III) Mai Tai

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Cuando Jiāng Chéng despertó de su suave siesta, fue recibido por el robot ayudante de Huàn, indicando que el contrario ya se había retirado nuevamente a su trabajo, pero que tenía los permisos para comer otra vez si se le antojaba, al igual que para recorrer la casa, entrar y salir como quisiera.

—Un poco más y da órdenes para que me indiquen que debo vivir aquí —susurró, moviendo la cabeza rendido a la amabilidad que el bartender tenía con él. Aun sabiendo que solo tenían un día como amigos.

Con mucho cuidado, tomó a la pequeña minina que se encontraba dormida a la altura de su pecho, y la dejó en el sofá, pero como gato con sentidos activos y buenos, despertó maullando en forma de reclamo por dejarla sola y sin su comodidad cálida llamada: el pecho del amigo de su dueño.

—Debo ir a trabajar también —Le aclaró, acariciándole en la cabecita y detrás de las orejas—. Pero te veré más tarde, ¿sí?

—Prrrmeooow.

El ronroneo tras el maúllo fue el claro 'Está bien' de Utena.

En general, no entendía qué hacía técnicamente prometiéndole a un gato que la vería más tarde, pero bueno. Esa agradable pequeña, le derretía el corazón al punto de solamente querer darle besos y abrazos. O por lo menos hasta que ella lo rasguñe por joderla demasiado cuando no tenía el permiso concedido.

Estiró su cuerpo hasta lo máximo que pudiera, viendo como Utena lo imitaba, pero estirándose hacia atrás. Se levantó cuando ella se fue hacia la barra americana para comer su comida. Él simplemente tomó su saco que se encontraba colgado al lado de la patineta, encendiéndola de paso.

«Mucha suerte y cuidado, Jiāng-gōngzǐ. Enviaré un mensaje indicándole a mi amo que ya se fue.»

Está bien, gracias por darme sus mensajes —Se subió a su patineta de un salto, equilibrándose cuando esta se tambaleó por el peso danzante—. Nos vemos más tarde, Utena —Y al escuchar el maúllo de ésta, partió rumbo a su trabajo.

Bueno, por primera vez no quise golpear un robot por solamente escucharlo, pensaba Jiāng Chéng mientras recorría las calles a 120 km/h, esquivando con facilidad de carros o robots ajenos.

Debía agradecerle a Huàn por todo lo que hizo por él en esa junta para almorzar. Maldita sea, le había quitado demasiado el estrés que cargaba, incluso su cabeza le dolía exageradamente menos a lo que lo hacía temprano. Entre más lo pensaba, más creía haber tenido la suerte que nunca tuvo por conseguirse un amigo como él. Al fin el destino le daba algo bueno en su corta vida de mierda.

Ahora que recordaba, Wèi WúXiàn le había dicho que hoy no iría al Bar porque iba a salir con alguien. —Seguramente irá a revolcarse con otro —reclamó al cielo. A veces no entendía a su hermano. Si bien el sexo era divertido a cierto punto, no significaba que deberías tenerlo siempre que quisieras. Bueno, podía tenerlo siempre que quisiera, pero con una pareja estable, no con uno tipo que cambiaba en cada encamada.

Realmente le gustaría que su hermano encontrara el amor verdadero, que se enamorara y se enderezara de una vez. Él merecía ser feliz con alguna persona que lo satisfaga en algo más que solo sexo. Algún día se lo diría, no hoy, no mañana, algún día que no quisiera golpearlo con solamente verlo.

Era su hermano, lo amaba, y se preocupaba por él. Pero el tipo es un reverendo imbécil que solo le daba ganas de golpearlo.

Pese a eso, nunca desearía tener otro hermano.

Entre vuelta y vuelta en sus pensamientos de adulto con complejo de anciano, había llegado nuevamente a su edificio de trabajo.

Entre vuelta y vuelta en sus pensamientos de adulto con complejo de anciano, había llegado nuevamente a su edificio de trabajo

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