permiso, aunque sea para invitarte a una cita; la academia solo ha logrado acrecentar mi obstinación.

Te quiero, mucho más de lo que puedes imaginar. Por favor, no dejes de escribirme.

Con amor, Roy.

Quien estaba leyendo la carta gruñó con desagrado. Ese muchacho no solo le había dado la espalda a sus enseñanzas uniéndose al ejército, sino que además quería tener a su hija. Si Riza sabía que su ex alumno estaba enamorado de ella, seguro le contaría sobre su investigación y dónde estaba guardada, y de momento era algo que Berthold Hawkeye no podía permitir, no si el muchacho iba a ser un perro de los militares. Así que escondió la carta entre sus cosas, sabía que su hija nunca husmearía en su estudio, menos en su estado actual. El tatuaje de su investigación tardaría varios días en sanar por completo, y con suerte, para entonces Riza se habría olvidado de que siquiera le había enviado una carta a Roy Mustang.

Pero Riza no se había olvidado.

En cuanto se sintió un poco mejor y pudo incorporarse, esperó todos los días que llegara la respuesta de esa carta que había enviado al ex alumno de su padre abriendo un poco su corazón. Cuando vio que habían pasado semanas y no recibió respuesta, la parte racional de sí misma le decía que tal vez la carta nunca le había llegado, no era algo raro, el servicio postal de su pueblo dejaba bastante que desear. Su lado irracional, en cambio, le gritaba que Roy Mustang recibió la carta y la ignoró.

Lamentablemente, esa batalla la ganó la Riza irracional, así que decidió no volver a escribirle.

Roy, por su parte, sintió que tal vez había ido demasiado lejos con su carta. Tal vez la había espantado y por eso Riza no le había respondido.

Tal vez la parte en la que básicamente le decía que quería casarse con ella había estado de más. Riza tenía solo 15 años y había vivido casi toda su vida sirviendo a su padre, probablemente la idea de casarse y hacer lo mismo para él era algo que le molestaba (aunque él jamás permitiría que tuviera la vida que tenía con Berthold Hawkeye).

Se sintió tan avergonzado que no volvió a escribirle, aunque muchas veces tuvo el impulso de hacerlo, de disculparse, de preguntarle qué le había molestado de todo lo que dijo. Pero lo posponía, y lo siguió posponiendo hasta que se encontró subiendo a un tren para ir al pueblo de su maestro, recién graduado de la academia.

Todos los sentimientos que creía enterrados y olvidados lo alcanzaron cuando una Riza Hawkeye mucho más madura y seria le abrió la puerta de la residencia Hawkeye. Pero aún ahí no se atrevió a preguntar por qué nunca le había respondido.

Riza tampoco se atrevió a preguntarle por qué no respondió a su carta cuando lo vio de pie en la puerta de su casa, enfundado en su nuevo uniforme militar. Una fuerte nostalgia se agolpó en su pecho, pero su expresión no la traicionó ni por un segundo.

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Bueno, espero que les haya gustado este primer día! Siempre vale la pena hacer a Berthold Hawkeye peor de lo que ya es, nadie se ofende por eso(?

Gracias a quienes siempre me leen y me dejan sus comentarios tan lindos! Esto es para ustedes.

Mañana nos leemos de nuevo!

Royai Week 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora