1 - Un duro inicio

2.1K 114 87
                                    

Para Alex Vause la vida había sido difícil  y fácil al mismo tiempo.
Desde su nacimiento había estado colmada de riqueza y poder, a penas quería algo, bastaba con hacérselo saber a su madre para tenerlo a los dos segundos.
Cuando tenía seis años le pidió a su madre tener un poni, y aunque no tenían precisamente un patio, su madre decidió que era buena idea rentar todo un piso del edificio para convertirlo en un establo, y no tuvo uno, si no tres pequeños caballos retozando por ahí, aunque a decir verdad, la emoción por los pequeños animales se le pasó pronto.
Lo mismo pasó cuando a los 15 Alex pidió una motocicleta, consiguió tener cinco distintas que después de un tiempo terminaron en el garage. Ella definitivamente no era una chica cuyos gustos se mantuvieran estables, sin duda, la habían enseñado a exigir, no pedir, cualquier cosa que quisiera y tenía la certeza de que siempre la iba a conseguir.
Diane Vause, su madre, era una mujer bastante respetada en todas partes, su poder llegaba a controlar empresas, hoteles, restaurantes, antros y demás franquicias a lo largo del mundo. Era famosa porque no daba segundas oportunidades, y aunque estaba dentro del mundo de la mafia, siempre se distinguía por defender a los inocentes.
Puede ser que seamos unos delincuentes, decía, pero dentro de los hijos de puta también hay niveles, y nosotros no caemos lo suficientemente bajo como para compararnos con otros.
Nunca necesitó de ningún hombre, y desde que el padre de Alex supo que ella existía en el vientre de Diane, prefirió desaparecer como si nunca hubiera estado presente, a Diane no le quedó tiempo para sentarse a llorar la ausencia de ningún hombre.
Trabajó duro hasta situarse en la cima del imperio que ahora tenía entre manos, ganaba miles de millones de dólares sin ayuda de nadie, más que de su organización, por supuesto, y aunque ella conocía lo que realmente es ganar el dinero con tu propio sudor y sangre, nunca quiso que su hija tuviera que pasar por nada de eso, siempre se dijo a sí misma que todo lo que hacía era por y para Alex, porque era la única persona en el mundo que se merecía todo de ella.
Para Alex las cosas eran más o menos lo mismo, jamás se sintió demasiado ligada a nadie, lo suyo desde luego no eran los hombres, y las relaciones que solía tener, aunque parecían serias, terminaban cansándole después de un tiempo al igual que los tres ponis que su madre le regaló por su propio capricho en la infancia.
Sin querer estaba dentro de una organización delictiva, donde las drogas, los ajustes de cuentas y negocios turbios eran el pan de cada día, y nada podía hacer contra ello más que aprender de su astuta madre para en un futuro, hacerse cargo de todo. Y eso era lo difícil, que Alex no quería hacerse cargo en un futuro, pero no tenía opción.

Sus negocios estaban entablados con diferentes y muy variadas organizaciones, aunque realmente Diane no tenía que meter mucho las manos, simplemente era un apoyo y se llevaba gran parte de las ganancias.
Una de sus clientas, Vee Parker, movía un montón de personas para diversos fines en el mundo, lo que era considerado como trata de personas no entraba dentro de los negocios Vause de ninguna manera, aunque era bien sabido que generaba muchos ingresos.
En una de esas, la conexión más segura que tenía la mujer era con Diane, por lo que quería convencerla de ayudarle a traficar a algunas refugiadas de un lugar de la India, pero Diane no estaba para ese tipo de cosas, ella sabía bien lo que estaba jodido dentro de lo jodido, y sin duda, la trata de personas lo estaba por encima de todas las cosas en la pirámide de las cosas jodidas.

*Vee: -En el primer grupo llegarán al rededor de 20 refugiadas.- Explicó la morena mientras Alex se cruzaba de brazos tras el respaldo de la silla de su madre. -Todas son muy jóvenes, y puedes quedarte con una, la que quieras...- Miró a Alex casi de forma juguetona.

*Diane: -Me temo que no me interesa.- Su mueca de asco era inevitable de observar.

*Vee: -La mercancía es excelente, y el precio es una gran oferta.- Insistió reclinándose más sobre la mesa entre ellas y bajando un poco la voz. -Algunas a penas tienen 12 años... Piénsalo, es mucho dinero.- Sonrió. -Solo debes ayudarnos a traerlas aquí...- Diane la miró con fastidio.

365 DIAS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora