Secuencia 1: Una camisa de cuadros

1.6K 145 175
                                    

Un mes antes...

—¡¿Por qué eres así, Henry?! ¡Respóndeme!

—¡No lo sé!

—¡Dime lo que sientes!

—Yo... ¡Estoy confuso!

—¡Dilo!

—¡Yo...! ¡Yo...!

James se acercó a Taylor y la besó apasionadamente. Ella cerró los ojos y le acarició la espalda. Se dejaron caer sobre el sofá y Taylor empezó a desabrocharle los botones de la camisa.

—¡Corten! —gritó Joe Wood, el director—. Buena toma, aunque vamos a repetirla. ¡Taylor! ¡Quiero más pasión! ¡Henry ha vuelto a tu vida tras ocho años! ¡Quiero ver todo ese amor floreciendo!

—Lo siento...

—No te preocupes, lo reintentaremos enseguida. ¡Descanso de media hora! —anunció.

El director recogió el café que había dejado sobre una mesita y se puso a hablar con uno de los encargados de la iluminación. Mientras tanto, James había terminado de volver a abrocharse los botones de la camisa. Era la cuarta vez que repetían la escena y ya estaba cansado. No le gustaba grabar escenas de besos y mucho menos de sexo a pesar de que eso formase parte de su trabajo. Se preguntaba por qué había dobles para hacer los saltos desde puentes en llamas o persecuciones intrépidas pero no para el romance. Muchas veces él hubiese preferido luchar contra un oso armado únicamente con un cuchillo que rodar un simple beso, incluso si era con una chica tan hermosa como Taylor.

—James.

—¿Sí?

—Quería felicitarte.

James alzó la cabeza. Taylor sonreía, aunque él no sabía por qué.

—¿Por?

—Por tu nominación al Oscar. —Rio como si fuese obvio—. Realmente estuviste genial en A sarcastic dude.

—No es para tanto.

—¡Oh, vamos! ¡No seas modesto!

—Nunca lo soy.

James echó a andar hacia el pasillo, creyendo que la conversación había concluido, aunque Taylor estaba muy lejos de sentirse satisfecha. Sabía que debía tener paciencia con él, pues era una persona excéntrica y peculiar, por decirlo con palabras suaves. James tenía fama de ser muy maniático e insoportable, pero lo que los demás veían como «chaladuras», ella lo percibía como adorable.

—James.

—¿Sí?

En aquel momento apareció Eve, la mánager de James. Llevaba una carpeta verde apretada contra el pecho y dos bolígrafos enganchados al bolsillo de su americana. Taylor la saludó con una sonrisa, pero Eve estaba tan ocupada que ni siquiera tuvo tiempo para fijarse en ella.

—James, Thomas me pregunta si el jueves irás a...

—¡No soporto a Thomas! Dile que estoy harto de él y...

—¿Y qué pasa con la entrevista para Us Weekly de mañana a las once? ¿Irás?

—¿Es mañana?

—¡Sí, James! ¡Te lo he recordado tres veces esta semana!

—¿De verdad? Pues qué remedio... ¿Algo más?

Eve se subió sus gafas doradas y redondas. Tenía que plantearle un asunto que se había vuelto muy delicado en aquellas últimas semanas. Cada vez que sacaba el tema, James se alejaba sin darle ninguna respuesta. Ella no quería incomodarlo, lo conocía desde el principio de su carrera como actor y no deseaba agobiarlo, pero su empleo dependía de ello.

Fuga de HollywoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora