En mis manos tengo la capacidad de escribir una nueva aventura en mi vida, las piernas me temblaban, solo podía ver cómo él se alejaba, tengo segundos para reaccionar, no podía dejar de ver su sonrisa cómo daba vueltas en mi cabeza. No tengo nada que perder.
Caminando hacia la puerta 2B, me pasaron tantas cosas por la cabeza, fueron tantos pensamientos, que cuando me di cuenta, él estaba ahí, parado en la puerta con dos boletos comprados en tren y esa sonrisa que podía sacarme de mi estado natural. –¿Cómo supiste que vendría? –Le pregunté
–Solo lo sabía, algo me decía que no dejarías pasar este momento. –respondió.
Un poco nerviosa, sin entender la situación, traté de calmarme y de ver esto cómo una aventura. No podía dejar de ver su cabello negro, sus ojos oscuros, muy elegante, su traje color azul, zapatos impecables, en su mano un libro y en la otra un maletín.
–No te he preguntado tu nombre –le dije
–Él rápidamente respondió, Armando
–¿De dónde eres? –me preguntó
–Venezuela ¿Tú?
–De Venezuela también.
Y ahí estaba parada en la estación de un tren, el cual no sabía el destino, con un hombre a mi lado que sólo se su nombre. De momento me entró un pensamiento de felicidad, claridad, plenitud o no sé cómo llamarlo, solo tenía la sensación de que escribiría una gran historia.
–¿Te gusta leer? –Me preguntó el
–Si, me encanta, realmente es lo que más hago.
–¿Qué te gusta leer?
–De todo, ahorita leo una novela romántica. ¿Tú? ¿Que te gusta leer?
–Ciencia, física, un poco de Freud, novelas, realmente soy un aficionado a todo tipo de lectura.
–Que bueno. Yo me siento igual, me gusta escribir, prácticamente escribo todo lo que vivo. Estoy empezando mi segundo libro, por eso viajé a Europa.
Él se me queda viendo y se me acerca, yo comienzo a ponerme nerviosa, sin entender si dije algo malo, él me acarició un lado de la cara y me dijo –Bella, inteligente e interesante. Bonita combinación.
–Gracias –respondí muy nerviosa
Fue un momento medio incómodo, pero me agradó, antes nadie me había dicho eso, pero lo tomé muy bien. Llegó el tren y aún sin saber, me monté, caminamos hasta ubicar nuestro puesto.
–¿Para dónde vamos? –Le pregunté
–Tendremos un viaje de 6 horas, pasaremos por los Alpes franceses y por las aguas azules del mediterráneo. Iremos a Italia, una ciudad que me encanta, se llama Ventimiglia, es muy tranquila, te gustará.
Sorprendida y un poco asustada, lo veía para entender ¿por qué fui hasta la puerta? ¿por qué lo seguí?, mi cabeza tenía dos millones de pensamientos, me asusté mucho, no conocía a nadie y estaba él, ese hombre desconocido el cual solo sabía su nombre. Traté de tranquilizarme, me puse a ver por la ventana del tren.
–¿No te parece que esto es una locura? –Le pregunté
–Locura es aquello que dejas de hacer, locura siempre será esas ganas de conocer el mundo, escribir el mejor libro, soñar con algo grande y nunca hacerlo, eso sí es una locura. He aprendido que la vida está compuesta de grandes locuras. La locura no es más que ese pensamiento qué tienes en tu cabeza y lo manejas bajo un prejuicio, los prejuicios no existen recuerda siempre eso. Esto no es una locura, esto es una aventura para descubrir por qué un aeropuerto se convirtió en nuestro encuentro, sabía que algún día llegarías pero no pensé que fuese en un aeropuerto. Dejo que las cosas tengan su camino, solo tomé la iniciativa, me pareció interesante. Además, aquí está el boleto de regreso, solo serán dos días. Dos días...
Me puse muy roja, nadie me había hablado así, era tan interesante todo lo que estaba pasando que sonreí y respondí, –perfecto, bienvenido a esta aventura desconocida.
Ambos nos reímos, y continuamos conversando.
Continuará...
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La Historia de Ana
Ficção AdolescenteUna historia de ficción para aquellos que creen en el amor a primera vista.