8 - Te amo

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Tanto Alex como Piper habían perdido ya la cuenta de los días que llevaban en altamar.
Piper por su parte estaba consciente de que lo habían hecho como locas desde entonces y por todo el yate. En la proa, la popa, en el camarote, en el comedor, incluso Alex se la había comido sobre la mesa de control del cuarto de operaciones del bote. No había sitio que no hubieran bautizado ya, y la mejor parte, Alex jamás se cansaba ni ponía excusas.
A esas alturas a Piper ya no le importaba comprobar dónde estaban Nicky o Red, ni tampoco si escuchaban algo de lo que estaban haciendo, porque sabía bien que a penas Alex o ella comenzaban a entregarse, el resto del mundo desaparecía.
Un día de esos estaba tomando el sol en topless en la popa del yate. Había un espacio justo para recostarse, y Alex había decidido nadar un momento, ambas estaban bastante agotadas pues útlimamente no comían ni dormían nada bien, incluso llegó a sentir en ocasiones que iba a desmayarse, pero hasta ahora eso no había sucedido.
Alex era otra con ella. Siempre dulce y amorosa, de alguna forma había aprendido a ser todo lo que Piper siempre soñó sin que le dijera ni un solo detalle para instruirla, pero sin duda, Alex era observadora y sabía ver bien sus efectos en Piper.
Adoraba ver sus gestos de placer casi tanto como amaba verla sonreír. La forma en que sus mechones rubios danzaban con la brisa del mar y esos olluelos en sus mejillas cuando se carcajeaba. Sin contar la manera en que sus ojos azules se iluminaban cuando Alex le decía algo lindo o la llamaba «amor».
Ningún detalle había pasado desapercibido para la pelinegra que se la pasaba embelesada repasando cada uno de los destellos que Piper le permitía ver.
Cuando la pelinegra subió al yate de nuevo, observó a la rubia totalmente en confianza sin sostén tomando el sol, y sonrió por lo mucho que habían cambiado las cosas.
Antes ni siquiera le permitía verla, mucho menos desnuda, y ahora parecía que incluso le importaba un demonio si Nicky o Red estaban por ahí.
Por supuesto que Alex ya la había visto y tocado completamente, pero de cualquier forma su corazón se sentía cálido de observar el cambio que significaba ver tanta confianza en su rubia.
Se acercó a ella despacio y la besó en los labios sin perder la oportunidad de manosearle los pechos un poco, y cuando se separó, Piper la miró con un puchero.

*Piper: -Ven aquí...- Rogó. -Quiero más...- Por supuesto que Alex también quería más de ella, pero era tiempo de volver a los negocios.

*Alex: -A penas y dormimos una hora anoche...- Dijo aún pegada a sus labios. -Sin contar lo poco que hemos descansado todos estos días...-

*Piper: -¿Qué? ¿Ya te cansaste?- Arqueó una ceja de forma burlona.

*Alex: -No... Jamás me cansaría de hacer el amor contigo, es solo que venía a ver si estás lista para una nueva sorpresa.- Sus ojos denotaron ilusión, y Piper pudo advertirlo. ¿Que era lo que Alex preparaba que la ponía así?

*Piper: -Me asustan tus sorpresas...- Le acarició la barbilla con suavidad aún mirándola de forma seductora.

*Alex: -Te gustará...- Insistió.

*Piper: -¿Qué es?- Alex la miró un instante y sonrió.

*Alex: -Te llevaré a un baile.- Besó su mano con suavidad.

*Piper: -¿Un baile?- La pelinegra asintió. -¿Con largos vestidos de noche?- Ella volvió a asentir. -¿Te volviste loca? No tengo nada que usar...- Se incorporó de inmediato mientras Alex solo pudo disfrutar de la vista.
Su cuerpo un poco más bronceado que antes ocupó cada pensamiento de Alex.
Sus curvas, su piel, sus pequeños pechos erizados que orgullosos se mantenían bastante perfectos como queriendo ser adorados otra vez...

Alex la amaba. Y no le costaba ni un poco admitirlo, pues hacia años que la pensaba como lo más hermoso de su mundo, y ahora que la tenía en frente y que podía hacerla suya una y otra vez, le parecía un sueño.
El mejor de los sueños que había tenido jamás.
Pero no solamente era su cuerpo lo que la tenía enganchada, ni su demasiado entusiasmo por el sexo, si no más bien, cada pieza que componía el rompecabezas que Piper era, Alex pensaba que era perfecta.
Para Piper había sido un poco más difícil aceptar sus sentimientos, pero sin duda a estás alturas estaba convencida de lo que sentía.
Ella estaba de acuerdo en que no solamente era por el increíblemente caliente y extraordinario sexo que Alex le daba, si no que había una conexión más allá, algo que jamás había sentido con nadie más, algo que ni siquiera se había imaginado que existía.
Y para ella eso era demasiado, mucho más de lo que había tenido alguna vez, y aunque lo disfrutaba, también sabía que todo eso llevaba una gran responsabilidad.

365 DIAS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora