Capítulo 4-Especial Jessamine

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Jessamine se despide de su amiga mientras caminaba rendida por su rutina hacia su habitación. Se sentía cansada y en cierto punto, sedienta, pero ya era tarde para ir a la cocina y estaba a punto de terminar por subir las escaleras. ¿Dolían sus moretones en las piernas? sí y podía sentir como todos los músculos de su cuerpo se tensaban por tanto esfuerzo físico. Pero era necesario hacerlo. Si no lo hacía, terminaría desmallada de nuevo antes de completar su forma angelical.

Recordaba aquellas palabras que su amigo Anthony le dijo cuando despertó la primera vez que se transformó en ángel.

Tú cuerpo no está acostumbrado a tu poder. —le dijo su amigo ese día. —Debes entrenarte tanto física y mentalmente para lograr controlar tu transformación.

Claro que, luego de ese día, no quiso volver a transformarse, porque, si le preguntaban a ella, tenía miedo. Tenía miedo de todo ese poder que podría destruirla fácilmente. No tenía que ser un genio para adivinarlo. Pudo sentirlo cuando se transformó y luego de ello tuvo que estar en reposo por días para volver a ser la chica que antes era.

Al llegar a su habitación, simplemente se dejó caer en su cama, sintiendo un poco de alivio antes de tener que volver a pararse para cambiarse al pijama.

—¿Un día duro? —pregunta una voz a su lado, que la hace molestarse por un momento, pero la ignora. —Tienes correspondencia.

—¿No podría revisarla mañana? —pregunta la cansada chica, mientras se sienta en su cama y mira a los ojos a su ser amado y compañero de habitación.

—Podrías, pero Anthony me ahorcaría por no darte el paquete que te mandó de tu padre. Dijo que me cortaría los testículos si no lo hacía en cuanto llegaras. —dijo mientras dejaba una pequeña caja a su lado y se iba a su cama, la cual estaba separada de la cama de Jessamine por poco más de un metro.


Eran las 7 de la mañana, su reloj despertador sonaba y ella solamente trata de callarlo, quitándole las baterías e intentando dormir de nuevo.

—Debes de despertar. —le dice Jason desde el otro lado de la habitación, mientras seguía acostado en su cama.

—Claro... como tú estás en tu cama cómodo y a ti no te dan una paliza en cada entrenamiento, no tienes que levantarte. —dice mientras se tapa la cabeza con su almohada.

—Preciosa, todos los días es lo mismo. Tienes que levantarte. —le responde somnoliento el demonio mientras se levanta, camina a la cama de su compañera y bosteza. —Mira, yo también estoy levantado. Iré a entrenar contigo de ser necesario, pero tienes que levantarte.

—No quiero levantarme. —le exclama con pereza. —Estoy cansada...

—Sé que estás cansada, pero no quiero al idiota de Anthony viniendo a la habitación y moleste porque no te levantas y no abriste el paquete en cuanto llegaste ayer. —dice Jason fastidiado.

Jessamine suspira con pereza y se quita la almohada de la cabeza, procediendo a pararse.

—Sabes, eres un grano en el trasero cuando te lo propones. —dice la recién levantada chica mientras se encamina a su armario.

—Y así logré enamorarte. —le contesta Jason algo arrogante y le da un beso en la mejilla a su amada.

Aparece una pequeña sonrisa en el rostro de la chica y rueda los ojos, para tomar sus cosas e irse a preparar.


Las horas pasaron y ella sentía sudor en su cuerpo. Peleaba contra Anthony, quien parecía darle una buena ventaja. Entre golpes ella jadeaba, notando que su cansancio era menor con cada día que pasaba entrenando, pero aún tenía mucho que practicar.

En un rápido movimiento, toma a Anthony en con una llave y trata de no soltarlo.

—Parece que te tienen atrapado Anthony. —dice su recién llegada amiga mientras se sienta en una banca en el jardín.

—Yo no me confiaría de ello. —dice su maestro de manera seria, para luego lograr, en un rápido movimiento, que Jessamine caiga y dejarla inmovilizada en el suelo. —Parecer tener ventaja no significa tenerla. Tú no sabes el siguiente movimiento de tu atacante, por lo que debes estar preparada para cualquier ataque.

La desesperación no tarda en llegar al no poderse zafar y al poco tiempo, las burlas de su maestro.

—Aunque pareciera que eres buena con tus movimientos, realmente aun no controlas tus emociones. —reprende mientras la suelta y la ayuda a pararse. —Es necesario que controles tus emociones Jess. Si no, ellas te controlarán a ti.

—Eso se escucha muy trillado. —dice mientras se sacude. —¿Cuántas series de televisión tuviste que ver para se que te ocurriera esa frase?

—Hasta ahora, solo he visto dos. —contesta con una pequeña sonrisa, mientras voltea a ver a la princesa del infierno hablar con su madre. —Deberíamos dejarlas solas... se nota que es un momento íntimo.

—Sí, eso creo. —responde la chica mientras toma la mano de la niña y la lleva a dentro junto con su maestro y amigo.

Al llegar a la cocina, toma tres vasos y sirve jugo de frutas que había preparado Victoria el día anterior, dándole uno a la niña, quien le agradece, uno a su amigo y el último para ella.

—Espero que esto la haga entrar en razón... no ha estado bien últimamente. —dice mientras toma un poco de su bebida.

—Mira quien lo dice, la chica que se encierra en si misma.... —amonesta el chico, pero deteniéndose por la niña. —¿Te gustó el jugo de frutos Andy?

—Sí. —responde la pequeña mientras se limpia con la mano su boca.

—Que gusto. Victoria le costó mucho trabajo hacerla. —dice mientras toma la mano de la niña y se va de la cocina, dejando a Jessamine sola con sus pensamientos, encaminándose hacia la sala de estar y recostando su cuerpo agotado en el sofá más cercano.

Es verdad, ella tenía muchos sentimientos guardados para ella misma y era otro desastre como Zoelyn, pero eso no tenía caso. Su vida es diferente a la de su amiga. Sus padres están en el cielo, su amor está con ella y su miedo a transformarse en ángel es latente, pero si no lo hacen puede que todo lo demás que tenga lo pierda igual o peor que como perdió a su madre. Claro, sin presiones...

Sus pensamientos son interrumpidos cuando un estrepitoso sonido que proviene del otro lado de la puerta se hace presente. Jamás ha sido curiosa, pero una corazonada le decía que debía ir a ver, además, tanto Jeremías como Jason habían salido a cumplir "misiones de demonios", Zoe y Victoria estaban hablando en el patio trasero y Anthony había ido con la pequeña Andy como si de su ángel guardián se tratase. Nadie más iba a salir si no lo hacía ella, así que se levantó del sofá y caminó a la puerta, dejándola abierta y a la vista un hombre mallugado, con heridas profundas, con una espada con mango negro y filo plateado en su mano, jadeante y cansado de pelear. Su rostro era inconfundible, sus facciones a penas habían cambiado. Su tez y cabellos claros que ahora eran obscuros por su temporada encerrado, sus ojos azules que pedían clemencia y ayuda, no importándole estar frente a ángeles.

Jessamine supo de inmediato que hacer en cuanto lo vio casi desmayarse en la entrada. No importa si ella sentía dolor por su entrenamiento previo, no podía dejarlo allí. Menos sabiendo lo que esa persona significa para su amiga. Lo recostó en un sofá y fue por el botiquín especial que había preparado Ben en caso de alguna emergencia. Comenzó a curarlo y un suspiro se escapó de sus labios.

—Oh, Xemerius... ¿qué va a decir Zoelyn cuando te vea?

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Salu2 a todos mis lectores.

-Yunny <3

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