VI

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Las peleas, esos puntos de conflicto en la vida diaria en una sociedad. Ah, ¿qué sería de Deo sin las peleas? Había descubierto gracias a Patricia que le encantaba pelear, inclusive podríamos decir que él amaba pelear con ella por cosas tan banales: el café, por cerrar la puerta, por hacer oficios, o su favorita, cuando peleaban por el pan.
Sin embargo era diferente ahora que eran “algo” las peleas por cosas estúpidas seguían, pero era diferente cuando peleaban de verdad-verdad.
Ya había pasado un par de veces, la chica se enojaba por que el aperlado llegaba tarde. Deo se enojaba porque ella toqueteaba a los peritos. Sin embargo, hasta ese día se las habían arreglado para seguir con su raro acuerdo tácito.
-No me estas escuchando, jirafa- dijo la chica.
-Pulga, por favor, estamos en el trabajo, espérame cinco minutos, ya casi acabo.
Ese día casi todos habían salido temprano, solo Deo se había quedado a terminar una sentencia de primera sección.
-Solo te pregunté qué vamos a cenar – dijo ella.
-Lo que quieras, Patricia-dijo él sin separar los ojos del teclado de su computadora
Eso enfureció a la chica, todavía que lo estaba esperando para salir juntos, ella había quedado libre hacia media hora ya y seguía ahí solo por él.

Y escucharlo decir eso solo la enfureció.

Eso me gano por ser tan pendeja, pensó mientras se alejaba silenciosamente hasta su cubículo, tomó sus cosas y sin decir nada, salió del juzgado.
No iba a estar esperándolo eternamente, siguió echando humo hasta por las orejas hasta que llegó a su auto, mientras el aperlado estaba demasiado absorto en el trabajo para darse cuenta de algo.
No vamos a hablar sobre quién tuvo la razón en esta pelea, cada quién pensará diferente, así es como se generan las peleas para empezar, porque pensamos diferente.
La cuestión con este tipo de pelas y nos referimos a las pequeñas, a las que surgen porque alguno esta fastidiado, a las que no tienen una razón de peso de ser, no es importante definir quién tuvo la culpa porque seguramente la culpa fue de ambos. En un noventa y nueve por ciento es culpa de ambos.
El asunto con estas peleas es determinar quién se va a disculpar por ambos, usualmente es el chico. Aunque si somos justos Deo sí tuvo un poco más de culpa esta vez.
Cuando el aperlado se dio cuenta que Patricia se había marchado, era muy tarde. Consideró ir a su casa pero sabía, sabía muy bien que estaría enojada y no quería empeorar las cosas.
Así que se fue a su casa, cenó solo, salió a correr y le quedó un poco de tiempo para sentirse culpable, consideró hablarle o mandarle un mensaje.
Pero sabía que ella lo iba a ignorar, comenzó a ver una película, pero antes de que apareciera el logo de la productora, apagó la televisión y se dirigió a casa de su amigo.
-Entonces se enojó y se fue- dijo.
-¿Y no la detuviste?- preguntó Joaquín.
-Ni siquiera vi cuando se fue.
-Mmm- gesticuló Emilio mientras seguía cocinando.
-¿Qué?-preguntó enojado.
Era tan común ya para Deo ver a Joaquín y a Emilio, su reciente primer novio adquirido. Si bien en un principio se sentía incomodo con el chico presente, tuvo que acostumbrarse, pues ellos no se separaban.

Además de que comenzaba a tomarle cariño al moreno.

-Tiene derecho a estar enojada, te esperó por media hora-mencionó Emilio.
-No quiero que me digas si tiene razón o no.
Él simplemente no quería estar solo y sin saber qué hacer.
-Sí, Emilio, no se trata de culpas, se trata de como vamos a resolver esto, yo no pienso escuchar sus gritos toda la semana.
-Buen punto- dijo Emilio apuntando hacia ellos con la cuchara llena de puré de tomate.
Y así, planearon todo el siguiente día mientras cenaban. Consideraron las flores, los chocolates, las cenas románticas, pero eso no era algo que Patricia apreciaría.
El aperlado regresó a su casa sintiéndose peor, pero ya sabía que era lo que haría.

Llegó al juzgado desde muy temprano, prendió su computadora y comenzó a trabajar, tecleando rápido y sin distraerse, debía terminar varias sentencias para esa semana.
Incluso en un momento de la mañana se puso sus audífonos e ignoró al mundo, se saltó el desayuno y la comida, pero no podía saltarse la hora del pan, ¡oh no! era justo su oportunidad para arreglar as cosas.
Para su suerte, Patricia ya se encontraba sentada preparando su café así que se sentó a su lado mientras esperaba que llegara el pan.
-¿Que quieres cenar hoy?-preguntó en susurros para que solo ellos pudieran escucharlo.
-Lo que quieras- dijo ella igual de bajito.
El coraje de la chica había bajado durante la mañana, incluso comenzaba a creer que había sobreactuado, pero su orgullo le impidió buscarlo durante el día. Secretamente se sintió tan bien al escuchar que le hablaba, se iba a evitar de tener que disculparse ella.
-¿Qué se te antoja? –preguntó él.
Ella lo pensó un poco.
-Carnitas- dijo, sonriendo.
Él solo asintió mientras comenzaba a preguntarse de donde se iba a sacar las carnitas.
-¡Llegó el pan! –gritó el secretario.
Todos se amontonaron alrededor de él en busca del pan, desde el principio del tiempo la pareja peleaba por la concha de chocolate, era una pelea a lo grande, había gritos y manotazos, el mas veloz era el que ganaba, esa era la regla. 
Así que Deo se aseguro de tomarla primero, la puso sobre su platito y se acerco a la chica como ofrenda de paz.
Ella se sorprendió tanto que casi manda todo a la mierda y lo besa ahí mismo.
-Te odio- dijo muy cerca de su oído.
Su tono era cálido y lleno de burla, sabia perfectamente que no era así.
-Te odio- contestó ella.

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⏰ Última actualización: Sep 07, 2020 ⏰

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