Fuga de Hollywood

El discurso

—Y el Óscar es para... ¡James Roy!

Estallan los aplausos y las cámaras le enfocan a la cara. James ve su imagen en las pantallas, pero sigue sin creerse que ha sido elegido como mejor actor. Madison lo agarra del brazo y se lo sacude para hacerle volver a la realidad.

—James... —susurra con una sonrisa.

—¿Ha dicho mi nombre? —pregunta con inseguridad.

—Sí.

Madison le da un beso en la mejilla y James sonríe. Los aplausos no cesan. Todo el mundo espera su discurso, así que Madison lo anima a subir al escenario.

—Lo harás bien. —Le acaricia la mejilla.

James se pone en pie y Leonardo DiCaprio, Henry Cavill, Meryl Streep y Anne Hathaway se levantan para dejarlo pasar. Muchos le felicitan, algunos le dan palmaditas en la espalda, otros simplemente aplauden. James avanza por la fila de asientos entre tropezones, pero al final logra llegar al pasillo. Alza la cabeza y saluda. No termina de creerse ser el vencedor. Avanza hacia el escenario, sube las escaleras con cuidado para no tropezar y llega hasta Nicole Kidman, la presentadora de este año. Ella le da un beso en la mejilla que James no se esperaba y le entrega la estatuilla. Él la acepta con las manos temblorosas. Mira al frente y los aplausos continúan por un breve intervalo hasta que cesan para permitirle hablar.

—Buenas noches. O gracias. No sé qué debo decir primero... Esto no lo había ensayado delante del espejo —bromea con nerviosismo, despertando las risas de los espectadores.

James busca a Madison con la mirada. Hacía mucho que no sentía pánico escénico, pero en aquel momento no tiene palabras. La encuentra y ella levanta los pulgares, indicándole que todo va bien. James no puede reprimir su sonrisa. Madison es única para esos momentos.

—Quiero dar las gracias a todo el equipo, en especial a Marsh por concederme la oportunidad de dar vida a Harry Hodgson. También a mis padres, que siempre han estado ahí para apoyarme, y a mi hermano Howard. Sé que está bastante enfadado conmigo, pero se le pasará. —La gente ríe—. Aunque a quien más le quiero agradecer este premio es a la alocada de Madison. Sin ella, yo no estaría hoy aquí.

James se frota un ojo y mira la estatuilla. Todos esperan expectantes.

—Este va a ser el peor discurso de los Oscars de la historia. —Rie—. A decir verdad, lo he preparado en el coche de camino. Muchos sabréis... ¡Qué digo! Todos sabéis que he pasado un tiempo de viaje. La televisión se ha encargado de crear una verdadera película acerca de mi fuga de Hollywood. —Los espectadores empiezan a comentar entre susurros—. He pensado mucho acerca del tema de mi discurso. Obviamente, tenía que ser algo reivindicativo. Todos lo son. Pensé en el cambio climático, en el racismo, el machismo y muchas otras cuestiones de vital importancia, pero finalmente Madison logró convencerme de que tratase un tema mucho más personal.

» Este viaje me ha hecho reflexionar profundamente y me he dado cuenta de que debo enfrentarme a mis miedos y a mi realidad. No soy como los demás. Nunca lo he sido. Y este pensamiento, que durante años no ha sido más que una fuente de dolor y vergüenza, hoy es mi fortaleza. Quiero ser ese ejemplo en el que muchos niños como el pequeño James que yo una vez fui se vean reflejados. Porque no están solos. Yo también sé lo que es sentarse solo en el patio del colegio y que te escojan el último para todo. Sé lo que es que te den una paliza al terminar las clases. También sé lo que es que te insulten llamándote «loco» o «bicho raro» entre otras muchas palabras menos agradables que a día de hoy me sigue doliendo pronunciar. Comprendo lo que es ser incomprendido y soy un maniático de las manías. Es algo con lo que llevo luchando toda mi vida. Puedo llegar a ser muy irritante, desesperante incluso. Soy consciente de ello y os pido perdón a todos a los que alguna vez he hecho sentir incómodos, pero quiero decir que nunca lo hice a propósito. Yo tengo una manera distinta de ver el mundo y ahora, gracias a Madison, comprendo que esto no tiene por qué ser malo. Ella me ha abierto los ojos.