•[Capítulo 3: "Tu Castigo"]•

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Meliodas Pov.
Hoy ya era otro día, Domingo. Apenas Elizabeth y yo nos vamos empezando a caer bien. Y ya trajeron las cosas de Elizabeth a la mansión, ahora ella ya vive aquí. Escucho que tocan la puerta y digo adelante, entonces entró Elizabeth

Elizabeth: B-buenos días Señor Meliodas, g-gusta que le traiga el desayuno o usted desayunará con su padre y hermano?

Meliodas: No. No quiero bajar, ¿si me podrías traer un té y un pan dulce, por favor?

Elizabeth: C-claro, enseguida Señor!

Y ella se retiró. No sé porqué cada vez que la miro me siento feliz, osea, otras veces ya he sido feliz pero la felicidad que ella me da es pura, es muy, no sé, es inexplicable.

Narración Normal.
Mientras el chico pensaba en Elizabeth, la albina ya venía de regreso con la bandeja en manos. Entró y se empezó a acercar a él, pero por su torpeza, tropezó debido a que la alfombra que yacía en el suelo y estaba un poco alzada, entonces se cayó todo de la bandeja al suelo, y ella estaba de rodillas y con las manos en el suelo.

Elizabeth: L-lo-lo siento mucho S-s-se-señor Melio...

El chico ni siquiera la dejó terminar de hablar, pues él, de un acto rápido, acostó a la chica boca arriba en el piso y él encima de ella, a lo que la albina se sonrojó un poco por la posición en la que se encontraban. Meliodas se acercó al cuello de Elizabeth y comenzó a besarlo suavemente, y la albina se sonrojó más

Elizabeth: Ah..~ -gimió levemente por el acto del chico- Se-señor Meliodas.. Qué hace..? ~

Meliodas: Shhh, recuerda que te dije que si algo te salía mal, te castigaría..~ -dijo seductor-.

Después de haber dicho eso, Meliodas desabotonó el cuello del uniforme de Elizabeth, y él empezó a bajar sus besos hasta llegar a su hombro. La chica no podía estar más roja, ya que era la primera vez que le hacían algo como eso, además de que sentía una sensación extraña, osea, nueva para ella. Meliodas dejó de besar el cuello de Elizabeth, se levantó y ayudó a levantarse a Elizabeth. Elizabeth comenzó a arreglarse su uniforme, y cuando acabó, Meliodas la pegó hacia la pared y, sucedió lo que ella nunca pensó que pasaría un día. Meliodas besó a Elizabeth en sus labios, pero no era un beso lujurioso o con pasión, fué uno lleno de amor, cariño y de un sentimiento de ternura. Elizabeth por lo sorprendida que estaba no correspondió al principio, pues estaba asombrada y era su primer beso, no sabía besar. Poco a poco correspondió al ritmo de él. Meliodas se dió cuenta que ya le comenzaba a corresponder, entonces mordió el labio inferior de la chica, haciendo que ella gimiera y abriera un poco la boca, él no desaprovechó la oportunidad y metió su lengua dentro de la boca de la chica. Meliodas quedó fascinado por el dulce sabor que tenía SU Sirvienta Personal, y Elizabeth quedó igual de fascinada porque su primer beso fué con Meliodas. Por la falta de aire se separaron un poco, y lo único que los unía en ese momento era un hilo de saliva. Meliodas estaba un poco sonrojado, pues le gusta Elizabeth y pudo al fin besrala, aunque no se conocieran mucho. Por otro lado, Elizabeth estaba súper sonrojada, número 1, por que era su primer beso, número 2, porque fué con Meliodas, y número 3, porque fué muy rápido, apenas se conocían ayer y él ya la había besado.

Elizabeth: S-señor Meliodas...

Meliodas: Shhh, no hace falta que hables -se separó un poco de ella- sabes que era tu castigo, además no me digas que no te gustó -pícaro- porque la verdad, a mí si me gustó, y mucho, ¿sabes...? Creo que deberías tropezarte más veces, así podré besarte más seguido -puso cara pervertida-.

Elizabeth: -muy sonrojada- Y-yo... Creo que debería limpiar eso... -dijo tratando de evitar el tema-.
















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Qué tal? Interesante?

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Mi Sirvienta Personal (Melizabeth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora