Prólogo

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Aquel era un nuevo día en el cual los rayos del sol se colaban por las ventanas iluminando una amplia habitación, el viento hacia bailar las cortinas color arena, había un silencio plácido en el ambiente dejando que el sonido de los pájaros cantando fuera una dulce melodía haciendo de fondo musical, las pareces verde claro emitían una suave tonalidad bajo la luz de la mañana.

Un hombre observaba a su pareja dormir y a su lado a sus pequeños hijos recién nacidos, los cuales habían llegado al mundo la noche pasada en medio de una tormenta eléctrica, su sonrisa mientras sus ojos estaban posados sobre los durmientes era hermosa y si poseyeran un olfato sobrehumano como el de los hombres lobo u otra criatura del mundo sobrenatural podrían percibir el olor de la felicidad que desprendía su cuerpo, aderezado con amor y ternura.

Los pequeños que descansaban al lado de su mami comenzaron a removerse, ocasionando que está se despertara ante la mirada maravillada de su compañero.

Los ojos dorados parpadearon, hasta fijarlos en su pareja brillando del color de la plata obteniendo una respuesta de color rubí, intercambiaron una sonrisa mientras el padre de los pequeños se acercaba a la cama y se sentaba en ella depositando un beso en los labios de su pareja que fue recibido y devuelto con gusto, sus corazones rebosando de dicha.

Luego cada uno tomo en brazos a uno de los pequeños bebés, uno de cabellos negros y piel blanca, con ojos dorados como su mami, el otro con una pelusa castaña en su cabeza, piel morena y ojos verdes como su padre, ambos con su suave fragancia a bebé que aún no desarrolla su propio olor, pero tenían el aroma combinado de sus padres, pequeños que comenzaron a gimotear en ese momento hasta despertar con un pequeño llanto pidiendo alimento, abriendo sus ojitos que en conjunción era ver como el bosque en ellos.

Minutos después, los adultos, cada cual con un pequeño en brazos se dispusieron a alimentarlos, mirándolos con ojos cargados de maravilla e intercambiando miradas llenas de contento entre ellos. El silencio era cómodo, llenado por los sonidos de succión de los pequeños, el viento fuera agitando las copas de los árboles, el canto de los pájaros y los latidos de sus corazones. 

Tras terminar sus alimentos, los bebés soltaron las tetinas y sus padres procedieron a sacarles los gases, todos sus actos siendo sus primeros pasos como padres desde que aquellos bebés llegaron la noche pasada a sus vidas, entre los nervios de sus padres, abuelos, tíos, amigos, su familia entre la que la vida les dio y la que eligieron de corazón.

Finalmente los bebés bostezaron entre los brazos de sus padres sacándoles sonrisas enternecidas a ambos, los cuales depositaron a los niños en medio de ellos sobre la gran cama, mientras entrelazaban sus manos sobre sus cuerpecitos como una promesa de que les cuidarían siempre, a ellos, el fruto de su amor, de su destino y su lazo.

-Son hermosos- dijo mirando a sus bebés con cariño.

-Gracias por darme una familia- Agradeció mirando esos hermosos ojos que le robaron el corazón desde el primero momento en que los vio.

-No tienes que agradecer, yo también recibí este regalo- Respondió con una sonrisa.

-No fue fácil, tuviste que pasar por mucho- Refutó rememorando el pasado lleno de perdidas y desde que supo que serían padres hasta el nacimiento de los bebés.

-Para ninguno de los dos- Llevo la contraria pensando en todo lo que pasó también su pareja apoyándole siempre.

-No me dejaras ganar hoy ¿no?- Dijo enarcando una ceja con un gesto entre fastidiado y divertido.

-Nop- Su sonrisa era traviesa – Acabo de tener a tus hijos, tú eres quien debería dejar que me salga con la mía-

Tras soltar una risa suave dijo -No tardarán en invadirnos para achuchar a nuestros cachorros-

Una carcajada hizo que los bebés se removieran pero siguieron durmiendo arrebujándose el uno contra el otro -Ven- lo acercó logrando que ambos, teniendo cuidado con los pequeños en medio suyo, intercambiarán un dulce beso -Vamos a dormir un rato antes que venga la horda a consentir a nuestros polluelos-

La pareja se posicionó lo más cerca posible el uno del otro, cobijando a sus niños entre ellos de manera protectora dejándose envolver por aquella tranquilidad hasta que se quedaron dormidos, permitiéndo que el sonido acompasado de sus corazones y sus respiraciones inundarán el silencio.

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Parpadeo lentamente al mismo tiempo que su sentido del oído sintonizaba con los ruidos que le rodeaban ubicándose en el espacio y el tiempo, hasta que abrió los ojos completamente mirando el techo con una sonrisa pintada en sus labios, luego giro la cabeza hacia la ventana y vio la luz del sol de la mañana entrar a su habitación lentamente como un travieso invasor.

Se estiró un poco dispuesto a levantarse y aprovechar el día, con buen ánimo, se sentía motivado, pues anoche había soñado con su alma gemela.

Su alma y corazón vibrando ansiosos ante la promesa de su encuentro y lo que aquel sueño prometedor le mostraba.

Su animal interior emocionado ante la idea de al fin encontrarse con su pareja de vida, quién le complementaria de una manera que nadie más podría, quién sería su compañía el resto de su vida.

Casi salto de la cama ante las posibilidades que sus sueños le revelaban, los sueños con el alma gemela los tenía un ser como él desde que está cumplía la edad adecuada y se hacían más intensos a medida que el momento del encuentro se acercaba.

-Pronto- Fue el susurro que se llevó el viento salido de los labios de dos personas que esperaban por aquel  ansiado encuentro con esperanza e ilusión.

Era un consuelo y un motivo para seguir día a día, pese a las pruebas que la vida les había puesto, las perdidas o el peligro del mundo y el modo en que les tocó vivir.

-Pronto-

Pensaron dos almas gemelas al mismo tiempo, en diferente lugares.

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Continua...

.~Reeditando~.

Rubí & PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora