Capítulo 4 - Miedo

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Los días pasaron en un abrir y cerrar de ojos para mí, me distraía saliendo con Biscuit de vez en cuando, conocí a un par de adorables niños los cuales son mejores amigos: uno llamado Gon y el otro Killua, tanto con físico y personalidades totalmente distintas.

Por fin había llegado mi tan esperado Jueves, con nervios pero aún así decidida marqué el número de Illumi, aquel asesino que me había cautivado completamente con su personalidad tan antipática y su rostro inexpresivo.

—¿Hola?— Escuché después de entender que había contestado, su voz resonó en mis oídos, escuché un suave suspiro escuchando nuevamente su voz —Así que al final sí llamaste. Realmente eres una mujer extraña.

—Sí, cómo sea. Te dije que tienes que dejar todo el día para mí.— Traté de sonar decidida, escuché un leve "sí" murmurado en la otra línea.

Con una sonrisa de lado a lado, le dije la hora y el lugar en que nos íbamos a encontrar, después de todo tenía que arreglarme, no pensaba ir con mis ropas de andar por casa y mucho menos con mi cabello completamente hecho un nido de pájaros.

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Estaba lista, me dí una última mirada al espejo consiguiendo que saliera una sonrisa de satisfacción al ver el resultado del tiempo que me demoré, me veía realmente linda y eso era lo mejor de todo. Finalmente salí de mi hogar, manteniendo un paso firme llegué hasta mi automóvil para poder llegar más rápido al centro de la ciudad.

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Cuando llegué a la cafetería en que decidimos ir, lo ví sentado al lado de la ventana, nuestras miradas se conectaron y sentí que mis nervios volvían a entrar en mi cuerpo. Traté de mantener una suave sonrisa mirándole a la cara, luego entré al lugar y me senté frente a él, quién mantenía su mismo rostro de siempre.

—Hola, por fin llegas. Estaba a punto de irme— Soltó simple, mientras me miraba fijamente.

—No seas exagerado, sólo tarde un minuto en llegar— Fruncí el ceño sosteniendo la mirada, dejando salir un suspiro.

—Cómo sea, ¿Vas a pedir algo?— Preguntó mientras se levantaba del asiento, hice lo mismo pero él me detuvo con una de sus manos. —No, no te levantes. ¿No quieres que te trate bien? Si hago mal mi trabajo, seguramente no me pagues.— Movió su mano pidiéndome que me sentara de nuevo.

—¿Ahora eres mi sirviente o algo por el estilo?— Solté divertida, ganándome una mirada de sorpresa. —Lo siento. ¿Por qué dices que no debo levantarme?

—Lo leí en un artículo de internet. —Alzó sus hombros restándole importancia, mientras yo trataba de no soltar una carcajada. ¿Por qué leería algo así? —Entonces, ¿Quieres comprar algo?

—Sí, una malteada de fresa y una pequeña torta que combine. —Respondí. Me fijé en que una de sus manos se abría y cerraba delante de mi rostro, soltando un suspiro, entendí que estaba esperando el dinero para comprar mi comida.

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Entre charlas simples y cortas, la pasamos mientras comíamos lo que antes Illumi había ido a comprar.

Decidimos ver la última película que había salido en cines, específicamente era una de terror, por lo cual, estaba bastante alterada aunque trataba de no hacerlo notar. Illumi al contrario, parecía disfrutar las escenas de horror.

Sin poder evitarlo, solté un grito junto con el público agarrando así su mano que estaba recargada en los costados de su asiento, él quitando sus ojos de la película dirigió su mirada a nuestras manos y luego subió hasta llegar a encontrarse con mis ojos, avergonzada traté de quitar mi mano de la suya, retirando mi mirada como consecuencia, pero lo único que conseguí fué que él agarrara mi mano de vuelta, sorprendida por su acto volví a mirarlo fijamente con mis cejas levemente juntas.

Sus ojos se opacaron aún más, su rostro se acercó al mío llegando al punto de rozar nuestras narices, mi pulso se aceleró por la situación y la única reacción cuerda que encontré fué el retroceder un poco, al parecer él lo entendió, soltando rápidamente mi mano y fijando su vista nuevamente en la película, mientras que yo trataba de ocultar mis mejillas sonrojadas e intentaba calmar mi corazón que daba brincos sin parar por la situación antes vivida.

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—Me asusté demasiado con esa película— Dije luego de estirarme un poco, el haber estado sentada por tanto tiempo me dejó agotada.

—¿Por qué te asustaría algo así?— Respondió mirándome, mientras movía levemente sus dedos con unas agujas que tenía sobre estos.

—Porque es de terror, ¿Qué clase de pregunta es esa?— Resoplé con una mirada de obviedad, al ver que él se quedó en silencio dándome una mirada de no haber entendido nada. —Se supone que te tiene que dar miedo, para eso es. Olvídalo.

—Me da igual, ¿Qué quieres hacer más?—

—¿Te parece bien si vamos a tomar alcohol?—

—De acuerdo, vayamos.

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Llegamos al bar, con nuestras respectivas bebidas, decidimos ir a sentarnos frente a un gran ventanal. De vez en cuando mirábamos hacía el vacío, pero más que nada, manteníamos nuestras miradas en el otro, como si fuera la cosa más interesante del mundo.

—Entonces. ¿Por qué terminaste aceptando el trabajo de hoy?— Lo miré curiosa, era obvio que no lo había aceptado sólo por la gran cantidad de dinero.

—En realidad, simplemente me dió curiosidad que a una mujer cómo tú, quisiera salir con un asesino cómo yo.—

Abrí los ojos sorprendida, ¿A qué se refería con una mujer cómo yo?, tal vez sólo era mi idea y el alcohol estaba haciendo efecto.

—¿Estás diciendo que soy interesante o algo por el estilo?— Pregunté ya un poco borracha, definitivamente el alcohol estaba haciendo demasiado efecto y no había tomado mucho, era extraño.

—Claro que sí, a eso me refiero.— Soltó con una sonrisa que a cualquiera asustaría, pero a mí me pareció linda, era la primera vez que veía una expresión muy distinta a la que acostumbra a darme.

—¿Te puedo besar?— Dudé de mis propias palabras, pero aún así solté una leve risita.

—No, ¿Ya estás drogada, ____?— Interrogó cínico aún manteniendo su sonrisa en sus labios.

No entendía nada a lo que se refería, así que con un gran esfuerzo me dí cuenta, apenas había dado unos sorbos a mi bebida pero sentía como si acabará de tomar toda una botella de vodka. Traté de levantarme del lugar, pero mis piernas no respondieron como esperaba, cayendo en el piso.

—Oh, mira. Qué tonta eres, pequeña ____. debes tener cuidado o terminarás muy lastimada.— Se levantó, fingiendo ignorancia y se dedicó a agarrarme de los dos brazos fuertemente, sacando mi cuerpo casi inconsciente de aquel bar, así quitando las miradas curiosas que se dedicaban a mirar qué me había pasado.

Mi cuerpo no respondía, quería correr, pero lo único que sentía era cómo me alzaban sin mi consentimiento. Siempre ocurren estas cosas por ser una tonta confiada. ¿Quién me manda a tratar de hacerme amiga de un asesino como lo es Illumi? Quería llorar: me sentía impotente por no poder hacer nada, por no alejarme de ese psicópata.

Sentí como poco a poco mis ojos se cerraban, cada vez mis párpados se sentían más pesados.

Finalmente mis ojos se cerraron por completo cayendo consigo en un profundo sueño.

¡Oye!, chico inexpresivo. Illumi ZoldyckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora