-capítulo 3-

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-caos-

«Esa perra está loca»

Me digo para mí misma durante el trayecto a mi habitación nuevamente, después de lo ocurrido, dijeron que yo había sido la causante de su episodio caótico, que era mejor que no me relacionara con nadie haciendo que no saliera al patio el día de hoy, es increíble la manera en la que de una forma u otra soy culpable de todo lo que pasa en este maldito mundo.

Indignada camino sobre los pasillos familiares del hospital, recuerdos amargos de mis primeros días en este lugar se vuelven un grumo negro y pesado, danzando entre lo más profundo de mi ser; algunas imágenes aparecen intermitentes, inciertas y desoladas, esperando hacer efecto alguno, esperando a que sean identificadas y poder así revivir ese momento como una cinta cinematográfica, pero solo veo un sin sentido de objetos y de personas, algo desconocido que a veces hace que me quiera estallar la cabeza en mil pedazos, no recuerdo nada sobre los últimos meses antes de que me internaran, solo algunos flashes de mi niñez y codiciosa pubertad retumban en mi memoria, persistiendo con fe y esperanza algún rastro de luz o señal, pero es en vano, es completamente inútil por lo que es de lo único que me aferro cuando el frío, histeria y demencia se refugia en mi piel.

Sé que estuve involucrada en un accidente, tampoco tengo recuerdo alguno de ello, pero según el reporte de análisis, pruebas psicológicas y físicas, yo fui la culpable, yo Ashen Legasov provoqué furia, terror en niveles de atrocidades inimaginables, provoqué caos e hice que lamentos desgarradores de personas inocentes salieran a flote atormentándome cada noche, sin falta. 

Es todo lo que sé y de lo que estoy segura, Miro mis manos con dolor, frustración y arrepentimiento, pues es la prueba irrefutable e infalible que me carcome viva, la marca que me condena por lo que hice; apuño mis manos, una furia inevitable sube por todo mi cuerpo en un escalofrío, mi respiración se vuelve violenta y trágica, sacudo mi cabeza en un intento por evadir y desaparecer rastro de toda culpa mientras trato de no perder la cordura, de no darles más gusto...

Acelero el paso hasta correr y llegar a mi destino, abro la puerta desesperada, me meto al cumulo que lo rodean cuatro paredes y me tumbo sobre mi cama sin energía, con la cabeza hecha un mar de cosas, tomo una profunda respiración y saco las servilletas de mi sostén, las miro con picardía y cierta esencia, las desdoblo con las puntas de mis dedos y me dispongo a leer la última parte de dos servilletas llenas de la tinta medio seca de una pluma ya desgastada y consumida por el tiempo, la sacudo un par de veces para que al menos unas míseras gotas se dignen a bajar y poder seguir contando desdichados sucesos.

Ya casi al final de la servilleta, algo me llama la atención, algo fuera de lo común enciende mis alarmas con horror, una letra de gran tamaño y de caligrafía temblorosa e irreconocible ante mis ojos reposa sobre el delgado papel, miro la letra con cautela y rigurosidad, intentando dar con el paradero de la persona que lo pudo haber escrito o encontrando la manera en la que alguien pudo haber dejado esto, sin un contexto, miles de escenarios se posan en mi cabeza, sé que la probabilidad de que eso pase es casi que nula, inexistente, soy la única que sé de la existencia de estos arrugados papeles, soy la única que sabe que estos papeles solo yacen bajo mi dominio, nadie lo pudo haber visto antes, nadie pudo agarrar la servilleta para poner una letra y luego devolverla, soy lo suficientemente precavida con cada movimiento que hago, con cada paso que doy...

«Piensa, piensa, piensa ¡vamos!» Me animo

Bufo al no encontrar ningún posible candidato, ninguno me da algo de certeza o me da pista alguna, miro la "F" con curiosidad y miedo, su misteriosa aparición me impacienta cada vez más, no sé qué hacer.

los sueños perdidos de Ashen LegasovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora