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Despertar siempre es el problema matutino de Yerim quien a pura necesidad de que no descubran lo que hizo, ha decidido poner la alarma como una ayuda. Sale de las sábanas casi al instante extrañando la sensación de la calidez de estas, se dirige al baño y vierte agua en su rostro para aclarar todo. Ha sido una velada larga como en las que asistía hace meses y casi estaba segura que jamás pasaría otra madrugada fuera de casa pero eso a su amiga no le importaba en lo absoluto así como a ella tampoco le importaba saltarse un par de reglas porque su vida apesta ya lo suficiente como para quedarse un fin de semana en casa con su madre y compartir penurias.

Yerim baja hacia la primera planta con la pereza de un gato mientras se acomoda el cabello con aspecto molesto, de alguna forma le enoja todo últimamente y su madre aún le hes incomprensible eso pero no dice mucho porque los adolescentes y sus cosas lúgubres.

— Buenos días. —Procura saludar en tono neutro y asi no evidenciar su malhumor de quien no ha dormido sus horas completas. Suelta un bostezo de media cara cuando se recuesta sobre la mesa y al instante recibe una mirada reprochante de su madre—. Perdón.

— No has dormido bien, al parecer.—Hay un tono de sátira mezclada en su voz pero Yerim demasiada sumida en su cansancio, no nota aquello—. ¿Qué hiciste ayer?

— No mucho, sinceramente.—Contesta, deslizando su mano por todo su rostro y recién comenzando a sentir la resaca familiar de hace meses. Inspira largo para intentar ahuyentar el dolor de cabeza que amenaza con visitarla, expira después de segundos largos.

— Anoche fuí a tu habitación para ver si podiamos ver una pelicula o algo pero me llevé la gran sorpresa de que... no estabas.—La madre de Yerim continúa manteniendo un tono sereno, no parece realmente molesta ni contenta, simplemente neutro y eso aterró un tanto a la consciencia de Yerim quien dejó de frotarse la cara al instante—. No hace falta que te excuses, solo tengo una pregunta: ¿dónde estuviste ayer?

— Dormí en casa de Ahjung.

 Últimamente mentir era su pasatiempo favorito; además, para Yerim, la verdad era un instrumento dúctil al cual podías darle forma a conveniencia para facilitar las cosas y no meterte en líos. Así que si un extraño cualquiera le preguntara cuál era su habilidad, ella diría con simple modestia, el hecho de mentir sin ser descubierta. La mayor de las dos, mira con insidia a la otra en busca de algún indicio que delate que la menor está mintiendo; y como si sintiera que no conoce en lo absoluto a su hija, no logra descifrar nada. 

— ¿Por qué no me pediste permiso?— Pregunta con interés.

— Porque no lo habría tenido. — Contesta con sinceridad. Desde que ha adoptado esa actitud de quien no le interesa nada (porsupuesto, nada le interesaba), se negaba rotundamente a permitir que su hija divague solo por temor a quien sabe qué y eso exasperaba a Yerim en demasía por que demasiados recuerdos ya la invadían en su casa como para ser una sádica y encima, pasar más tiempo ahí dentro y oír y sentir penas. Yerim, quien descarta el hecho de que tendrá un buen desayuno, se pone de pie dispuesta a subir a su habitación a continuar durmiendo asi que, en un intento de suavizar las cosas decide disculparse. Es lo mejor—. Lo lamento. 

— Como siempre.—Su madre dice evidentemente decepcionada pero eso no interesa mucho a Yerim porque está cansada de todo y bien sabe además, que es una decepción para sus padres—. Antes de que subas a encerrarte, ¿puedes ir a dejar un encargo?

Yerim se contiene de poner los ojos en blanco, porsupuesto que su respuesta es negativa— Sí, supongo. ¿Dónde es?

— La calle de la vuelta. La única casa blanca de la manzana. 

La joven sale después de atarse el cabello en una coleta alta e inspira el aire fresco de las mañanas sintiéndose relajada. Mira en torno al camino que debe ir, la suave brisa apenas levantando algunos mechones de su cabello oscuro. Yerim vuelve a sentir el vacío de siempre cuando camina y ve lejanamente una familia trotando por la calle;  a veces desea que todo vuelva a ser como antes y asimismo tampoco lo quiere porque hay demasiadas cosas que es mucho mejor dejar atrás, como él. Siente la bilis ascender por su garganta, el enojo queriendo apoderarse de ella y el miedo a lo vivido antes.

SOMEONEーD. KYUNGSOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora