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Hay un orden para cada actividad y para cada cosa. Kyungsoo tiene la insólita costumbre de colocar alarmas para realizar muchos de los deberes ya que le ayudan a tener un horario y orden para cada cosa y aunque adoptar esa costumbre fué un trabajo complicado, logró establecer sus propios itinerarios y eso fue gratificante. Su madre era partidaria de esa idea asi que ella fue la principal influyente en esa costumbre suya, a ella le gustaba tener todo en orden, desde sus asuntos de trabajo que los organizaba con antelación hasta los labores domésticos.

— ¿Que tal la escuela?

A Kyungsoo le toma por sorpresa aquella voz que se dirige hacia él en plena comida en la mesa, es la voz de su padre quien ha preguntado y es algo nuevo ver que esté particularmente interesado en sus asuntos de la escuela. Su padre solo tenía la sencilla función de traer dinero a casa, compartir gastos de facturas con su madre y recalcarle cotidianamente que lo único que debía hacer en esa escuela de prestigio intermedio era estudiar y sacar los mayores puntajes para ser aceptado en una buena universidad, y si fuera más astuto, que en el paso también se gane una beca ya que así facilitaría las cosas para ellos. Kyungsoo solo terminaba asintiendo porque se sentía temeroso respecto a la libertad de opinión y porque eso enojaba continuamente a su padre.

— Está bien... — Contesta. Mira a su madre y luego a su padre, ninguno muestra expresión alguna lo que indica que su respuesta a secas no les fastidió en lo absoluto. Vuelve a mirar su plato a medio terminar y resopla por lo bajo, derrepente se siente sin apetito.

— Espero que así de bien vayan tu boleta de notas, Kyungsoo.

— La última vez que nos enviaron tu boleta por correo, habías bajado un punto de tu promedio general. —Su madre dice en tono apacible, mirándole tranquilamente—. Sabes qué hacer.

Kyungsoo asiente, lo sabe. Sube la vista para ver a su padre mirando ofuscado su plato de comida y siente ganas de huir de la mesa porque quizá en cualquier momento inicie con su monólogo o el sermon que siempre causaba discusión entre sus padres por la forma en cómo lo decía.

—  ¿Puedo retirarme?

— No has terminado de comer.

— Puedes.

Su madre era quien comúnmente apaciguaba los asuntos y casi siempre era ella quien le defendía en los líos que armaba su padre contra él. Pero aveces, había ocasiones en que ni su madre misma podía con tanto y ya no encontraba palabras para silenciar al otro, solo entonces, Kyungsoo tenía que oír cualquier cosa que tenga que decir su padre. Y eso, era jodido. Esos días iba a dormir con un pesar en el alma. No le gustaba su vida.

Al día siguiente está todo más tranquilo porque ninguno de sus padres está y le toca preparse en silencio el té matutino de las mañanas ya que el café está prohibido en su casa porque su padre un día volvió a casa con la idea absurda que la cafeína mataba neuronas y su hijo, un estudiante en preparatoria, no podía perderlas solo porque sí asi que deshechó cualquier cosa que contenga cafeina. Su padre dijo que algún dia se lo agradecería pero eso no es cierto, a Kyungsoo le gustaba realmente el olor y el sabor a café y no se  perdonaría jamás cómo solo tuvo que ver los sobres de café en el garete sin replicar nada por temor.

Temor. Eso era lo que constantemente abrasaba con él. Sentía temor a todo: a sus padres, a la escuela, y a su soledad innata. Kyungsoo sentía miedo principalmente a la reacción que podría tener su padre respecto a todo, y el mayor solo percibia aquel temor como respeto e intentaba de todo para mantener así la situación.

Despues de meter algunos libros en su mochila, se agacha para levantar las pocas cosas que encuentra en el piso de su habitación y a su mente viene la imagen de Yerim. Le gusta pensar en ella porque es agradable y porque es bonita, es una de las personas gentiles que escasean en la escuela y le gusta dormir con la idea de que al día siguiente charlará aunque sea un poco con ella

SOMEONEーD. KYUNGSOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora