CAPÍTULO 16.

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La criatura en su pecho rugiendo triunfante, ya no estaba. Ron sonrió ante el sentimiento de libertad, el Horrocrux se había ido. No estaba gritándole que no le importaba a su familia, a Harry, o mucho peor que eso a Draco.

Esa noche cuando se acostó en una cama, su corazón se aceleró al pensar en tener lo que quería finalmente, escapar de la caza y destrucción de Horrocrux. Las cosas no empezaban a mejorar, pero empezaban a tener sentido. En el transcurso de su tiempo en Hogwarts, había pasado cada semana acostado preguntándose qué le pasaba, porque era diferente y sobre todo porque amaba a Harry.

Al crecer, nunca había tenido mucho interés en las chicas que la rodeaban, principalmente porque pensaba que todas eran molestas, simplemente no entendía por qué todos sus amigos las encontraban tan interesantes. Por ello prefería tener chicas como amigas y nunca las encontró atractivas de ninguna otra manera. Le encantaba tener niños como amigos, eran divertidos, enérgicos y mucho más divertidos para jugar.

Una vez que llegó a Hogwarts, nada cambió. Todavía no encontraba a las chicas demasiado interesantes, excepto para pasar el rato alrededor del castillo, siempre se sentía incómodo sentado en la cama de su dormitorio mientras los chicos con las que compartía habitación hablaban de quién era linda. Cuando Neville le preguntó, quien le gustaba, entró en pánico y soltó el nombre de Lavender Brown. Los chicos aceptaron su respuesta y luego aullaron por lo guapa que era la rubia. Pero esa chica no estaba en su cabeza, sino su amigo Harry.

Cuando conoció a Harry Potter fue golpeado por mil estrellas, Harry era una leyenda fascinante. La idea de ser su amigo era un sueño, en los próximos años se centró en todas las cualidades, cosas sobre la apariencia y personalidad de Harry que le gustaban y comenzó a asociarlas inconscientemente consigo mismo. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Harry no parecía prestarle atención, era solo Ron su mejor amigo. Se ponía nervioso a su alrededor y comenzó a preocuparse porque nunca sería capaz de tener un tipo de relación amorosa, que tal vez nunca llegaría a estar con él de esa manera.

Se obligó a no estresarse por el hecho de que Harry nunca lo notaba. Y trató de salir chicas para parecer más normal, como si no estuviera colgando todo su futuro de la aceptación de Harry.

Sin embargo, salir con chicas había sido insoportable y para ser honesto, sentía una buena cantidad de culpa por hacerlo. Cada vez que se inclinaba para besarlas, se le hacía un nudo en el estómago, no de la manera romántica y emocionante que describían que se debería sentir cuando se besa. Darle un beso a una chica lo hacía sentir incómodo y ansioso, como si estuviera haciendo algo mal, algo que sabía que realmente no quería hacer.

En sus sesiones de besos, a menudo encontraba su mente vagando por otras cosas. Pensando en Harry, Quidditch en el ejército de Dumbledore, en un nuevo hechizo que quería probar. Besar a una chica era aburrido, se sentía un poco enfermo consigo mismo, como si algo no estuviera bien y su cuerpo rechazara el contacto. Lo único que le daba calma era pensar en Harry.

Ron cerró los ojos y dejó escapar un suspiro. Las cosas estaban bien ahora, estarían bien. Ya no amaba a Harry, finalmente había encontrado a otra persona que le gustaba. Con Draco todo parecía natural y normal, sentía que podía encajar con el resto del mundo. Los sentimientos enfermos e incorrectos desaparecerían.

El único problema es que lo dejó por la cacería de Horrocrux y ahora también la había abandonado. Todo apuntaba a que una relación no funcionaria. Draco era la clase de mago que obedecía a sus padres sin pestañar, incluyendo las cosas que tenia que ver con Voldemort, sin embargo, en el fondo era un joven divertido y asustadizo. Ron carecía de simpatía por los Malfoy, tanto tiempo confrontándose los convirtió en enemigos públicos. Y ahora se amaban.

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