Ƥɾíʍɑѵҽɾɑ (Ӏ)

674 95 43
                                    

    Una semana. Siete malditos días, formados por muchas horas, en los que estuve vigilando como pastor a su rebaño a mi nuevo compañero. Encerrado en los dormitorios, rodeado de muchos libros y libretas, intentando inculcarle algo de conocimiento aprendido durante todo un año en una semana.

    Definitivamente estúpido e imposible si tomamos en cuenta que su intelecto es casi igual al de un niño.

    No me fio de su palabra ni conocimientos previos, ni siquiera el director se confió de lo aprendido mientras no pisó esta universidad, así que, básicamente, me pusieron como su tutor. Nada lindo, por cierto... Pero afortunadamente, su compromiso por no quedarse atrás es admirable.

—Toma, esta es la última actividad que el profesor Takeda no dejó —dije mientras le entregaba un par de hojas con texto—. Supongo que dentro de esa mente infantil tendrás algo decente.

—Oh, vamos Tsukishima-san, ¡no puedo escribir nada cuando tengo mucho sueño!

—Eso debiste haber pensado cuando decidiste levantarte al mediodía. —Me burlé por un corto momento— Además, ya te dije que no estamos en Japón como para usar los honoríficos, es incómodo.

—Ugh, es el último día que pasaré aquí prácticamente encerrado, lo aproveché reponiendo mis horas de sueño. Respecto a lo otro, no puedo evitarlo, es difícil no quitarse una costumbre cotidiana en poco tiempo... —Un breve silencio indicó que estaba repensando sus palabras, sin tener motivo alguno— Supongo que ahora seré tu compañero nocturno también.

—¿Y por qué? —cuestioné indignado— Mañana empezaras la vida normal de un estudiante de literatura y dices que "el sueño es el mejor aliado de un aprendiz".

—Quizás no se nota, Tsukishima-san, pero mientras tenga algo de pasión por una actividad haré hasta lo inhumano por no errar mis pasos. —respondió poéticamente—Así que quisiera que Takeda-sensei tenga una buena imagen de mí.

—Entonces te deseo suerte, enano. —Él se subió a su parte de la litera, haciéndome un ademán de poder apagar la luz— ¿Acaso no dijiste que me acompañarías?

—Claro, pero tu lugar es el suelo. Mi creatividad corre más deprisa cuando estoy disfrutando de las alturas. Es más, seré tan silencioso que ni notarás que estoy despierto.

—Lo que digas, sólo no me molestes en las clases, como acordamos. Y te lo repetiré por si todavía no te ha quedado claro; no uses honoríficos en la escuela, ni con los maestros ni con nadie, ¿queda claro?

—Uh... Eso suena a que me quieres dar órdenes. Lástima, no planeo obedecerte, Tsukishima-san.

—Es una preciada sugerencia como tu preciado tutor, enano —aclaré burlonamente—. Créeme, no te vas a arrepentir de hacerme caso.

—Ya lo veremos. Ahora concéntrate en tus cosas y yo en las mías. —Mi roomie sonaba levemente enfadado, lo cual me provocaba cierto gusto— Buenas madrugadas para ti, Tsukishima-kun.

—Ahora ya no es "san"-. —El desgraciado me aventó un lapicero a la cabeza, con la suficiente fuerza para matar si quiera— Tch, no vuelvo a ser amable contigo... ¿En serio? ¿Me aplicarás la ley de hielo? —solté un bufido y decidí hacer lo que me dijo, "concentrarme en lo mío"

    Sabía que las horas pasaban, pero al estar acompañado de una buena música y una noche ligeramente nublada, parecía que el tiempo se detenía.

    Mi nuevo compañero tenía razón, nunca le escuché hablar ni quejarse durante el tiempo que me mantuve despierto; incluso comprobé si no me estaba mintiendo al quitarme por una hora entera los cascos. Fue estúpido, pero lo admito, sentí mucha más tranquilidad al verlo centrado en un cuaderno, sin apartar su vista de este. Tanto así que seguí mi rutina mañanera como si nada hubiese pasado...

Roomie |TsukiHina|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora