5 - Despertar

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Habían pasado ya muchos días en los que dormían juntas pero nadie decía nada. No se tocaban, no se abrazaban, ni siquiera compartían la misma sábana, pero dormían juntas y para Alex eso era algo que inflamaba su corazón casi al borde de hacerlo explotar.
Se había aprendido los sonidos de Piper al dormir, al igual que sus posturas, sabía cuál era su lado favorito de la cama y sin embargo, Piper no sabía gran cosa de ella, porque extrañamente había estado durmiendo bastante bien últimamente.
Alex decidió que hoy era el día de enfrentar la situación, si Piper no era lo suficientemente valiente como para aceptar que le gustaba dormir a su lado, ella la haría ver lo bien que estaba teniéndola a su lado, así que cuando el sol salió, Alex no se levantó.

Piper giró sobre su costado cuando los rayos del sol le incomodaron en el rostro, pero fue una gran sorpresa ver a Alex totalmente dormida en el espacio de al lado en la cama.
En la bruma de sus pensamientos recordó que había estado soñando con ella varias noches, y ahora, viéndola ahí acostada, no estaba tan segura de si en realidad habían sido sueños o no. Llevaba puesto solo un top deportivo y bóxer a juego, que dejaba al descubierto su pálido abdomen. La observó unos segundos y pudo notar la cicatriz que tenía en el abdomen del lado izquierdo.
Era un pequeño círculo deforme que estaba un poco enrojecido y que sin duda, contrastaba bastante en el resto de su perfectamente blanca piel.
Estiró la mano casi hasta acariciar la pequeña cicatriz pero antes de hacerlo retrocedió, no podía simplemente dejarse llevar, no con Alex.
Esa cicatriz era la huella que le había quedado del día en que Diane fue asesinada, y más que dolerle le ardía el recordar aquello, y aunque Piper no lo sabía, sintió que era demasiado invasivo acariciarla, así que desistió.
Se levantó de la cama y se desperezó un poco estirándose, y luego volvió la vista hacia la hermosa mujer que dormía profundamente en la cama.
Piper se mordió los labios al verla ahí tan vulnerable y descubierta, y aunque estaba segura de que habían pasado la noche juntas, sabía bien que no había pasado nada entre ellas, Alex estaba cumpliendo su palabra, pero ella quería más, quería ver hasta donde llegaba la fuerza de voluntad de su captora.

Así que avanzó por la habitación y se despojó de la bata de seda que llevaba ésta vez, y lo mismo hizo con sus bragas a juego dejándolas regadas a un paso de la ducha.
Las puertas del cuarto de baño eran de cristal transparente, así que no importaba si las cerraba o las dejaba abiertas, Alex podría observarla si despertaba, y eso era justamente lo que ella quería.
Abrió la regadera y dejó el agua caliente empaparle el cuerpo de espaldas a la habitación.
Ese sitio era tan extraño que el cuarto de baño parecía solamente un espacio de cristal en la misma habitación, no había ni un poco de privacidad, pero a Piper ya no le importaba.
Cuando Alex escuchó el sonido del agua cayendo suspiró con pesar y abrió los ojos, pero al encontrarse con el perfecto trasero de la rubia completamente descubierto frente a ella, los ojos se abrieron al máximo y la boca se le secó.
Piper tenía un cuerpo perfecto, y ahora que Alex la veía desnuda, al menos de espaldas, podía comprobar lo mucho que la deseaba, lo mucho que quería que Piper también se sintiera así.
La rubia se enjuagó el cabello con lentitud contoneándose un poco, y Alex la conocía, sabía muy bien lo que pretendía, y pensó que ese juego era para dos.
Se mordió los labios conforme avanzaba por la habitación cada vez más cerca de la preciosa mujer que pretendía jugar con ella, se quitó la ropa y siguió caminando hasta entrar a la ducha justo a su lado. Era un cuarto de baño a lo largo de la habitación, Alex abrió la ducha también y Piper se deleitó de reojo con la desnudez de Alex. Sin duda la pelinegra estaba bastante confiada de su cuerpo desnudo, seguramente sabía lo perfecto que era, y si fuera válido, seguramente andaría así por la calle. El solo pensarlo fue como un golpe en el estómago, sin duda alguna, Piper no quería que las demás personas la vieran así.
Sus pezones se erizaron cuando el agua le cayó en la cabeza y recorrió todo su cuerpo. Alex solamente colocó las palmas de las manos en las baldosas de la pared y cerró los ojos dejando que el agua la lavara y que Piper la observara a detalle.
La rubia no pudo evitar ver el sexo de Alex, tan pálido como el resto de su cuerpo y seductoramente depilado. Seguramente ella siempre estaba lista para el sexo, quizá era ya algo para lo que se hallaba predispuesta.

365 DIAS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora