Capítulo 3

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Creditos de imagen: MFPlata17

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Jeremías se ha quedado dormido después de liberar la tristeza que tenía en su interior me levanté, dejándolo en mi cama para que descanse.

Veo el desastre que él causó en mi habitación, empezando con la foto de Abel, el cual me hace suspirar de tristeza. Yo no tenía idea de que Abel deseaba ser mi guardián, tampoco sabía todo lo que tuvo que pasar Abel en el infierno, claro que no es como quisiera saberlo, pero eso me dice lo poco que conocía realmente a mi demonio compañero.

Recuerdo las primeras veces como lo castigaba por mis berrinches o por una estupidez, cuando simplemente podía, no sé, tal vez hablarlo con él o morderme la lengua para no hacerle nada. También recuerdo como él quería un perro y como Lucifer asesinó de manera cruel al único que había tenido en su vida.

Acomodo un poco antes de tomar mis cosas para ir a mis clases de baile, mientras suspiro un poco nostálgica.

Ahora que recuerdo todo, realmente fui la novia de Abel solo por pura conveniencia y él fue quien me quitó la virginidad. No puedo negar que estoy completamente agradecida con él por todo lo que hizo, incluyendo el hecho de que se sacrificó por salvar a mi madre...

Tomo lo que quedó de la foto de Abel y la pongo en un marco que tenía guardado entre mis cosas, dejándolo allí, a lado de mi cama, como el buen guardián que siempre fue. Luego de esto, tomo mi maleta, mis zapatillas y camino hasta la salida de la casa para ir a mi escuela de danza.


Cuando termino mi clase, salgo de la práctica, tomando agua, cuando me encuentro con Anie, la recepcionista que me recibió ese día cuando vine a pedir información de la escuela.

—Hola Anie. —saludo cordial mientras termino de secarme el sudor.

Ella me responde con un asentimiento y se me queda mirando de una manera extraña.

—Ehh... ¿pasa algo? —pregunto algo extrañada, mientras espero a Jessamine pasar para ir juntas a casa.

Es muy conveniente que su escuela esté pasando la academia de danza, así podemos ir juntas a casa y así podemos vigilarnos mutuamente (más ella a mí que yo a ella) para que no pase otro incidente como el del manicomio o la del callejón, teniendo en cuenta de que ambas salimos por la noche de nuestras escuelas.

—¿Es teñido? —me pregunta de golpe la chica, lo que me sorprende.

—¿Qué cosa? —pregunto desentendida. ¿Qué cosa es teñido?

—Tú cabello, ¿es teñido? —vuelve a preguntar.

—Ehh... no... es natural. —digo extrañada. Que rara.

—Ah... es que no pareciera. —dice riendo alegre. —parece que llevas una especie de peluca o algo así.

Vaya, eso es nuevo. De hecho, es la primera vez que me dicen algo por el estilo. Siempre he sabido que mi cabello se ve natural o eso quiero creer, lo que me hace parte de una de las pocas personas en el mundo con cabello pelirrojo. Que yo sepa, solo Jeremías, mi madre y yo tenemos ese color de cabello, al menos de las personas que yo conozco. Nunca lo había pensado. ¿Y por qué hacerlo? Tengo cosas más importantes que pensar en un estúpido color de cabello.

Estoy por responderle algo, cuando siento como un proyectil blando se estrella con mi cabeza. Veo una hoja de papel arrugada y volteo a ver a la puerta.

Pelea por el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora