III

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Algunas veces la vida o el destino se encargan de poner frente a ti a tu peor pesadilla, a tu más grande miedo, al ser que simplemente toda tu vida te vas a arrepentir de haber conocido.

Nunca sabremos porque hace esto, tal vez para ayudarnos a crecer o solo para vernos sufrir, prefiero pensar que la vida lo hace por nuestro bien, porque sí, el sufrir nos hace bien y claro que eso Deo lo aprendió muy bien, pues en este caso nadie le hizo tanto bien como Belén.

Ella se incorporó a su salón en tercer semestre de preparatoria, era alta, rubia, simplemente hermosa, podemos decir que desde la primera vista él sabía que la quería.

Le llamó la atención como nunca nadie antes lo había hecho y ella lo notó después de la primera semana, por supuesto que lo sabía, sabía muy bien lo que generaba en el chico.

Si tan solo Deo no fuera tan fácil de leer...era tan tierno, tan maleable, era tan fácil destruirlo.

- ¿Podrías ayudarme con los ejercicios de cálculo?-preguntó la chica antes de sentarse a su lado.

- Claro, Belén- y no es que Deo fuera el gran matemático pero no podía desperdiciar la oportunidad de estar con la chica que le gustaba.

Esa tarde, esa maldita tarde, los chicos rieron hasta que se les fue el aire, compartieron palabras, sueños y risas.

Estar juntos se sentía bien para el aperlado, si bien estuvo nervioso todo el rato, procuró que ella no lo notara.

Sus amigos ya le habían hablado de eso antes, debía de hacerse el interesante, debía de prestarle atención y buscar que ella se divirtiera con él.

Las instrucciones eran muchas, pero debía lograrlo, debía de hacer que ella lo quisiera cerca, tan cerca como él la quería.

Y así lo hizo, se comportó como el mejor de los chicos paciente, respetuoso, interesante incluso trato de hacerse el inteligente, todo con tal de impresionarla.

- Ya es tardísimo, mi mamá va a matarme- dijo la chica mientras se levantaba del banco.

Una espina se clavó en ese momento en el corazón del chico, no podía ser posible que tan solo una tarde bastó para que cayera, no podemos decir que fue amor.

Nunca sabremos que fue, pero en ese momento Deo supo que no quería dejarla.

- Te acompaño a tu casa- dijo mientras se levantaba.

- Claro.

La casa de la chica se encontraba cerca de la escuela así que caminaron las largas cuadras sin dejar de reír y compartir.

El chico moría por tocarla, repasó los consejos de sus amigos en su cabeza, ninguno decía algo sobre tomarle la mano.

Podría verse demasiado impulsivo si lo hacia en ese momento, no debía ser intenso y apresurar las cosas.

Con todas las ideas dando vueltas en su cabeza descartó el tomarla de la mano, mucho menos podía abrazarla y ni hablar de besarla.

Su mente seguía jugando con él, consideró decirle lo linda que era o hacerle sentir lo rápido que latía su corazón.

¿Por que rayos soy tan cursi? se preguntó mientras rechazaba todas sus opciones.

Tal vez solo debía esperar pero eso era lo peor que podía hacer, él quería hacer el movimiento.

Nunca sabremos a qué movimiento se refería Deo, los chicos a esa edad se inventaban cada cosa.

Llegaron a su casa demasiado rápido para el gusto de ambos.

- Es aquí-dijo mientras señalaba la gran casa color blanco con un portón negro que podría parecer de 2 pisos de alto- gracias por acompañarme.

- Fue un placer, Belén, cuando quieras podemos repetir la sesión de estudio.

Su tiempo de gloria estaba culminando y seguía sin hacer nada, estaba tan nervioso, en realidad quería gustarle. Pero antes de que pudiera decir algo estúpido y desesperado, la chica se acercó a él depositando un beso en su mejilla.

- Hasta mañana- dijo casi en susurro y se alejó de manera rápida.

El chico no pudo decir mas, no sabremos si fue porque ella desapareció rápido o porque estaba en un estado de shock.

Y no es que el chico no tuviera experiencia con los besos, prácticamente había sido besado por todas las chicas de su salón jugando a la botella, pero esto no era igual, su experiencia se convertía en nada a un lado de una chica que sí le gustaba.

Claro está que esa noche el aperlado no pudo dormir temprano ya que estuvo pensando en todas las posibilidades para poder hablar con Belén. A partir de ese día, cualquier excusa por mínima que fuera, iba a ser usada para que volviera a cruzar palabra con ella.

Si tan solo alguien le hubiera advertido, otra cosa sería.

A PRIORIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora