— Es por tu bien entiende, debes de tener cuidado a quien andas tocando —insistió tu amiga.
Te enfadaba el hecho de tener que cuidarte de todas las personas que te rodeaban, tener siempre presente de no tocar a nadie, te estresabas de sólo estar cuidándote de los demás cuando en vez de hacer eso estuvieras jugando con ellos.
Ni a tu familia y amigos podías tocar. Eso te era demasiado difícil, querías tocarlos como la mayoría de las familias quieren darse cariños; tú también querías hacerlo, necesitabas hacerlo.
— Pero eso me desespera, no quiero que toda mi vida se base en cuidarme de los demás —dijiste desanimada dejando caer tu cabeza sobre tus manos.
Habías nacido con un extraño don que te permitía poder ver la forma en la que moría cada persona y la fecha en la que ocurriría. Los primeros días que podías recordar fueron demasiado dolorosos porque no podías evitar su muerte, el destino de cada persona así era condenado y no se podía hacer algo para evitarlo.
Poco a poco te fuiste acostumbrando a él y pudiste controlarlo para poder sobrellevarlo en tu día a día.
— Pero es lo mejor para ti, luego andas sufriendo porque te metes en la cabeza que murieron por tu culpa ya que podías salvarlos.
Ese don era algo bueno y malo viéndolo desde ambos puntos; podía ser algo bueno porque podías evitar sus muertes pero también podía ser algo malo porque no puedes interrumpir su destino y ese doloroso recuerdo de culpa se quedaba en tu conciencia.
— Lo sé, creo que tienes razón —dijiste mientras volvías a tu posición para mirarla directo a sus orbes cafés claros— lo mejor sería no involucrarme en eso —finalizaste tristemente.
— Es lo mejor que puedes hacer.
— Es que me pongo mal porque a veces me llega el sentimiento de que nunca podré tocar a Namjoon ¿te imaginas eso? —preguntaste adolorida— No poder tocar a la persona que te gusta.
— Te entiendo completamente, sólo te digo lo que yo creo que es mejor para ti.
Bufaste sin responderle nada, miraste a tu alrededor y te diste cuenta que Namjoon estaba caminando hacia tu dirección. Comenzabas a sentirte nerviosa a la vez que tu amiga te hablaba emocionada diciendo que ahí venía como si tú no fueras capaz de verlo.
Sentías que tu corazón latía desenfrenadamente con tan sólo verlo acercarse, te gustaba ese hombre, te gustaba su personalidad y su inteligencia.
— Hola —saludó con una amplia sonrisa cuando se paró a un lado tuyo— has olvidado tu broche en el salón —mencionó estirando su brazo en dirección hacia a ti.
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— Oh gracias —le sonreíste atontada— no me había dado cuenta que lo había olvidado —reíste al momento de tomarlo. No estaba concentrada en lo que estabas haciendo por su culpa causando que tu dedo índice tocara sus dedos.
