Dos

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Ahí estaba ella, envuelta en su cobija mientras cambiaba de canal a la televisión con sumo aburrimiento, no encontraba nada bueno que ver y estaba segura que no lo encontraría pronto

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Ahí estaba ella, envuelta en su cobija mientras cambiaba de canal a la televisión con sumo aburrimiento, no encontraba nada bueno que ver y estaba segura que no lo encontraría pronto. Ahora se arrepentía de gran manera el haber echo enojar a la abuela, la cual mandó a Samy al sofá por hacer travesuras.

Seguía cambiando los canales uno por uno con la misma mirada de desinterés, hasta que un programa por fin llamó su atención.

Una película de dudosa trama.


Eran los últimos minutos de dicha programación y ella prestaba total atención a la pantalla, no quería perderse de nada, no importando que estuviera temblando de miedo

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Eran los últimos minutos de dicha programación y ella prestaba total atención a la pantalla, no quería perderse de nada, no importando que estuviera temblando de miedo.

De la nada y sin previo aviso apareció un monstruo grande, viscoso y de un oscuro color verde que causó un enorme grito en la pequeña, con sólo verlo se ocultó dentro de sus cobijas esperando que no la atacara.

Nada le gana a esa poderosa protección.

  —¿Qué ocurre Samy?—preguntó la abuela entrando preocupada en cuanto escuchó el grito de su pequeña.

  —¡Monstruo! —Aterrada gritó todavía oculta entre sus cobijas.

La abuela rió un poco, realmente no pudo evitar el sentir algo de ternura, además de que la situación le divertía un poco.

  —Con la abuela, ningún monstruo podrá tocar un sólo pelo de mi pequeña. —Tranquilizó un poco a Samy, tomando de su mano la llevó consigo.

Ninguna logró siquiera poner un pie en la cocina y la menor salió corriendo ocultándose de nuevo.

  —¿Qué es lo que tanto te aterra? —Volvió a donde Samy quitando de nuevo las prendas de su rostro.

  —Verde, viscoso, ¡Se mueve mucho! —gritó aterrada—. ¡Me jalará de los pies!

  —Mientras esté contigo nada malo te pasará—sonrió mientras alzaba su palma en señal de promesa, logrando tranquilizarla totalmente–. ¿Qué tal si me muestras que es lo que te asusta?

Ella asintió y tomó la mano de su abuela para armarse de valor e ir por segunda vez a la cocina.

Vió de nuevo tal cosa escalofriante, por lo que se ocultó detrás de su abuela señalando el ser verde y viscoso.

Resultar ser que no era nada más y nada menos que gelatina. Tal cuadro hizo que la mujer entrara en risas por el inocente temor de su pequeña nieta.

 Tal cuadro hizo que la mujer entrara en risas por el inocente temor de su pequeña nieta

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“Quien te manda a ver cosas de terror” diría mi abuela.

Golosinas para SamanthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora