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Yerim vuelve a casa con una metafórica nube negra apenas viendo a las personas con las cuales cruza y detestando la sensación de odio que abrasa con su ser. Es aún mas inexorable cuando llega a casa después de una larga jornada de clases, los pensamientos la invaden cuando llega a la casa vacía donde los recuerdos pasados son los únicos que hay, eso es lo que más lugubridad le dan. El recordar a su padre, que porcierto no está muerto, perdido en alguna ciudad de Canadá e ignorando la situación en la cual dejó a su hija; era como si no le importara.

Yerim solía pasar el tiempo pensando mal en su padre ausente ya que de alguna u otra forma era la única manera de recordarlo; él no era un mal padre cuando aún no se divorciaba de su madre, si bien podría decir, Yerim acarreó parte de eso y eso era otra cosa imperdonable que se sumaba a su lista. Él era bueno, pero aveces mostraba poco interés en la actitud de su hija que terminaba por molestar a su madre, quien intentaba por todos los medios llegar a su hija adolescente de cambios súbitos en su conducta.

Ojalá solo hubiera sido eso.

Con abulia, coge el libro de su mochila y decide estudiar para la prueba que tendrá mañana, algo que con seguridad mantendría su mente alejada de cualquier recuerdo negativo. Se mantiene sentada en su escritorio hasta la hora en que su madre vuelve del trabajo con un júbilo de infante y le saluda con la misma euforia de quien pretende estar bien cuando no lo está. Sabía bien que nadie en esta casa lo estaba, pero a su madre le gustaba fingir que todo estaba en orden y que, hace unos meses, algo acarreó todo lo malo en su familia.

Esa noche después de leer las fichas de su control de lectura, logra dormir hasta cierta hora de la madrugada por el sueño tétrico de siempre y hastiada, permanece sentada en su cama. Intenta tranquilizar su mente y su cuerpo pero es inútil, se acerca a la ventana cuando ve una luz tenue encenderse en la habitación que hay frente a la de ella. Yerim tremendamente ansiosa, abre un poco las cortinas para ver de quien se trata y le sorprende un poco ver la silueta de aquel chico, caminando de un lado a otro con un libro en manos. Lo conoce, él le gustaba cuando estaba en escuela primaria y aunque de eso fué hace mucho, aún puede recordar lo roja que se ponía su rostro al verlo en las calles. Del mismo color que Kyungsoo adoptaba en su rostro cuando le habla. 


Cierra las persianas después de inspirar aire del entorno y sintiéndose más tranquila, vá hacia su cama de nuevo. Está en busca de las horas de sueño que aún le faltan cuando lo recuerda, no es algo agradable y eso le causa repulsión instantáneamente. Yerim siente sus ojos escocer y la tranquilidad de hace instantes se disipa ávidamente para dar paso al desasosiego habitual; su mente está en caos otra vez.

Había días en los cuales sentía que ya no podía con tanto pesar almacenado, hoy era un día de esos.


Kyungsoo es uno de los últimos en llegar a la primera hora de clase, es conciente de que está atrasado pero eso no le impide llegar con pulcritud a la escuela. Es uno de los selectos alumnos que asiste uniformadamente. Él busca el primer asiento disponible a la vista porque su sitio designado siempre es tomado por otra persona y hay convenientemente tres asientos libres. Entre ellos el de Yerim y eso es satisfactorio porque no conoce mucho al resto y probablemente solo le digan que se busque otro asiento vacio, vacilando se acerca al asiento que es su objetivo cuando alguien camina más ágil que él y da solo unas zancadas para estar al lado de Yerim.

— Si te quedas, pierdes.— Otra persona dice cuando sigue su camino hacia adelante, un tanto resignado. Esta era una de las razones por las cuales no solía tomar iniciativa para muchas cosas, suelta un pesado suspiro mientras toma asiento al lado de una chica con listón azul. Kyungsoo le saluda con un asentimiento de cabeza y ella esquiva la mirada al instante.

SOMEONEーD. KYUNGSOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora