HOUSE OF CARDS

CAPÍTULO 23.

Hermione cerró los ojos y se hundió en un profundo sueño, mientras Harry estaba parado afuera haciendo la guardia.

Harry se pasó las manos por el cabello. Su corazón aún latía con fuerza y se sintió mareado cuando la comprensión de lo que acababa de pasar lo golpeó, se tocó los labios con cautela. Su cabello era un desastre, sus mejillas estaban sonrojadas y sus labios hinchados.

Cuando Hermione lo alejó, levantó una ola de pánico, su respiración finalmente se reguló, se abrió camino a través de sus emociones. Estaba triste, confundido y completamente reprimido sexualmente por el intenso beso que acababa de compartir con la castaña, gimió de frustración, dejando caer la cabeza pesadamente contra el tronco de un árbol. Sus emociones sueltas dentro de su cabeza dolían. Por su mente corrían cientos de preguntas sobre lo que acababa de suceder. ¿Qué le haría esto a su relación? ¿Cómo impactaría esto en su misión? ¿Qué significó esto? ¿Qué hubiera pasado si no parara? Había sido tan intenso, tan apasionado, tan acalorado. Nada de lo que había experimentado antes se acercaba a esto.

Las preguntas pasaron por su cabeza mientras la noche avanzaba, trató brevemente de convencerse a sí mismo de que no era gran cosa, ambos estaban sexualmente reprimidos por estar en una tienda de campaña. Sin embargo, en su corazón, sabía que ese no era el caso, por supuesto que es un gran problema, la deseaba tanto que no podía controlarse y eso lo enfureció, debía respetar las decisiones de Hermione. Sabía que estaba ocurriendo algo más profundo en la castaña.

Harry dejó caer la cabeza entre las manos, sus hombros temblaban a medida que descendía la temperatura y la nieve se acumulaba a sus pies. Siempre consideró a Hermione una chica demasiado atractiva, pero ahora lo mataba pensar en ella bajo su cuerpo, tocándola, sintiéndola. Había estado tan preocupado por el momento en que se entregarían, que no pensó que ella retrocedería. Sabía que eventualmente sucedería, lo supo cuando ella gimió, pero era inmaduro y debía esperar. Pero el toque de Hermione había devuelto todo en espiral. No solo por la ansiedad de besarla, sino también por los recuerdos de la noche en que se habían arrojado más de lo que podían haber esperado y casi terminan teniendo relaciones. Pensó que había lidiado con esto, pero ahora se daba cuenta de que solo había empujado todo hacia un rincón oscuro de su mente y trataba de salir cada vez que la tenía enfrente. Sus besos con Ginny nunca se sintieron así, su beso con Cho fue una broma en comparación. Honestamente, ya ni siquiera pensaba que podía contar ese beso con Cho como un beso. Esto fue acalorado, desesperado, apasionado, como jadear por aire después de estar bajo el agua. La necesitaba, la quería, necesitaba estar más cerca y quería tocar cada centímetro de ella.

Lo que sucedía importaba, había sentimientos reales, no podría lastimarla. Desde que Dumbledore le contó que Hermione era hija de Voldemort, sabía que la relación entre ellos había cambiado, al menos desde su lado, no porque la odiara, sino que no le importaba, Hermione era grandiosa y bondadosa. Nunca le contaría ese detalle sobre su vida a nadie, nunca había confiado en una sola persona lo suficiente como para decirles que el culpable de tanta muerte y destrucción de quienes lo rodeaban era padre de la mujer que amaba. Nunca le había dicho a nadie lo terrible que se sentía al respecto.

En el segundo que la había mirado a los ojos después de aquella noticia, él supo, nunca sería capaz de mirarla de la misma manera, era hija de su enemigo, pero había querido abrasarla en ese mismo momento. Hermione era increíblemente lógica, reservada y controlada, y Harry sospechaba que tendría repercusiones su secreto, mientras estuvieran en medio de la guerra.

Harry había estado parado en la nieve hasta la madrugada pensando, preguntándose qué hacer. Quería saber, quería que ella reconociera la situación que se había desarrollado entre ellos. Él nunca la empujaría a algo incómodo, y nunca la obligaría a hacer algo que ella no quisiera.