365 DIAS DE MI

14 - El día llegó

Piper había estado más que contenta los últimos días, con Alex y su mejor amiga a su lado sentía que nada le faltaba, como si de un tiempo para adelante las cosas se estuvieran alineando para ella y su felicidad.
Disfrutaba tanto compartir cada momento con su mejor amiga y además, verla feliz tonteando con Nicky o escuchando sus sonidos intensos en la habitación mientras se burlaba con Alex por toda esa situación, era increíble. Y aunque terminaban subiendo el volumen a la televisión o poniendo música en los altavoces para no escuchar la orquesta de gemidos y groserías que liberaban las paredes de la habitación de Nicky, Alex siempre recordaba las mejores frases que ellas en su éxtasis decían presas del placer, para molestar a su mejor amiga al día siguiente. Ella y Nicky eran tan bromistas como Piper y Lorna. No importaba que se burlaran una de otra o incluso se insultaran de vez en cuando, su amistad les permitía la confianza para hacer eso y no deteriorar ni un poco su relación, y Piper amaba eso en ella y Lorna como en su Alex y Nicky.

Los días que siguieron, ambas (Piper y Lorna) consiguieron que sus novias las llevaran de compras casi a diario, se volvían locas viendo vestidos, zapatillas, accesorios y todo lo que les apetecía para distraerse y pasar un buen rato fuera de la mansión, donde ya se habían agotado de solo nadar o pasear por los jardines, así que vieron como buena opción explorar las boutiques del lugar.
En una de esas, mientras Piper buscaba un bonito vestido para ponerse en una de las noches elegantes que su futura esposa le había prometido para cuando salieran de luna de miel, Lorna y Nicky aguardaban sentadas en un sofá justo afuera de los probadores, mientras que la pelinegra resolvía algunos asuntos con Red al teléfono, y es que los últimos días habían sido así, a pesar de que Alex ya casi no se iba de viaje ni se separaba de Piper, tenía que hacer muchas llamadas al día, pero Piper lo prefería a tener que separarse de ella.

Lorna se inclinó en el sofá apoyándose en uno de los muslos de Nicky para tomar un bocadillo de cortesía de la mesita de centro, se la había pasado provocándola todo el día mientras iban de una tienda a otra por una absurda apuesta que la pelinegra y Nicky habían hecho un día antes, y aunque la pelirroja se había estado resistiendo, ya sentía que le faltaban las fuerzas para poder pasar por alto cada una de las provocaciones de Lorna que la estaban volviendo verdaderamente loca.
Sudaba, pasaba saliva y trataba de no mirarla mucho, pero cuando la tocaba, parecía que encendía una mecha corta en el cuerpo de Nicky que en cualquier momento podía terminar encendiendo la pólvora y ella no sería capaz de contenerse.
Se aclaró la garganta y le hizo señas a Lorna que comía la galleta de forma sensual para que se detuviera, y como vio que no desistía, ella misma se levantó pretendiendo mirar por la ventana para distraerse, pero no pudo evitar notar que Lorna también se puso de pie y avanzó por la habitación moviendo la cadera, sin duda la mirada de Nicky se clavó en la parte trasera de su entallada y corta falda de cuero sintético sintiendo como sus pulmones quemaban traicionándola, y la boca se le secaba mientras daba rienda suelta a sus pensamientos.

*Lorna: -¡¿Cuánto más debemos esperar, Piper?!- Gritó tocando la puerta del cambiador con bastante más fuerza de la necesaria.

*Piper: -¡Maldición, Lorna!- Gruñó desde adentro, pues el grito de su amiga la había tomado por completo por sorpresa. -Estoy por salir, no derrumbes la puerta por favor.- Lorna rodó los ojos y volvió al sofá donde Nicky ya se encontraba para no perderse ni un solo detalle de la falda de Lorna. Le sonrío y puso un bocadillo en sus labios con sensualidad mientras que Nicky le lamió los dedos.

*Nicky: -Es un sabor exquisito... No solo tus dedos... Es decir... Tu sabes deliciosa, completamente...- Titubeó por primera vez perdiendo su infalible labia de seducción y Lorna no pudo evitar soltarse a reír.
La pelirroja siempre había sido experta en seducción y en coqueteos, pero con Lorna esas cualidades cada vez se veían más comprometidas, pues incluso le robaba el habla de vez en cuando.