Capítulo 9: El club de orgías vampíricas.

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El joven John Egbert era uno de esos escépticos que no creían en esa mítica técnica de ligue que ahora su generación llamaba "Netflix and chill" básicamente porque nunca había tenido la oportunidad de llevarla a cabo o vivirla. Creía que era una especie de técnica publicitaria por parte del mismo Netflix y que eso de invitar a alguien a ver una película y acabar liados era solo una cosa que pasaba en las mismas películas. La situación actual, desde luego, le ha hecho poner todas esas ideas del revés.
La noche anterior la había vuelto a pasar con Dave. Esta vez, estuvieron hablando hasta muy tarde sobre el tema de Terezi y el plan que había tramado con ella y su hermano Dirk para hacer creer a la prensa que su exnovia era la chica con la que salía en ese momento. En algún punto de esa conversación, que fue derivando a asuntos más banales, ambos habían ido durmiéndose en el mismo sofá hasta que el móvil del rubio empezó a sonar una y otra vez, obligando a que los dos chicos se despertasen. Tras colgar la llamada Dave dijo que tenía que irse urgentemente a hacer "cosas de estrella" y John no le preguntó nada más: sentía que ayer la confianza que tenían el uno en el otro se había fortalecido tanto que ni forzándose podría sospechar de las escapadas de su amigo. Así, el joven universitario tuvo casi todo el sábado para hacer sus cosas: recoger la casa, ducharse, adelantar tareas de la universidad... Justo cuando estaba empezando a echar en falta al famoso, éste le llamó, autoinvitándose de nuevo a su apartamento.
Y así, llegamos a la situación actual. John había decidido ver una de sus películas favoritas con Dave porque, a pesar de haberle hablado mil veces de todos esos films que le encantaban, quería que el Strider experimentase la misma sensación que él al ver las escenas apocalípticas de Armageddon... pero Dave perdió el interés en la televisión en cuanto su amigo se acurrucó a su lado en el sofá.
Una caricia en la pierna, un roce con la nariz en el cuello, un apretón en la rodilla, un brazo rodeándole los hombros... John recibe una cosa tras otra de la manera más estoica posible, pero no es lo suficientemente fuerte como para aguantarlo todo y poco a poco va cediendo; Dave acaba consiguiendo lo que quería, que es estar entre las piernas de su amigo, tumbado encima suyo en una postura aparentemente natural y relajada. Aparentemente.
John despega los ojos de la pantalla y mira al chico que tiene encima mientras resopla de manera significativa. Dave le devuelve la mirada directamente; no lleva sus gafas de sol y arquea las cejas, como si se preguntase de manera inocente qué es lo que ocurre. Ninguno dice nada y entonces John se da cuenta de que ha sido un error el mirarle y encima titubear porque cada segundo que pasa enzarzado en los ojos rojizos del otro, en silencio, hace que sus ganas de dejar la película en segundo plano crezcan.
Justo cuando el moreno deja escapar un suspiro y alzar la bandera blanca para rendirse a los encantos del mayor, un sonido les distrae.

—No. —le advierte Dave, pero John ya está estirando el brazo hacia el móvil que suena y vibra sobre la mesa baja.— Joder.
—Yo no huyo de mis compromisos, Strider.
—Encima que me tomo la tarde libre por ti... —murmura él a la vez que hunde el rostro en el cuello de su amigo. Va en busca de venganza por dejarle colgado justo cuando le tenía ya acorralado.
—¿Hola? —John coge la llamada sin ver de quién es. Sin que la persona al otro lado de la línea pueda contestar, nota un mordisco en la base de su cuello.— ¡Para!
—...¿John? —la voz confusa de Jade suena en el auricular del móvil.—¿Estás...? ¿Te cojo en un mal momento?
—¡Ah... Jade! Sí, sí, hola, perdona, es que, mira... —La Harley escucha un par de quejidos ahogados mientras John forcejea con el rubio para que deje de distraerle.— Es que Dave está aquí y está, pues, está... mordiéndome un pie.
—¿Un...? Mira, prefiero no meterme en la amistad entre chicos, hacéis cosas rarísimas. En este punto estoy demasiado asustada para preguntar. —Aunque esa frase es algo que Jade diría normalmente, el tono de voz apagado de su amiga llama la atención de John.
—¿Pasa algo, Jade? —pregunta él directamente, poniéndole una mano en la cara a Dave para que su boca le deje de hacer cosas raras contra la piel del cuello.
—Bueno, es... —Hace una pausa dubitativa. Eso es aún más raro.— Escucha, John, si estás ocupado con Dave ahora tampoco quiero molestar.
—No, no, no estamos haciendo nada importante.
—Aún. —puntualiza Dave con la voz amortiguada por la mano del otro. Ese comentario hace que el universitario se revuelva en el sofá y escape de las garras del rubio.
—¿Va todo bien? —insiste John. El silencio al otro lado de la línea continúa.— ¿Jade?
—Sí. Ahm, no. O sea, no.
—¿Sí o no? —Ya nervioso, se levanta del sofá y se pone una mano en la cadera. De mientras, Dave le observa tirado en el sofá; a él también le ha picado la curiosidad la conversación aunque solo esté escuchando la mitad.
—A ver, es que te iba a decir que te pasaras un momento por casa para hablar de... de Rose.
—¿De Rose? ¿Os habéis peleado?
—No, qué va, es que creo que le pasa algo o... —Jade hace una pausa y se escucha levemente cómo se levanta de donde sea que esté sentada.— Tengo que salir pitando en menos de una hora, John, no sé si-
—Vale, ahora mismo voy y me lo explicas. —le corta él rápidamente, dándole esa sensación de seguridad a Jade que tan bien le venía en ese momento.
—Y yo qué. —pregunta Dave de repente, más a modo de protesta que otra cosa.
—Puede venir si quiere. —añade rápidamente Jade antes de que John le retransmita nada.
—En diez minutos estamos ahí.
—Gracias. —Es lo último que dice Jade antes de colgar.

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2020 ⏰

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