Comienzos

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"Dentro de veinte años a partir de ahora te arrepentirás de las cosas que no hiciste, así que suelta las amarras y navega fuera de tu zona de confort, busca el viento en tus velas. Explora. Sueña. Descubre".

Mark Twain

Al verlo esperando a que Gabriel le diese permiso para entrar, mi corazón empezó a latir de una manera que me recordó al día en el que yo me caí al suelo y él me acompañó a su hotel, después de que yo saliese sin decir ni una palabra.

Gabriel se levantó, yo tenía un bolígrafo en los dedos de la mano derecha que al verlo se me cayó al suelo, lo recogí sin apenas mirarlo a él. Gabriel le tendió la mano al chico y preguntó: "¿Qué tal el vuelo? ¿Tuviste algún problema con el hotel?" Interesante, el chico vivía fuera de Nueva York algo que sin duda me alegraba bastante, pero ¿qué hacía en LLX?

Él le dio la mano y dijo: "Sí, llegué ayer por la noche después de cinco horas de vuelo. Y sin ningún problema en el hotel. Gracias". Miraba de reojo aquella conversación que estaban teniendo, porque si mi cabeza ya de por sí va a mil revoluciones por minuto, en ese momento iba a veinte mil.

Él iba vestido con una camisa de rayas muy finas azules y blancas y un pantalón azul marino. El olor de aquel perfume a base de cítricos inundó de golpe aquel enorme despacho e hizo que no pudiera dejar de pensar en aquella noche que pasamos. ¿Qué debió pensar él al verme?

Mientras yo miraba hacia mi ordenador dónde se estaba reproduciendo cada imagen del supuesto anuncio en bucle. Gabriel me llamó de manera suave y dijo: "Abby, acércate". Me acerqué, Gabriel cerró la puerta del despacho y dijo: "Abby, te presento a Ethan Miller. Es un publicista que vive en Los Ángeles y que está luchando por tu misma campaña".

Miré a Ethan y vi que me sonrió de la misma manera que lo hizo al ayudarme a levantarme del suelo, en aquella fabulosa terraza y para que engañaros, de la misma manera en la que me miró durante toda aquella noche mientras jugábamos entre sábanas.

Le tendí la mano y dije: "Encantada, soy Abby Seyferd. Diseñadora gráfica". Él no me quitó ojo y antes de presentarse preguntó: "¿Estás mejor de la caída?" Por primera vez sonreí y dije: "Sí, algo sin importancia. Supongo que cosas de novatas". Gabriel sonrió y Ethan dijo: "Encantado Abby Seyferd. Soy Ethan Miller, publicista".

No sé qué pensaría Gabriel de aquella surrealista presentación, pero me hizo gracia en la forma en la que nos presentamos. Gabriel nos hizo sentarnos juntos en uno de los sofás blancos que había en su despacho que justo enfrente tenía una mesita de café de cristal.

Gabriel nos miró y dijo: "Quiero traer a Ethan a Nueva York, pero solo lo hará si él gana la campaña". Miré a Ethan y pregunté: "¿Por qué tienes que ganarla tú?" Él sonrió y yo seguía soñando con ese perfume y de manera muy seria dijo: "Porque soy el mejor publicista que hay y la última campaña de los bolsos de Harry's la hice yo y creo que muchas de las mujeres que hay en esta oficina llevan uno de esos bolsos. A la empresa la hice crecer un 150% más que el año anterior".

Miré hacia mi mesa, me mordí el labio inferior, negué con la cabeza y Ethan preguntó: "¿Tú eres una de esas mujeres?" Esta vez no quería ver su cara de satisfacción y dije: "Soy diseñadora gráfica, si me fijé en aquellos bolsos fue porque tenían algo muy importante para una mujer". Él me miró desafiándome y preguntó el qué. Lo miré y dije: "Son cómodos. Lo compré antes de que hicieras la campaña publicitaria".

Era mentira, realmente lo compré cuando vi aquella campaña en un centro comercial de Portland. Sin duda, era perfecta. Tenía el mismo modo de inspiración que la mía y aquello hacía que sintiese que necesitaba dar mucho más de mí. Pero claro, no todo iba a ser tan fácil.

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