Ochocientos años.
Ochocientos años es demasiado tiempo para odiar a alguien, para regocijarse en su molestia y mirar con sonrisa burlona, hacia la irritación de esos ojos marrón miel que no hacían más que arder con ira.
Es demasiado tiempo para decirse a sí mismo que los frágiles y mundanos sentimientos de su edad juvenil, que se esforzó por enterrar en lo profundo de su mente, ahora no son más que flores de un cerezo que no volverá a florecer jamás.Ochocientos años es demasiado tiempo para anhelar, desear, amar en secreto y esconderse bajo una rivalidad que, contrario a lo que pensó, sólo ha aumentados el anhelo de sentir contra su piel las caricias de verano. Es demasiado, incluso para un dios Marcial.
Oh, Mu Qing, has vivido las guerras perdidas y ganadas, has visto caer reinos y ciudades creyentes bajo sus mismas adoraciones, has dejado ser lo que debe ser, porque no hay otro manera y eso jamás pudo contigo. Tanta frialdad y elegancia, ocultan emociones adolescentes que aún no se marchitan ¿Cuánto tiempo te has dicho lo mismo? ¿Ocho siglos? ¿Fue suficiente para que el amor naciente mutara a odio y rivalidad?
¿Por cuánto tiempo le has preguntado a los recuerdos de Xian Le, cual es la razón de aquella frustración que surge al mirar a Feng Xin? ¿Sigues pensando que bajo todo tu odio y resentimiento solo está su desprecio de cuando eran jóvenes? O acaso ¿Los besos y las caricias del dios en tus sueños, en los últimos cuatro días, han sido suficientes para que al fin entiendas lo que sucede bajo tu piel?
¿Por cuántos otoños más, verás las linternas en el cielo, escucharás el anuncio de una luz solitaria haciendo la diferencia entre dos dioses del sur y por último lo verás a él?
Fueron siempre tan distintos, como el calor abrasador del verano y el frío tenaz de invierno, el primero con sinceridad ardiente y el segundo con sentimientos ocultos tan bien, pero al mismo tiempo fueron parecidos, lo notaron cuando chocaban constantemente, insultando y golpeando al otro, la sangre de ambos mezclada, la rabia en iguales porciones, el querer odiar para dejar de desear.
Oh, fueron tan distintos e iguales a la vez, orgullosos, ocultos y negando por tanto, tiempo que hicieron falta ocho siglos de peleas y otro par de años de reconciliación, para notar lo que había bajo el odio, bajo los gritos, lo que ocultaban los golpes y los pensamientos que venían mientras curaban sus propias heridas.
Eran tan distintos, pero viviendo lo mismo.
"Busco tus ojos como un ciego que no quiere ver, busco tus palabras como quien busca respuesta en donde no debería, busco tu piel como víctima del invierno que ansía el calor. Y cuando te encuentro...
Solo quiero destruirte.
Y gritarte tantas cosas.
Y atarte a mí.
Y tocarte en medio de la sangre.
Y busco respuesta al porqué sigo haciendo todo ésto después de ochocientos años""Mu Qing..."
El pelinegro abrió los ojos y la leve luz de la puerta del baño le hizo parpadear. Seguía en la bañera, bajo el agua fría que había entumecido su cuerpo, ya no había rastros del calor de hace un par de horas y Mu Qing suspiró con tranquilidad.
Tan insoportable. Si hubiera sabido que a estas alturas de su vida, el autoconocimiento iba a ser tan cruel con él, jamás habría dado paso a su emoción juvenil, pero aquello no es algo que se elija ¿Verdad?
Oh, si, es un dios, con ocho siglos en sus hombros que no han sido capaces de doblegarlo, pero también fue un humano y aunque él haya querido ser la excepción, los humanos sienten demasiado. A veces se pregunta si sentir es una maldición de toda criatura existente en los tres reinos.
Y maldita sea la suerte que lo persigue desde hace ochocientos años, pero aún después de ese tiempo, puede sentir, como sus años en Xian Le.
Puede recordar una sonrisa burlona, una boca llena de maldiciones, miradas de desprecio y luego de tácito compañerismo. Palabras que sabían a inicios de odio mutuo y en verdad lo sintió, después de cada frase, el sabor de la humillación nunca fue olvidado. Sobretodo el que pensó por parte de Feng Xin.
Pero también recordaba meses más de vivir el sufrimiento junto a él, compartir la miseria de un reino caído y los percances de un ser humano común, todo eso a su lado.
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Más allá de la última estación. (FengQing) [EN PAUSA]
FanfictionUn nuevo supremo se ha levantado. La balanza se ha inclinado. Los cielos han ganado. Pero las pérdidas no quedan atrás. Su alteza real, Xie Lian, ha desaparecido. Y Hua Cheng no descansará hasta encontrarlo. El dios del sureste, el General Nan Ya...