Dolor no era la palabra correcta, no cuando lo músculos se estiraron y encontraron de nuevo su sitio acostumbrado, fue en parte alivio, en otra fatiga. Ninguna de las dos era terrible, cuando el ángel abrió los ojos y se encontró con un demonio dormido entre sus brazos, fue incluso placentero recordar cómo había adquirido ese cansancio: ningún sueño había sido tan dulce y en su existencia jamás esperó sentirse tan tranquilo como en ese instante. Beelzebub, príncipe del tercer círculo, respiraba de forma tranquila, su aliento cálido golpeando el pecho del arcángel y aferrándose al tiempo que le otorgaba el supuesto dios Mofeo. No había conciliado el sueño al volver, la tranquilidad adquirida en el gozo del amor se esfumó y no regresó incluso cuando sus ropas fueron puestas a un lado y los brazos de Gabriel la encontraron: cálida, suave, vulnerable... El príncipe que solo él había visto en esas condiciones abrazado a él como un precioso secreto.
Gabriel sonreía, el resplandor de su halo iluminaba el cabello y el rostro sereno del demonio, sus manos acariciaron su mejilla, se tomaron la libertad de recorrer las líneas expuestas de su cuello y sus mejillas se enrojecieron al encontrar varias marcas que adornaban el cuerpo de su amante; tenía la mente despejada y el corazón tranquilo, aquello que no pudieron hacer aquella casa tan grande y los cuidados anteriores lo hizo esa escena, una muy diferente a la que cualquiera llegaría a esperar en sus condiciones.
-Bee- el apodo le resultó tan natural en la boca como la cercanía de ambos debajo de las mantas, el demonio se negó a moverse, su expresión no cambió ni siquiera cuando él acercó sus labios a su frente para dejar un beso. Sus brazos la apretaron más y toda su gracia se regó a ella, la iluminó y la hizo sentirse segura, a salvo en medio de aquella angustia. –Bee, te quiero- ella también lo quería, su corazón a través de su propia piel vibraba, casi estaba seguro de sentir el palpitar. Debió escucharlo, porque sus delgados brazos se aferraron más a su cuerpo, su rostro se escondió haciendo reír a Gabriel, no esperaba que ella sintiera vergüenza.
El príncipe volvió a aferrarse a su sueño fingido, escondió la mirada en la piel marcada del pecho de Gabriel, se quedó tan quieta y silenciosa hasta que su propia conciencia la traicionó. El príncipe que no le temía a nada, que levantaba la vista ante los ejércitos y le sostuvi la mirada a Lucifer estaba temeroso, por primera vez era él quien buscaba un sitio seguro, quien se refugiaba en los brazos de otro ente para no afrontar lo venidero. Abrazó a Gabriel, habría querido sostenerlo más tiempo, esa casa fue pensada para compartirla, para explorar cada sala, una más hermosa que la otra y todas para diferentes propósitos; habría sido tan feliz usando todo el mobiliario como merecía. Aquella cama fue pensada para una eternidad igual que aquellas vistas ofrecidas por la pared de vidrio del baño. Incluso el hermoso cielo del espacio pensado para Gabriel, las flores en otro tiempo y en otra victoria habrían quizá invadido toda la casa. Ella habría querido no despertar nunca, no cuando todo lo que había deseado estaba ahora a su lado.
"No es justo" pensó aferrándose más a Gabriel, quien entre risas trataba de despertarla entre besos, abrazos y uno que otro pellizco impertinente, en sus sueños ella le seguía el juego, lo patearía o le daría un buen puñetazo antes de lanzarse a besarlo. "No es justo" pero el mundo no lo era ¿Por qué razón el Infierno habría de serlo?
-¿Bee?- el arcángel sonaba preocupado- Los ojos del demonio se negaban a abrirse y sus manos a apartarse de él –Bee... Beelzebub, ¿estás bien?- todo rastro de alegría se fue cuando apretó las manos del señor de los infiernos, a pesar de su propio calor y de las mantas ella estaba fría. –Bee...
-No- dijo ella en un susurro, tenía los ojos cerrados y el rostro tranquilo a pesar de la nota de alarma en su voz –Vuelve a dormir. Y si no quieres hacerlo al menos pretende que yo duermo- el ángel recibió esas palabras como un golpe, en su felicidad no había reparado en la importancia de aquel momento donde se quedó solo en la cama, algo había cambiado en su príncipe.
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PANDEMONIUM (Ineffable Bureaucracy)
Fanfiction"La victoria es más dulce cuando ya conociste la derrota"- M. Forbes. El infierno ha ganado. En medio de un mundo devastado por la guerra y donde el bando ganador no es el suyo, Gabriel cae como prisionero del Príncipe de los Infiernos, Beelzebub...