-Capítulo 1-

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–Entre la fina línea de bajos espectros–

Estaba en frente de lo que sería la forma de una ventana sin vidrio, sin lugar donde pudiera observar mi reflejo, aquel espacio solo lo ocupaba una reja de color negro petróleo; las ráfagas del viento me golpeaban la cara con furia y suspicacia mientras la oscuridad de la noche se colaba entre mis huesos, dándome cuenta que era impropio de un mundo terrenal, el mundo de los humanos, de aquel mundo donde solía vivir.
La pared en la que estaba la ventana, conocida a mis ojos, me hacían reflexionar sobre el lugar en el que estaba, observé mejor, con más detenimiento en cada detalle ¡Es mi casa! Pensé, vaya que lo era pues cumplía con todas las características físicas, pero como mencioné antes no se sentía igual, era como estar en otra dimensión ajena a la que provengo.

Llena de misterio con pasos dudosos me acerqué a la ventana posando mi cara entre los barrotes, miré dentro de lo que se suponía era mi habitación, no había nada más que oscuridad.

 La temperatura baja considerablemente y miro a mi derecha para observar la calle en busca de alguna señal pero en vez de encontrarme con algo, Mi madre, se posaba a mi lado tiritando de frio o de nervios, no se le veía bien, sus enardecidos ojos de pupila clara y dilatada apuntaban en dirección al asfalto duro en cemento, una mirada totalmente perdida, fuera de sí, me apiadé de ella al instante llevando mi mano a su brazo con la esperanza de que se pudiera calmar, pero mi tacto solo la hacía temblar aún más, ¿Qué pasaba por su cabeza? me pregunté, aunque sabía en lo profundo de mi ser que era mejor no saber.

Por el rabillo del ojo pude ver como una figura de tamaño mediano pasaba rápidamente de un lado a otro, pegué un salto en mi posición petrificada, mientras que la curiosidad me asechaba para averiguar de que o quién se trataba, hice caso y miré a través de las entrañas de mi oscura habitación, alzo un poco el porta velas que traía en mi mano izquierda, iluminé el lugar para observar mejor, la habitación estaba vacía no había rastros de que alguien pudiera vivir allí o al menos que ya lo hubiera hecho, sin camas, sin una TV, ni objetos decorativos, sin siquiera fotografías...

Desde el umbral apareció de pronto, una silueta al principio distorsionada, pero a medida que se acercaba a mí, a la ventana, pude reconocer que se trataba de una persona en específico, Mi abuelo, alguien de tez blanca tan pálido como un muerto y en efecto había muerto hace tan solo dos años, vestía de una camisa elegante azul oscuro de mangas largas, un pantalón marrón muy oscuro bajando sus tonalidades hasta perderse entre la oscuridad, vagos recuerdos de mi abuelo en vida vienen a mí, su mirada, su auténtico color y sus sombreros tan peculiares no le hacen justicia a lo que veo justo ahora.

Sus ojos azules claros como el mar cristalino me piden a gritos, auxilio con urgencia, mirándome por largos minutos hasta dignarse a hablar y sacar de su boca un "Ya no quiero estar aquí", a pesar de que, aunque habíamos vivido juntos en esta misma casa y nunca nos dirigiéramos más de dos frases la impresión de sus palabras me inquietaron aún más.

El viento vuelve y arremete contra mí, sentimientos como vacío, ira y tristeza me invaden sin consuelo alguno, no pude pronunciar palabra alguna, solo lo miré con confusión porque no sabía a qué se refería, sombras oscuras vuelven y se toman la habitación para deambular con más frecuencia, el terror surca sus facciones, me da una última mirada para girarse sobre sus talones y desaparecer entre las inciertas penumbras.

Más sombras de estatura considerable emergen en grandes cantidades multiplicándose, el silencio, soledad y angustia hacen del lugar materia inconcebible, las sombras se me vienen encima en un intento por atacarme, ojos encandelillados, pelaje de un brillo exorbitante, colmillos fuertes y grandes hacen rugir su furia intentando destrozar la única barrera que nos separa, paralizada me quedo mirando unos minutos más, la sed de hambre y de venganza de los lobos estremece mi piel en un escalofrío, más de ellos vienen y veo como los barrotes van cediendo poco a poco.

<<Quieren acabar con mi presencia, saben que no soy de su mundo, que no soy como ellos>>.

Salgo del trance en el que me sumergí de sus fugaces ojos, agarro a mi madre del brazo y me alejo de la ventana, me alejo del lugar en el que vÍ a mi abuelo por primera vez luego de dos años; a pasos apresurados entre la helada noche y con la única luz de mi porta velas iluminé el camino hasta alejarme por completo una vez más donde se hospeda el mal y la melancolía, miro al cielo y me envuelvo en una bruma...

Abro los ojos, Lágrimas de sudor ruedan por mi frente, cuello y espalda, limpio con mi mano algunas gotas que adornan mis pómulos, pero es inútil, estoy completamente sumergida en la propia sustancia que mi cuerpo produce, mi respiración agitada hace estragos, el corazón se me arruga y se mueve como si quisiera salirse de mi pecho, tomo profundas respiraciones para tratar de aliviar, mantener la calma y hacer recuento de lo que acaba de pasar.

El martilleo de pasos firmes azotando el suelo se escucha desde lo lejano, uno... Dos... Tres... cuatro... están más cerca, el miedo indeleble desploma toda cordura, tiemblo casi a punto de un ataque de epilepsia, lágrimas saladas se me arremolinan en mi párpado inferior, aún no estoy lista, aún no he terminado... un crujido en la manija de la puerta me hace saltar en mi posición, el sonido agudo y rechinante de la puerta siendo abierta me pone los pelos de punta, la ansiedad danza entre mi cuerpo haciendo que el miedo y desolación me consuman por completo, escondo las servilletas tan rápido como puedo, pero unos brazos fuertes me toman por la cintura haciendo que mis pies dejen de tocar el suelo frío de la media noche.

Cinco... seis... sacudo mis brazos y piernas con todas mis fuerzas en un intento de escape y liberación, pero es imposible, son más fuertes que yo, sollozos y gritos salen de mi garganta desgarrándola con dolorosos alaridos.

–¡NO, POR FAVOR! – grito – ¡AÚN NO! 

los sueños perdidos de Ashen LegasovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora