Capítulo 22

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María

Abro los ojos lentamente y lo primero que me encuentro es a Rafael abrazado a mi, en la misma cama y los dos vestidos, por lo menos no paso nada más, lo que no recuerdo haberme emborrachado o algo para que él este aquí, solo recuerdo regañar a Rafael y acostarme en mi cama sola.

-¿¡Qué haces!?-el grito que doy le hace despertarse, yo pensando que era normal y resulta ser otro loco como los que residen aquí.

-Buenos días guapa-¿qué me acaba de llamar?-¿A qué vienen esos gritos?-le empujo y él cae al suelo, me levanto muy rápido y sujeto la almohada

-¿Qué a que viene? ¿Qué haces en mi cama? ¿Eres tonto?-aquello le hace gracia, cada vez me pongo más furiosa

-Querida María ¿no te enseñaron de pequeña que no debes confiar de los desconocidos?-se acerca a mi y empieza a acariciarme el pelo, me siento inferior a él, empiezo a temblar por dentro, tengo miedo, mucho miedo

-Sueltame...-me tapa la boca con su dedo índice indicando que me callara

-Si quieres seguir viendo a Pablo y a tu amiga Carol deberas dejar que te acaricie, te abrace, te bese... y si surje algo más...

-Prefiero que le digas mis huidas a Sor Leticia que eso

-¿Tú crees que estar encerrado en una sala pequeña y que te den solo de comer pan y agua es tener una buena vida?

Empiezo a llorar y le miro fijamente a sus ojos azules, estoy confusa, una mala vida o que un idiota abuse de mí, los dos llevan al mismo camino-¿Y qué debo hacer?

-Sere justo contigo, ya que no me gusta verte llorar, cortaras con Pablo y dejaras que yo sea tu nuevo novio, no habra nada de... bueno ya sabes, hasta que te enamores de mí-cosa que nunca pasará.

Pablo

Llamo varias veces a la puerta, según Carol está es la casa donde creció María y viven sus padres. Un señor rechoncho, con barba y calvo me abre. Sin poder decir nada me cierra delante de mis narices.

-Perdona quería hablar con vosotros-digo a traves de las rendijas de la puerta

-¡Pilar!-grita desde el otro lado de la puerta-¡Dile que se vaya!

Ahora una mujer canosa y con los ojos verdes me abre-¿Qué quieres? ¿No tienes suficiente con abusar de nuestra hija?-intento tener paciencia y no soltarle a esa mujer qie la que abusan de ella son ellos, suspiro.

-Solo quería hablar con vosotros-los dos se miran, susurran palabras que desde esta distancia no puedo escuchar y al final aceptan mi propuesta.

Entro a la casa y lo primero que me encuentro es un marco de María cuando era pequeña sosteniendo a un bebé que sería Gabriel, los dos sonríen, esa sería la época más feliz de María.

El hombre me lleva al salón y me invita a que me siente, me situo en frente de los dos. Me doy cuenta de que en otra foto aparece María vestida con el traje de comunión con un rosario en su mano. En la de al lado aparece ella también vestida de comunión y la familia entera, Gabriel y ella se parecían mucho. El salón estaba rodeado de fotos de María y Gabriel cuando eran niños, no comprendo como pueden hacerle tanto daño a María si luego tienen la casa rodeada de fotos de ella y su hermano.

-Por favor dejenla salir de allí, que haga su vida...-los dos ríen, les gustará que un famoso se arrastre

-Es un escarmiento, se lo merece-suelta el padre y pienso en lo que me contó un día, fue María quien le ayudo salir de la depresión ¿Como puede decir eso?

-Hare lo que sea si es necesario para sacarla de allí-susurran de nuevo y aquello me pone nervioso

-En una semana sera libre si tú cortas con ella y te vas lejos de aquí, a seguir haciendo tus concierto y lo que hagais los famosos-si hay que hacer ese sacrificio la haré, con tal de que ella sea feliz.

Por finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora