Amapola naranja

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"Lo esencial es tener el coraje de arriesgar y desarrollar nuevas ideas"

Zaha Hadid

La terraza estaba situada a unos cien metros del restaurante. Nueva York suele tener las terrazas abiertas prácticamente todo el año, pero en este caso esta era especial. No se encontraba en lo alto de ningún edificio, sino que estaba a pie de calle en lo que parecía ser un antiguo garaje.

Y os preguntaréis ¿cómo es que aquello era una terraza? Muy sencillo, el techo había sido eliminado puesto que no tenía ninguna planta por encima y por dentro lo habían transformado en un pequeño jardín con fuentes que proporcionaban cierta humedad al ambiente, sin duda un lugar bastante variopinto en el que sus paredes estaban decoradas por cuadros muy coloridos.

Entramos en aquel vergel, pedimos algo de beber y nos sentamos en una de las mesas que estaban decoradas con un par de velas en el centro. Estuvimos hablando y disfrutando de un pequeño concierto de unos cantautores que empezaban a despegar en la noche neoyorquina.

Justo antes de salir, noté que alguien me tocaba el hombro izquierdo. Miré hacia ese lado y, en cuanto lo vi allí, pensé: "¿Y ahora yo qué le digo?" Gael me miró extrañado y dijo: "Abby, ni que hubieses visto un fantasma". Ethan se apresuró a saludar a Gael y éste preguntó: "¿Qué hacéis por aquí?" Sonreí y dije: "Hemos cenado en el restaurante del muelle y nos hemos acercado a esta nueva terraza. ¿Y tú qué haces aquí?" Gael me miró y dijo: "Tenía que cubrir una crónica social sobre la inauguración del lugar".

Asentí con la cabeza y él preguntó: "¿Habéis venido solos?" Ethan miró hacia el muelle, Gael se giró y dijo: "¡Ah! Ahora lo entiendo todo". Miré a Gael y dije: "Entre ellos dos no hay nada, solo habíamos quedado para hablar del viaje". Jack se acercó al ver que no salíamos y se encontró de frente con Gael.

Aquella mirada fulminante de Gael hacia Jack hizo parecer que se avecinase un terremoto de una magnitud superior a ocho en la escala Richter. Jack se llevó a Gael a un lugar apartado y nosotros nos acercamos a Simon. En cuanto nos vio preguntó: "¿Aquel chico es Gael?" Ethan y yo asentimos y preguntó: "¿Por qué no quiso saber nada de Jack?" Miré a Simon y dije: "Su ex tiene la culpa".

Ethan me puso la mano sobre el hombro y preguntó: "¿Estás bien?" Lo miré y dije: "Bueno... podía estar mejor. No pensaba que Gael fuese a estar así. Sé que no hago daño a nadie, pero odio que estén en esta situación". Jack apareció de nuevo con cara de enfado y dijo: "No sé qué le pasa a Gael".

Me acerqué a Gael y pregunté: "¿Podemos hablar?" Gael con cara de pocos amigos me miró y preguntó: "¿Qué quieres?" Lo miré de manera penetrante y dije: "Saber por qué si sientes algo por Jack no se lo dices. Creo que os ahorraríais bastantes problemas y malas caras". Ethan se acercó y mirando a los ojos a Gael dijo: "No soy nadie para meterme donde no me llaman, pero Jack sí que siente algo por ti y creo que tú también. Deberías darle una oportunidad".

Asentí con la cabeza, cogí de la mano a Gael y le pregunté. "¿Te acuerdas lo que me dijiste delante del espejo de las confesiones?" Gael sonrió y dijo: "Abby, no es fácil". Lo miré y pregunté: "¿Desde cuándo tiene Gael Hernández miedo al futuro?" Él sonrió, Jack se acercó y dijo que se iban. Nos despedimos de Simon y Gael mirando a Jack con cara de pocos amigos preguntó: "¿Mañana te apetece comer?"

Jack asintió con la cabeza y Simon sonrió. Ethan se fue también y nos dejó a Gael y a mí cogiendo un taxi para irnos a casa.

Al día siguiente llegué a la oficina un poco zombi, eso de trasnochar y acabar la noche de una manera un tanto peculiar no iba con mi rutina semanal. Aunque os he de ser sincera, creía que iba a acabar muchísimo peor, me imaginé por un momento a Gael llamándole de todo a Simon o incluso haciendo una pequeña catarsis con el mundo exterior.

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