Historias desde Nueva York

Esmeraldas

"Los árboles meditan en invierno, gracias a ello florecen en primavera, dan sombra y frutos en verano y se despojan de lo superfluo en otoño."

Proverbio japonés

Después de aquel reto de Emma hacia Gael, miré a Max porque maulló y, antes de que Gael dijera sí o no, Emma se apresuró diciendo: "Gael, no te marches que primero tiene que comer Max". Me reí de la ocurrencia de aquella situación que parecía sacada de una obra de teatro.

Max se puso a comer su pequeña lata de salmón y Emma volvió a su taburete y de nuevo le tendió la mano a Gael y volvió a pronunciar las siguientes palabras: "¿Aceptas o no aceptas que sea vuestra compañera de piso?"

Gael me miró, yo sonreí, aunque en el fondo deseaba que dijera que sí. Emma estaba loca, pero era una locura sana y creo que a pesar de ser el día y la noche él y ella... Algo me decía que iban a ser el dúo cómico de esta historia.

Los dos tenían en común que huían de los compromisos, pero a la vez eran los mejores amigos que una persona pueda imaginar. Daban igual los kilómetros que nos separasen, que Emma siempre estuvo a mi lado. Y Gael en tres meses me había demostrado que una amistad de ese tiempo se puede comparar a la que Emma y yo teníamos desde hacía veintidós años.

Brindamos con un vino que era ecológico y que había traído Emma de Burdeos, un Sauvignon blanc, que le aportaba a la ensalada una notable acidez, un sabor a frutas tropicales e incluso alguna nota floral de la flor de saúco. Perfecto para contrarrestar la poca grasa que en este caso llevaba la salsa César de acompañamiento a la ensalada.

Gael después de aquel brindis, le tendió la mano a Emma y dijo: "Te acepto. Pero con alguna que otra condición". Emma miró a Gael y dijo: "Tú eres el dueño, tú mandas. Así que dispara". Gael empezó a enumerar sus condiciones: "La primera, Max no puede entrar en mi habitación. La segunda, Max no puede ni morder, ni arañar ningún mueble, sino el gato y tú os vais fuera. Tercera y la más importante, los miércoles tenemos sesión de serie, así que prohibido hacer ningún plan".

Emma me miró y preguntó como si no quisiera que Gael se enterase, aunque realmente sí que lo estaba haciendo: "¿Sesión de serie? ¿Qué es eso?" Miré a Gael y dije: "Los miércoles pedimos un par de pizzas a Giancarlo, el pizzero de enfrente, a las siete y media cenamos y vemos dos capítulos de una sitcom nueva, se llama "Vecinos de Cayo Hueso".

Gael en ese momento se emocionó, sirvió otra copa de vino a cada una y dijo: "Vecinos de Cayo Hueso, refleja las historias en tono de comedia de los multimillonarios que viven en los Cayos de Florida. Tienen líos entre ellos, hay mucho drama, algún que otro asesinato y es nuestra noche de matrimonio feliz".

Emma parecía atemorizada y preguntó: "¿Noche de matrimonio feliz?" Miré a Emma y dije: "Sí, Gael y yo somos un matrimonio sin derecho a roce. Cada uno tiene sus cosas, nos soportamos y sorprendemos al otro o con una cena o con una escapada... Pero siempre estamos juntos".

En ese momento Emma miró a Gael y preguntó: "¿De verdad que eres gay?" Gael se levantó de su taburete, fue a coger el móvil que lo había dejado en la mesita pequeña del salón que había delante de los sofás y dijo: "Mira, este soy yo hace una semana". Le enseñó tal foto que Emma dijo: "Sí, vale. Está claro. ¡Aparta eso de mi vista!"

Gael le enseñó a Emma su habitación mientras yo recogía los platos con Max a mi lado y si había alguna sobra, pues hacía como mis abuelos hicieron durante mi infancia, darles esas pequeñas sobras a los perros y gatos que tenían en su casa.

Emma volvió entusiasmada de su habitación y le pregunté: "¿Tendrás que llamar al apartamento de enfrente para saber por cuanto dinero te lo alquilan no?" Emma me miró con esa cara que ponía cuando ya se había adelantado a las cosas y pregunté en voz baja: "¿Pero cómo se te ocurre alquilarlo antes de que te dijera que sí?" Ella me miró y dijo: "No podía ser mal tipo, después de vuestra conversación. Así que antes de que me quitaran el apartamento, ya lo alquilé yo. No es barato, pero ya tengo alguna que otra clientela".