Capítulo 8

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Sí(n) sinceridad, ven y abrázame. 

- ¿Bueno?

-¡Elizabeth!, soy Lucia. - Tres palabras que me encogieron el corazón. No lograba identificar qué sentía por esta chica. La quise cuando la conocí durante mi infancia, la odié cuando la desconocí siendo adultas... ¿ahora?  todo daba vueltas tan rápido, cada situación empeora ¡ni siquiera día a día, sino hora a hora! ¿Qué sigue vida? ¿Qué vuelva la exnovia de Christopher? Me asusté de solo pensarlo. 

Carraspeé la garganta y respondí: - Hola, Lucía, ¿dónde estás? ¿estás bien?

- Sí sí, estoy bien. ¿Por favor podrías decirle a Christopher eso? Estoy muy bien, salí a comer y volveré para dormir. Muchas gracias, Elizabeth. ¡Nos vemos! - Finalizó la llamada.

Me quede sentada en la cama sin saber qué hacer. Entiendo que en este drama llamado Vida todos improvisamos, pero hay aunque sea una mínima idea de qué hacer en cada situación... ¿Y si busco en la Internet qué me recomienda? Suspiré. Christopher atendía una llamada desde que vinimos a "hablar", hace más de media hora, me sentía tan nerviosa imaginando cómo comentarle todo. No cabía en mi cabeza sus sentimientos, su hermana, quien es de las personas más importantes en su vida, fue engañada, fue la otra de el exnovio de la chica que le gusta. Bufé. 

¿De verdad le gusto? 

- ¡Argh! - Solté con frustración dejando caer los brazos a mis costados.

- Pero quién te ha hecho tanto daño como para suspirar de esa manera... - río. Supongo que mi mirada de "en serio? todavía preguntas?" le hizo caer en cuenta de por qué y por quiénes estamos aquí. - Bueno sí, eso fue estúpido. Emm... ¿Estás bien?

- Tu hermana ha llamado - se sentó a mi lado mirándome con interés.- dijo que vuelve más noche, que está bien. 

- Lo sabía. - Se recostó acomodando los brazos detrás de su cabeza. 

- ¿No te preocupa?

Soltó una risita tan extraña para mí. - Justo ahora, en lo más mínimo. Tengo muchas cosas más importantes para pensar.

- ¿Qué? ¿De dónde salió esa indiferencia? - Cambié mi postura a una más ¿seria?

- Cuéntame qué paso con ese tipo y te cuento. - Seguía con sus aires de indiferencia. Los ojos cerrados, brazos cruzados detrás de su cabeza, piernas dobladas, recostado. Ni siquiera me veía.

- Eres tan impredecible. 

-Gracias.

-Y arrogante... - murmuré.

- ¿Qué?

-¿De qué? - Me hice la loca. Sonrió de medio lado. Se estiró, me agarró del brazo y de alguna manera me empujo para que quedara recostada en él, como haciendo un trencito. Por supuestísimo que yo me negué, le empujé, lo mordí y le grité que no lo hiciera.

No había hecho la menor fuerza para evitarlo.

Reposó la cabeza sobre la mía y me abrazó. Quería verle la cara al contarle todo, pero solo le sentía respirar en mi espalda. - ¿Y bien? ¿Dónde empieza todo?

- ¿Christopher, estás llorando? - Dije al notar su voz temblorosa. Mi fuerza para safarme de su agarre fue en vano. 

- No hay de qué preocuparse, bebé. Solo cuéntame, ¿sí? prometo decirte todo después.  

Bebé. Una simple palabra que me erizó. Sentí que sí era su bebé. Una palabra. Una sola palabra. 

- ¿Prometido? - pregunté preocupada. 

- No dudes de mí. - Respondió en un susurro.

En silencio me quedé por un tiempo. Él solo se limitaba a respirar y abrazarme, sin indicios de llorar o de estar tenso. Esta última la noté cuando en mi relato de sufrida nombre a la pequeña Lucía, pero no dijo nada. Solo me escuchó. 

- ... y ahora estamos aquí, yo resumiéndote todo para saber qué te puso así. - Ahí sí me safé. Estaba sentada frente a él tan cerca. Su cara estaba apagada, cansada. - ¿Chris? - le sujeté la cara suavemente. - ¿qué pasa? - Me miró serio unos segundos y sonrió. 

- En toda tu historia escuché como te preocupaban tus amigos, mi hermana, tus padres, tus exsuegros, todas las personas; ahora me preguntas qué me pasa sin permitirte sentir tu dolor. Eres increíble. - Dijo abrazándome. Como piedra me quedé pero poco a poco le devolví el abrazo.

- Yo solo quiero dejar que todo eso fluya, no quiero retenerlo más en mi vida, por eso no quiero seguir hablando de lo sucedido. 

- Entiendo. - Me separó de él y seriamente preguntó fijando sus ojos en los míos. - ¿estás lista para lo que te diré?

- Para nada. - Rió y yo me sentí tan bien al lograr ese efecto en él. 

- Dame un minuto. - Se levantó de la cama para buscar algo en unas carpetas de su armario. Para estar medio ebrio hace unas horas no se ve nada mal.

¡Ay no, sí me gusta mucho! Todo de él me atraía; tenerlo cerca me empezaba a enloquecer. Quería darle un besito.

Mis pensamientos se esfumaron apenas se acercó con una factura, su cara era de tanta preocupación que hizo que mi estómago se revolviera. - Lee la fecha y la cantidad. - Salió del cuarto una vez puesta en mis manos el papel. Entendiendo menos de la mitad hice lo que me pidió, pero, ¿por qué hacerme leer la compra de una caja de preservativos comprada al inicio de mes?

- ¡Qué rayos, Christoph...! - Entró con la caja en la mano. Al principio no entendía nada, y él tampoco me decía nada coherente. Tomé la caja y estaba sellada. Ahí, justo en ese segundo el mundo se detuvo. 

La caja estaba sellada. 

Le miré apunto de entrar en un ataque de pánico. 

- ¡Qué es esto? - Dije temblando. 

- ¿Recuerdas cuando te duchaste aquí? - Asentí.- Me di cuenta que no había nada en el apartamento que me indicara que nos habíamos protegido. Pensé que había sido con uno de los que estaban en el cajón, pero recordé que esos los compré después de... nuestra noche. Lo único que tenía en casa durante esa noche es lo que tienes en las manos y... está sellada. Estoy temblando, Elizabeth, quiero pensar que no es verdad, que no pasó nada entre nosotros que nos comprometa a tal magnitud, pero yo recuerdo lo que pasó y... - Se pasó la mano por la cara con mucha frustración. Suspiró.- No quiero que esto sea así.- Su voz de nuevo era temblorosa, llena de miedo, de dolor. 

Si no estaba mal, y no lo estaba, él recordaba al embarazo con su ex, y ahora estaba yo enfrente con una alta probabilidad de tener un hijo suyo formándose dentro de mí. 

- Chris...

- Por... - lloró. Rápidamente se secó las lágrimas pero estas solo salían sin pedir permiso. Dentro de mí se abrían paso también y no pasó mucho para que le imitara. - Te lo ruego, Elizabeth, por favor no vayas a quitármelo. Yo le cuidaré, ¿sí? Si si nno lo quie quieres yo le cuidaré y, y. Y me haré cargo. Te lo juro que que desapareceremos de tu vida pero no me lo quites... po por favor. - Oírle tan roto, tan lleno de dolor, tan débil.

No habían palabras para describir lo que sentía. El mundo se me vino abajo y no lo noté. Ahora un hombre lloraba sentado en la misma cama que yo, llorando para que no le quitara un hijo que ni siquiera estaba comprobado que existía. Me sentía como un monstruo. El corazón me latía tan fuerte que mi cuerpo se agitó. Lloraba a la par con él, sin palabras, sin razones concretas. Sin analizar qué estaba pasando en realidad.


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⏰ Última actualización: Jun 17, 2020 ⏰

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