Por fin

Capítulo 23

María

Pablo me espera en un banco que hay en las calles cerca de mi casa. Rafael se esconde detrás de un árbol para que Pablo no lo vea, cada vez que lo miro me sonríe como un psicópata, maldito niñato.

-Hola-digo, él no me contesta, ni me mira solo observa el suelo

-Tengo que contarte una cosa-decimos a la vez-Las damas primero-dice él, por primera vez en todo el día le veo los ojos tan bonitos que tiene, echare de menos sus miradas cariñosas que me echaba.

-No tú

-No, no-sonrie y me alegro de que no esté tan serio como antes-Bueno ayer hable con tu madre-me asombro, ¿como que hablo con mi madre? Me habra puesto verde esa arpía-Y te dejaría en paz si yo... corto contigo y no nos volvemos a ver-suspiro, por una parte me alegro de ahorrarme la noticia que le tenía que contar pero por otra parte me duele.

-Y tú dijistes que sí ¿Verdad?

Nos miramos y a él se le escapan algunas lágrimas, apoyo mi cabeza sobre la suya y retiro las lágrimas de su cara-Solo quiero que seas feliz-le tiembla la voz y sé que no quiere llorar delante de mí, porque según los hombres, llorar es para cobardes pero recuerdo una canción de Dani Martín que decía "Ser valiente es llorar con la cara destapada" o algo parecido.

-Te quiero Pablo y sabes que nos veremos de nuevo, en algún lugar porque sé que el destino no quiere separarnos-él rie y ese es el sonido que quería oir

-Me gustas cuando te pones tan metafórica-le abrazo y me doy cuenta de que Rafa me está haciendo gestos

Me despido de él por última vez y corro en dirección a Rafa, seco mis lágrimas antes de que me vea.

-Has hecho muy bien querida-me da un beso y le doy un empujón-He de irme, cuidate-lo veo alejarse y al darme la vuelta veo que Pablo ya no está, me siento debajo del árbol y lo único que pienso es en las grandes ganas que tengo de morirme, de descansar en paz, de dejar de sufrir, de acompañar a mi hermano. Me siento tan sola, tan cansada que cierro los ojos y me imagino que estoy a su lado

-Gabriel-susurro y vuelvo a llorar