IV

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Algunas veces encuentras a esa persona destinada a ser tu alma gemela, esa persona que te complementa, esa persona que te entiende y está ahí para ti siempre.

Y no hablamos de algo amoroso, muchas veces el amor es temporal pero un alma gemela siempre te acompañara.

Si tienes suerte te darás cuenta en el momento en el que llega a tu vida, otras veces te harás un poco del rogar y lo descubrirás conforme pasa el tiempo. La clave está en poner atención a lo que te dice el corazón y escucharlo aún más de lo que escuchas a la razón.

- ¿Me estás diciendo que tendremos que presentarla frente a todos?

- Joaquín llevo diciéndote eso toda la semana ¿por qué no me escuchas?- gritó el aperlado.

El pequeño solo pudo sonreír y negar con la cabeza.

- Estoy seguro de que no me lo dijiste o me hubiera negado.

Era mentira, Joaquín sabía que seguramente Deo había intentado advertirle.

- No podemos exponer esto-mencionó Joaquín.

- Por supuesto que no, la academia entera se va a burlar-dijo el aperlado.

Habían decidido participar en la semana del derecho laboral y no por voluntad propia, los que participaran se llevaría un diez en el semestre con el maestro más maldito de la carrera, era un diez que su promedio general agradecería.

- Tenemos que editar esto, quitar muchas cosas, tal vez reestructurar el marco teórico ¿Quién escribió esta parte?-preguntó.

- Antonio, sabes que no se le da bien eso de escribir, tendremos que hacerlo de nuevo, pero él lo va a exponer si quiere seguir en el equipo.- dijo tajantemente.

Lo único bueno de Antonio era que era el mejor orador de la generación, solo tendrían que hacer la mitad del trabajo, la otra mitad la iba a hacer él convenciendo a todos de que su idea estaba bien planteada. Aun así su ponencia fuera un asco.

- Mi casa a las ocho, lleva café- decretó el aperlado mientras se retiraba a su trabajo.

- Necesitamos una cafetera- gritó Joaquín.

...

- Mira pues terminé de reacomodar el marco teórico, no me convence pero ya no tenemos tiempo se va así, es lo mejor que pude hacer-dijo el pequeño mientras le mostraba a su amigo el avance.

- Yo estoy haciendo un anexo de derecho comprado yo digo que con eso ya nos veremos PRO.

Habían trabajado durante un día entero, eran las primeras horas del domingo cuando el celular sonó, muchas veces una sola llamada puede cambiarlo todo.

Y este fue el caso esta vez.

- Sí, mamá, estoy con Deo, ya casi terminamos. – dijo sonriendo.

De un momento a otro su cara se transformó y su amigo pudo notarlo, dejó de sonreír, dejó de moverse y hasta dejó de respirar.

Pudo notar el dolor llegar a la vida de su amigo, y eso lo preocupó, así que se levantó de la mesa rápidamente.

- ¿Dónde está, mamá?- gritó el pequeño aún sentado.

Estas son las peores noticias que alguien quiere recibir, de un momento a otro te quedas en la nada, te conviertes en nada y no hay algo que puedas hacer o decir para hacerlo mejor.

- Dime que no es cierto, mamá- susurró mientras volvía a respirar.

Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas sin poder detenerlas, tan fácil como cuando cae la lluvia.

- Mamá dime que no nos dejó- dijo de nuevo alzando la voz.

La escena era dolorosa de ver, nunca esperas que alguien a quién aprecias sufra de esa manera. Deo se limitó a esperar mientras rogaba que todo estuviera bien.

- Voy para allá- colgó de manera rápida, en el momento en el que su dedo detuvo la llamada los sollozos comenzaron a escucharse.

Eso confirmó los peores pensamientos del aperlado, el cual no dijo nada solo se acercó a abrazarlo.

- Mi papá, Deo, mi papá – su llanto era desgarrador y desesperado, él quería romperse junto a su amigo.

Pero no se lo permitió, no podía mirarlo hundirse en el abismo. Alguien debía mantener la calma, alguien debía ver por él.

- Necesito ir a verlo – dijo el pequeño mientras se secaba las lágrimas- no puedo dejar a mi madre sola.

Y Deo no podía dejar a Joaquín solo, no después de verlo llorar de esa manera.

- Vamos ¿dónde está?-preguntó el aperlado, mientras buscaba las llaves del auto de su amigo.

- En el hospital Los Ángeles- dijo tomando sus cosas.

Deo condujo en silencio mientras escuchaba a su amigo llorar.

- Ni siquiera sé que hace en el hospital, mamá solo me dijo ven a despedirte, pero yo no quiero decirle adiós- los sollozos de su amigo se escuchaban cada vez más fuertes.

El auto se detuvo en una luz roja, el aperlado se giró hacia su amigo y dijo lo más calmado que pudo:

- Joaquín, escúchame bien, debes controlarte y buscar dentro de ti todo lo que quieres que escuche, es tu última oportunidad de estar con él, no la desaproveches.

Eso solo lo hizo llorar más e hizo que el aperlado se sintiera peor, no sabía qué hacer para mejorar la situación, en esos casos no hay nada que decir, solo debes estar y esperar que todo mejore.

Unas siete cuadras más adelante, el pequeño hablo de nuevo.

- Le voy a decir que voy a cuidar a mamá, que no debe preocuparse por ella ni por nadie, que estaremos bien.

El corazón del aperlado se contrajo escuchando aquello.

- También le voy a decir que no debe preocuparse por mí, que algún día voy a superarlo y las pesadillas se irán –dijo mientras se secaba las lágrimas de nuevo.

El aperlado no sabía de qué hablaba su amigo, pero consideró que tal vez no era el momento para preguntar.

- Puedes decirle también que vamos a terminar la carrera y te dejaré pagar mi título-dijo el aperlado

El pequeño se había ofrecido varias veces a pagarlo, pero Deo era muy orgulloso para aceptar el dinero de su amigo, aun así lo hiciera de corazón.

Pero era capaz de aceptarlo solo si eso lo hacia reír en esa situación y funcionó, Joaquín soltó la carcajada.

- No te dejaré olvidar esto, ojitos, pagaré tu título- decretó mientras llegaban al estacionamiento del hospital.

El aperlado se permitió reír e imaginarlos en un futuro, se permitió pensar que todo estaría bien. El silencio cayó de nuevo sobre ellos cuando se apagó el motor del auto. El pequeño se limpió la nariz y los ojos, respiró profundamente.

- Gracias por traerme, llévate el auto luego paso por él- dijo mientras salía a la fría madrugada.

El aperlado no tuvo que pensarlo tanto, sabía que no podía dejarlo, era su mejor amigo...en realidad el único amigo real que había tenido y eso es lo que hacen los amigos, están para el otro en los peores escenarios, están contigo cuando estás feliz, cuando estás estresado, cuando estás travieso...pero sobre todas las cosas están cuando estás destrozado.

Porque solo dejas entrar en tus peores momentos a las personas más cercanas y Joaquín ya lo había dejado entrar hace mucho, Deo no iba a fallarle.

Ni hoy ni nunca

- Estás loco si piensas que voy a dejarte- dijo en cuanto lo alcanzó.

El pequeño no dijo nada, pero en ese momento le dieron ganas de llorar más que nunca, sentía una mezcla de sentimientos, estaba destrozado pero muy feliz de tener al mejor de sus amigos a un lado. 

A PRIORIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora