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En que Googie descubre algunas verdades

—No os importará que me haya ido, ¿eh, chicos? —nos pregunta Jin a Chungha y a mí.

Pongo los ojos en blanco.

—Jin, estarás una semana en Portland. Me las arreglo sin ti durante varios meses seguidos, así que creo que no me pasará nada.

Estamos sentados en un banco en el exterior del supermercado. Chungha y yo trabajamos, pero hemos hecho una pausa para fumar, aunque no fumamos. El principio es el mismo.

—No te lo preguntaba solo a ti —dice con afectación—. Chungha, tú me echarás de menos, ¿verdad?

—Ya estoy contando los segundos que faltan para que vuelvas —responde ella teatralmente, poniéndose la muñeca sobre la frente—. Suspiro por tu regreso, querido Jin.

Se levanta, nos besa a ambos en la cabeza y dice que tiene que volver antes de que se gane una bronca. Advierte a Jin que no haga ninguna estupidez mientras esté fuera.

Algunos de los amigos que Jin tiene en Phoenix irán a Portland durante una semana. Nos ha invitado a ir, pero no me atrevo a pedir vacaciones en el trabajo, no mientras esté tan adelantado con las facturas como lo he estado últimamente. Por más que me gustaría escaparme de Seafare por unos días, el Chico no lo permitiría de ninguna manera, y sería una carga si me lo llevara. Jin había desechado mis reservas, diciendo que Tae podría asumir cierto libertinaje. Me había pasado por la cabeza la horripilante imagen de llevarle a un club de striptease y dije que no en el acto. Además, todavía tenía escuela durante un par de semanas más.

Consulto mi reloj.

—Creía que ya deberías haberte ido.

Se encoge de hombros.

—Me quedaba algo de tiempo, y quería pasar un momento antes de marcharme. No hemos tenido muchas oportunidades de hablar desde la fiesta.

Había transcurrido una semana y media desde el cumpleaños del Chico y, durante ese tiempo, yo no había vuelto por su casa. Había dado excusas, diciendo que trabajaba, que estaba cansado. Por cierto que fuera, no quería volver debido a él. No podía sacarme de la cabeza la imagen de Minnie apartándose de mí, dejando la pregunta sin contestar aún flotando en el aire, resistiéndose a morir. El sueño, aquel océano azul negruzco. Creí que lo mejor que podía hacer era poner la mayor distancia posible entre Minnie y yo hasta que regresara a San Diego. Dejó muy claro que no me necesita, así que he decidido darle lo que quiere. Las cosas se complican cuando estoy con él.

Golpeteo el banco de madera con los nudillos.

—Ya te lo he dicho —declaro—. He estado ocupado.

—Mientes muy mal, Googie —replica Jin con una sonrisa en el rostro—. Siempre lo has hecho. Supongo que no debería haberte obligado a hablar con Minnie, ¿verdad?

—¿Sigue encerrado en su habitación? —pregunto, tratando de parecer aburrido.

—Sí. Creo que ahora le veo aún menos que antes de la fiesta. Quizá fue una mala idea mandar al oso para que le vapuleara.

—Tenlo en cuenta la próxima vez, ¿quieres? —digo—. Ya he tenido una persona casi deprimida a quien cuidar. No necesito otra.

Se reclina en el banco.

—No creo que debamos pensar en ello mucho más tiempo. De todos modos tengo la sensación de que se marchará pronto.

Me da un vuelco el corazón, pero trato de ignorarlo.

Dos hombres y un niño↬ jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora