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La distancia, esa cosa horrible que separa a las personas y te hace extrañar hasta los huesos.

Muchas veces la distancia termina con relaciones, con amistades, hasta termina por hacerte olvidar cosas importantes como el color de los ojos de tu amado o la altura de tu hijo.

La distancia comenzaba a volver loco a Deo, hace ya tres meses y veinte días que no veía a sus padres y aunque los primeros meses la locura de la universidad y el trabajo lo mantuvo ocupado, el aperlado no podía simplemente dejar de extrañar a sus padres, si bien todos los días hablaba con ellos por teléfono.

Se mandaban fotos y conversaban por facetime, nada era lo mismo de antes, comenzaba a rogar que el semestre se terminara y sí, estaban a nada de terminarlo. Solo había sudado la gota gorda con una maestra que se empeñaba en odiarlo.

- ¿Forastero vas a ir a tu rancho?-preguntó Antonio.

- Por supuesto, estoy esperándolo-contestó el aperlado con ganas de no esperar otro día para ver a su familia.

El aperlado había trabajado durante todo su semestre y habló con su jefe para que este le diera libre las vacaciones, se quedó tiempo extra, llegaba temprano, se iba después que todos, en realidad se esta esforzando.

Lo cual no hacía falta, ya que trabajaba en una papelería frente a la universidad, en vacaciones no iban a ocuparlo, pero su jefe lo dejó pensar que le estaba haciendo un favor.

No le pagaban mucho, pero con eso y los trabajos finales que había estado vendiendo le era más que suficiente para medio comer durante el semestre y para pagar su renta.

Había llegado a un acuerdo con su padre, él le iba a pagar el semestre pero Deo tenía que encargarse de mantenerse. Lo había estado haciendo bien, incluso regresaba a su pueblo con dinero extra para dejarle a sus padres.

Al principio fue algo difícil, no conseguía trabajo y había tenido que pasar varios días sin comer, incluso llegó a considerar la idea que tal vez el tener un título universitario no era para él, se convenció que de todos modos no iba a poder pasar las materias, con forme pasaban los días se convencía a si mismo que no lo lograría.

Pero a la semana un golpe de suerte lo benefició, encontró la papelería y pasó todos sus exámenes, y así como es tan fácil hundirse, también es fácil salir, pues eso le generó un poco de confianza y a eso se aferró.

Las cosas mejoraron tanto que no podía creer que estuviera a punto de terminar su primer semestre de carrera, quería llorar...tenía tanto sentimiento.

Porque aunque no fuera la gran cosa para los demás, para él lo era todo. Era la esperanza de poder terminar, la meta por fin dibujada al final de la línea.

- Ojitos, ¿me vas a traer algo de tu viaje?- preguntó Joaquín.

El aperlado soltó una gran carcajada.

- Disculpa, ¿traerte algo a ti?-preguntó con burla en su voz.

- ¿A quién más? Si yo soy tu amigo más cercano y no creo que quieras traerle algo a Isabel- ambos giraron a verla.

Definitivamente no iba a llevarle algo a Isabel. Ni a nadie.

- Ni a ella ni a ti-dijo negando.

- Oh vamos así sabré que pensaste en mí.

- ¿Por qué quieres que piense en ti? Oh no, dime que no estás enamorado de mí o tendré que remplazarte de todos los equipos.

- Me ofende mucho lo que dices. Punto número uno-comenzó a enumerar con sus dedos- guapo no eres, cariño, punto número dos no podrías remplazarme aunque quisieras, sabes que entre tú y yo sacamos el trabajo y punto número tres, quiero que me traigas algo de tu viaje-mencionó algo desesperado.

El aperlado giró sus ojos

- ¿Y tú qué vas a traerme a mí?-preguntó.

- Ya nos estamos entendiendo, yo voy a ir de vacaciones a Canadá y te voy a traer algo porque pensare en ti y no, no vuelvas a insinuar que estoy enamorado de ti- dijo eso último mientras entrecerraba los ojos.

- Pues ya veremos dijo el ciego- mencionó Deo mientras se acomodaba en su banco.

...

- ¿Dónde está el amor de mi vida?- gritó su madre en cuanto le abrió la puerta.

En cuanto la vio, el aperlado soltó sus maletas y corrió a abrazarla. Se tuvo que recordar a si mismo que no tenía permitido llorar, pero es que se sentía tan bien estar en casa.

- ¿Dónde está mi hijo más inteligente?- preguntó su padre corriendo a unirse al abrazo.

- Soy tu único hijo-dijo Deo entre risas.

Quería guardar ese momento para siempre en su pecho, quería quedarse ahí siempre

En su hogar  

A PRIORIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora